Mostrando entradas con la etiqueta sumisión. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta sumisión. Mostrar todas las entradas

sábado, 29 de diciembre de 2018

Las religiones y la Constitución

Resulta curioso que la religión católica, algunos de cuyos preceptos o puntos doctrinales son incompatibles con ella, figure de forma expresa en la Constitución.
En mi opinión es un error grave, porque proporciona motivos a otras religiones para que también demanden privilegios. Algunas de ellas están hechas para el mal, o sea, para subyugar a sus fieles y llevarlos por los derroteros que se les antoje a sus líderes. Esto no significa que todos los adictos a estas religiones sean malas personas y si fuera así estaríamos perdidos. Me refiero al Islam y a los Testigos de Jehová, cuya seña de identidad, en ambos casos, es la sumisión, que es contraria a la naturaleza humana. Algunos confunden, a menudo interesadamente, la sumisión con la docilidad, que es otra cosa distinta y muy sana y recomendable. También coinciden las dos religiones citadas en que el bien y el mal no existen, sino tan solo la voluntad de Dios. ¿y cómo saben ellos cuál es esa divina voluntad? Solo se me ocurre pensar que preguntándoselo al ayatolá de turno, o a su equivalente. Aunque a lo mejor ni siquiera se le puede preguntar, sino que hay que estar atento a lo que diga, cuando lo quiera decir.
Ninguna religión de las que operan en España, y seguramente ninguna del mundo, se ajusta a la Constitución. Si para constituir una asociación hay que cumplir determinados requisitos lo lógico sería que con las religiones ocurriera lo mismo. Y aquí topamos con la dificultad de prohibir las religiones que no se sometan. Ese gato es muy grande para ponerle el cascabel. Pero el Estado tiene la obligación de proteger y defender a sus ciudadanos, especialmente a los más vulnerables, entre ellos a los más crédulos. No sería muy complicado hacer una lista con los preceptos de la Constitución que incumple cada una de las religiones y difundirla ampliamente.

viernes, 21 de diciembre de 2018

Un Testigo de Jehová

Me escribió un Testigo de Jehová. Esto es lo que me dijo:
«Apreciado Sr. Vicente,
Le escribo con respecto al artículo; ‘Podemos y Asia Bibi’. En el hace mención a los testigos de Jehová de forma despectiva con calificaciones muy negativas de estas personas.
Quienes conocen a los testigos de Jehová, saben que estas, son personas que aman la vida y por eso llevan vidas dignas y decentes evitando comportamientos y vicios que perjudican gravemente la salud, como el uso del tabaco, el abuso del alcohol, etc. Conviven en la comunidad siendo respetados por sus vecinos, familiares y amigos pues mantienen una conducta excelente. Cumplen con las leyes de cada país y se mantienen neutrales en los distintos conflictos del mundo lo que hace que no participen en el servicio militar o revueltas que promueven la violencia.
Sus reuniones y congresos son públicos donde aprenden de la Biblia con el fin de ser mejores padres, esposos o ciudadanos. Se han labrado una reputación de respeto y admiración por parte de aquellos que los conocen y los tratan de forma cotidiana. Y su actividad principal se centra en visitar a sus vecinos compartiendo las buenas noticias de la Biblia. No obligan a nadie y lo hacen de forma altruista, jóvenes y mayores, hombres y mujeres. No son ningún peligro para la sociedad, todo lo contrario, merecen encomio por ser personas de altos valores y principios morales y éticos.
Seguro que el mundo funcionaría mejor si la gente tratara de respetar los principios de la Biblia y viviera en armonía con sus enseñanzas.
Afectuosamente,»
Consulté a un experto en religiones y me respondió así:
«Así es como son. Inasequibles al desaliento, insufriblemente corteses y de buenas maneras. Una cosa sí hay que reconocerles: no se doblegan ante nada. En España decían que no iban a la mili, y no iban. Pasaban años y años de cárcel, sin ceder jamás. Es lo que tiene el saberse en el buen camino, que no hay resquicio para la duda... Supongo.».
En resumen:
a) La duda es uno de los nombres de la inteligencia.
b)Se negaban a hacer la mili cuando había y tampoco votan ; se desentienden del mundo en el que viven. No colaboran, no son solidarios. Su ideal sería una teocracia.
c) Exigen la sumisión, lo cual es inhumano, castrador.
d)Para ellos no existen el Bien ni el Mal, sino la voluntad de Dios. Esto es francamente bochornoso.
e) Son mezquinos con Darwin. 

