Fotos Tanci
Sin un por qué,
sobre los durazneros
salta el color.
Se abre la primavera
sin dejar de asombrarme.
Sin un por qué,
sobre los durazneros
salta el color.
Se abre la primavera
sin dejar de asombrarme.
A papá le gustaba mucho disfrutar de la comida y nos hacía disfrutar a nosotros también de ella.
Le gustaba ir al mercado donde podía conseguir unas caballas grandes y bien frescas, que traía a casa para hacerlas en salmorejo. Él mismo pelaba los ajos, picaba la pimienta palmera picona en trocitos, ponía sal en el mortero y majaba, majaba y majaba hasta conseguir una buena pasta macerada con pimentón ahumado y orégano. Del orégano también se ocupaba él: cada verano se preocupaba de irlo a recoger al monte más cercano de la casa familiar. Él sabía dónde encontrarlo siempre, abundante, fresco y oloroso.
Tras dejar listo el majado, quitaba a cada caballa su parte de tripas y excrementos. Luego las depositaba, despojadas de ese mondongo, en un caldero con agua para lavarlas concienzudamente y, luego, abrirlas como lo que eran, como caballas. Por eso buscaba las de mayor tamaño, que eran carnosas y se prestaban para lo que él quería.
Yo veía sus manos gruesas, fuertes y potentes...pero en aquel cometido acariciaba aquellos pescados como si fueran una especie de tela de seda suave y plateada, tan frescas que a veces se les escurrían entre las manos, sacudiéndolas una a una dentro del agua para estar seguro de que no le quedaran restos.
Papá disfrutaba cuando prendía la llama a una piña seca de pino a modo de mecha y, acto seguido, el carbón cogía fuerza poco a poco hasta que brotaban enormes llamas en el asador de hierro fundido que había encargado a un herrero. Dejaba que el fuego se fuera consumiendo lentamente y esperaba a las brasas para colocar encima la parrilla llena de aquellos peces brillantes y embarrados por el salmorejo.
-La llama no debe llegar al pescado, ni a la carne -decía-, no es bueno que se chamusque, porque entonces da gusto a quemado y no es beneficioso para la salud.
Sin saberlo, mi padre fue un precursor del pescado azul, ahora tan nombrado y solicitado y, por supuesto, del tan reconocido omega 3. En tiempos pretéritos era considerado como pescado dañino...cambian los tiempos, cambian las costumbres pero a mí se me quedó el vivo recuerdo del aroma y la práctica de asar pescado a la parrilla.
Nunca sabrás que tu alma viaja
Dulcemente refugiada en el fondo de mi corazón,
Y que nada, ni el tiempo ni la edad ni otros amores,
Impedirá que hayas existido.
Ahora la belleza del mundo toma tu rostro,
Se alimenta de tu dulzura y se engalana con tu claridad.
El lago pensativo al fondo del paisaje
Me vuelve a hablar de tu serenidad.
Los caminos que seguiste, hoy me señalan el mío,
Aunque jamás sabrás que te llevo conmigo
Como una lámpara de oro para alumbrarme el camino
Ni que tu voz aún traspasa mi alma.
Suave antorcha tus rayos, dulce hoguera tu espíritu;
Aún vives un poco porque yo te sobrevivo.
Marguerite Yourcernar