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sábado, 29 de junio de 2013

Aznar contra Rajoy

Lo que da de sí el sistema político español no es más que la descarnada lucha por el poder, principalmente en el interior de los partidos políticos.
En la Comunidad Valenciana vimos como Lerma se afanaba, sobre todo, en descubrir posibles rivales para fulminarlos políticamente; que González Lizondo no quería en su entorno político más que mediocres, y esa fue su perdición; más recientemente, que Camps, que creció políticamente a la sombra de Zaplana, luego se revolvió contra éste, con indisimulado odio.
En otros lugares y el resto de partidos han ocurrido y ocurren cosas calcadas a estas. En la política nacional, la pugna entre el felipismo y el zapaterismo continúa vigente, aunque El País, que apoya al primero, esté a punto de caer (sigue Cebrián) y Público, que apoyaba al segundo, haya caído ya.
En lo que respecta al PP es sabido que el dedo de Aznar, con el que eligió a Rajoy, no para de moverse, lo que ocurre es que por más que lo mueva Rajoy sigue ahí, no se quita.
¿Por qué eligió a Rajoy? No cabe descartar que Aznar pensara que era el más manejable de los que barajaba para su sucesión. De hecho, durante la primera legislatura de Rajoy como líder de la oposición, quien manejaba los hilos del PP era Aznar. Rajoy no pudo actuar como hubiera deseado porque todos los ímpetus de su partido estaban enfocados a vengar la afrenta de la derrota electoral. Acebes y Zaplana, peones de Aznar, cumplían este papel.
Para la segunda legislatura en la oposición, la fuerza de Aznar en el partido había disminuido un poco, pero Rajoy era rehén de otros. En la política española no existen los apoyos gratuitos.
Y en la situación actual en que la debilidad de Rajoy es palpable, Aznar aprovecha para atacarle y si El País da luego una información que le compromete sospecha que Rajoy y Cebrián han llegado a un acuerdo.
Ante este estado de cosas en la política española, el contribuyente lo tiene negro.

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