jueves, 23 de abril de 2009

miércoles, 15 de abril de 2009

A nadie le amarga un dulce



Hace unos días recibí un premio. El premio " Entrega, constancia y corazón". Viene de parte del Colegio Guayonge http://www.colegioguayonge.blogspot.com/ Debo reconocer que no lo esperaba porque creo no haber hecho méritos para ello. Pero ¡es tan agradable recibir un regalo!. Por ello quiero agradecer al Colegio Guayonge (Tacoronte), y en especial a Mary con quién compartí profesión durante una temporada, además de algunos ideales; este bonito y afectuoso detalle.
Por mi parte le pasaré este premio al blog de Alicia http://www.sinkuenta.blogspot.com/
También al blog de Adormidera http://www.vivenciasydeliciasculinarias.blogspot.com/
y al blog de Ana http://www.sopadecangrejo.canalblog.com/

Y como a nadie le amarga un dulce... pues lo saborearé siempre.

Y por siempre gracias.


Las reglas son las siguientes:
1. Exponerlo en el blog mencionado.
2. Entregarlo al menos a cinco blogs que consideres merecedores de cumplir con
el eslógan del premio.
3. Comentarlo mediante comentario a los blogs premiados.







Gracias A La Vida - Ima


El Colibrí - Los Sabandeños, Soledad Bravo & Mercedes Sosa

miércoles, 8 de abril de 2009

Mirar desde las alturas

Nunca he mirado tanto hacia arriba como cuando de noche me place ver la luna, o las estrellas, o el firmamento. Tan inmenso, tan espectacular, tan lleno. Pareciera que uno se acurruca bajo una cúpula que puede abrazarnos, protegernos; pero a la vez sentirlo algo frío, distante, lejano…
Hoy he mirado hacia el cielo en el preciso momento en que sentí sus ojos, desde lo alto, clavarse en mi cabeza, pasar por mi cuello y recorrer mi cuerpo. Allí, en lo más alto de su altura, le vi cernerse como si intentara alcanzar alguna presa, casi por instinto, olfativamente. Aunque en este caso, más bien, visualmente. Llevaría allí más de lo que podría contabilizar y, sin embargo, sentí por momentos que sus ojos sobrevolaban para llegar hasta mi cráneo, allá a lo lejos planeando sobre mi.
Alcé la vista, haciendo una parada en las tareas que había decidido organizar: plantar alguna lechuga, col o azafrán; pretendiendo localizar por los alrededores algún pequeño animal, lagarto o pequeño ratoncillo campestre. Sin embargo, la tranquilidad me siguió acompañando a lo largo de toda la jornada. Algún piar de un curioso pájaro que acompañaba a un mirlo que, entre intrépido y nervioso, se atrevió a acercarse a mí curioseando mis andanzas.

El ladrido de un perro en la lejanía me hizo notar que existía, al tiempo que conseguía amansar mis pensamientos al ritmo de su acompasada voz.


Le vi allí, parado en el aire, empericosado en lo más alto y cernido en su movimiento espectacular. Estaba suspendido en la bóveda celeste, cuál cometa multicolor, haciendo algún tipo de cabriola. Y no sé si, ayudado por el aire que nos envolvía ligeramente, lo empujaba a dar algún que otro bandazo.
Su cabeza permanecía quieta, estática, mientras que su cuerpo y su cola recobraban el movimiento ancestral de innumerables repeticiones a lo largo de toda su vida. Cuando en un momento particular de esta danza, localiza desde su vuelo a su presa, se lanza en picado siendo su acierto certero, impactante y rápido puesto que su caída es casi vertical, girando un poco ladeado y oblicuo.
Una vez que ha depositado sus brillantes e intensos ojos sobre su presa, ésta no podrá escapar de su insensatez o inexperiencia. Inmediatamente “le echará sus garras”. Mientras, su presa será víctima de una habilidad que jamás había experimentado y que, por lo certero del ataque, no volverá a experimentar. O sea, no escapará del impacto del ave rapaz.Y hablamos del cernícalo, gran aliado del agricultor, del hombre de campo.Y de la naturaleza al fin.


Aparece con su mirada altiva, gallarda, inteligente, movible en apenas décimas de segundos. De una agudeza visual superior a la del ser humano. Por lo visto, entre dos a cuatro veces más según la especie. Son los animales con la mayor calidad de imagen de todos. Cuando sobrevuelan una presa, la ven con más nitidez ya que tienen un sistema excepcional de enfoque, magnificando la imagen desde su altura. Algo así como si tuvieran un zoom, por el que son capaces de ver muchísimos más detalles que cualquier otro animal a la misma distancia. Aunque no se hace grande todo su campo visual, sino que centralizan la imagen pudiendo aumentar ese objeto de tamaño. Sabido esto, pienso que estas rapaces deben tener una experiencia sensorial muy distinta a la de los seres humanos, ya que su campo visual es mucho mayor.

Hoy, en su danza, me alegró la vista este cernícalo que durante varios minutos quiso ser mi compañero. Me oteó desde su altura, me observó, se acercó cautelosamente y pretendió vislumbrar algo que, era de suponer, él debía focalizar. Ésto es, alguna echadura de pollos o cría de algún pajarillo que yo habría tenido en algún lugar de los alrededores de la casa. Esta escena de la naturaleza, excepcional y magnífica, da cabida a alguna reflexión que de vez en cuando martillea en mis pensamientos.

Ese aletear con ímpetu y vigor, soberanamente; sabiéndose el rey de sus dominios en dónde mi corta vista de miope no puede ni podrá alcanzarlo, ni competir con él siquiera. Ese mirar altanero desde las alturas, en dónde yo no puedo tener un acercamiento, a menos que sea con algún binocular o aparato de aproximación. Ese otear, desde arriba, se me antoja como si de un descubrimiento total y completo de mi persona se hubiera llevado a efecto. Cómo si al planear sobre mi cabeza, me desnudara desde arriba y por dentro, incluso sin yo saberlo, sin quererlo y sin ser consciente. Como si al persistir su mirada sobre mi, yo me sintiera descubierta, delatada y al tiempo, desarmada y vulnerable ante su exploración, su enfoque y por último su puntual caída en picado.

Menos mal que no soy un pollo que camina despistado y candoroso a través del bucólico campo, y que nada o poco tiene de excepcional cuando pasa desapercibido y por consiguiente, algo camuflado entre la maleza. Que si no, estaría todo el santo día, como el descrito al inicio, intentando esquivar las miradas que se ciernen desde semejante altitud. Como si mi naturaleza me pidiera a gritos, observar siempre de frente y con una mirada cercana, calurosa, afectiva y empática. Nunca hostil, ni fría, ni envanecida; ni tan siquiera lejana que, de alguna manera, me produjera un cierto aturullamiento sin posibilidad de escapatoria.








Pajaro tilin - Quinteto contrapunto




Pajaro campana - ILLAPU




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