miércoles, 23 de mayo de 2018

Trabajar y cumplir el Ramadán

Sólo teniendo en cuenta que el sentido crítico es algo que todo el mundo sabe que existe, e incluso lo alaba, pero luego son pocos los que le encuentran alguna utilidad y deciden usarlo se entiende que basta con darle el nombre de religión a cualquier cosa para que enseguida se le considere digna de respeto.
Y no, las religiones, como todo, hay que examinarlas de arriba abajo. Sin embargo, sorprende que muchos de los que son capaces de cuestionar aspectos concretos de la religión católica, todavía mayoritaria en España, acepten sin rechistar cualquier cosa que venga de otras religiones. Un buen número de los que pugnan por conseguir la retirada de los símbolos católicos en los centros públicos se pliegan a las peticiones musulmanas.
Pero para el Islam no existen el Bien y el Mal, sino tan solo la voluntad de Dios. Este detalle es elocuente y obliga a desconfiar de quienes practiquen esta religión, porque por muy ejemplares que hayan sido sus vidas hasta el momento, el peligro está latente. Alguien que tenga autoridad sobre ellos puede decirles que Dios quiere esto o aquello. Eso no puede ocurrir en el catolicismo, puesto que todo el mundo sabe lo que es el Bien y lo que es el Mal. Otra cuestión inquietante es que Islam significa sumisión. El Islam castra a los individuos.
Encima ahora hay que soportar que alguien que practica el Ramadán maneje una grúa, conduzca un autobús, o pilote un avión, con el riesgo que supone. Pero no sólo eso, los que tengan tareas que no supongan riesgo disminuirán su productividad, perjudicando a las empresas que les pagan y a los demás trabajadores.
Por tanto, los musulmanes que vengan a nuestro país deben adaptarse a lo que hay, si no les gusta el jamón que dejen comerlo a los demás, si quieren practicar el Ramadán que cojan vacaciones, si ven crucifijos en las aulas que dejen que sean los nativos quienes decidan sobre ello.

miércoles, 30 de septiembre de 2009

Esas grandes indemnizaciones

Los poderosos suelen hablar con eufemismos, porque si no lo hicieran así quedarían en evidencia. En lugar de no hacer lo que no deben prefieren disfrazar las cosas, prostituyendo, de paso, el lenguaje. Así, a la sumisión, de la que no piensan prescindir por nada del mundo, le llaman docilidad. Al irrefrenable afán por hacer la pelota le llaman humildad.
A los poderosos no les importa decir una cosa hoy y mañana la contraria; por algún motivo les habrá convenido decir cada cosa y como lo que les conviene a ellos es lo correcto, no hay más que hablar. En realidad, con los poderosos no hay nada que hablar, sólo acatar lo que dictan. Queda la opción de observarles, con el talante risueño, que es el mejor para la salud.
Cuando se les dice a los empresarios que los sueldos de sus altos directivos son excesivos alegan que es para tenerlos sujetos y que no se vayan a la competencia. En contradicción con esto, el BBVA ha decidido pagar una fortuna de las de verdad a José Ignacio Goirigolzarri, su Consejero Delegado, para que se jubile. Tiene 55 años, más o menos, la mejor edad para el cargo del que disfrutaba, en el que cobraba un sueldo mucho mayor del que ahora le dan por irse. Es decir, antes le pagaban mucho para que no se fuera a la competencia, si se atiende a los criterios generales, y ahora le pagan para que se ponga a disposición de la competencia, que debería estar haciéndole proposiciones ya. En el caso de que dentro de algún tiempo continúe en el paro, las grandes empresas deberían bajar hasta niveles lógicos los sueldos de sus directivos, habida cuenta de que es un mito eso de que se quieran quitar los directivos unas a otras. Tampoco ha llamado nadie a aquellos otros que jubiló el Santander.

sábado, 30 de junio de 2007

Rodrigo Rato

No se pueden muchas cábalas acerca del regreso de Rodrigo Rato, puesto que son pocos los datos de los que se dispone. Acaso, lo que menos azaroso resulte pensar es que se aburre en el F.M.I. Su vuelta a la política resulta difícil en el supuesto de que sólo se conforme con el número uno, lugar en el que está instalado Mariano Rajoy, sin que se le vislumbren deseos de abandonarlo. Tan es así, que presumiblemente no ha planteado la batalla para configurar un equipo de su estilo porque no debe de estar seguro de ganarla. Esto viene a indicar que lo que pretende, por encima de todo, es volver a ser candidato presidencial. En el caso de que finalmente perdiera las elecciones sí que tendría que quitarse Rajoy de en medio, lo que otorgaría alguna posibilidad a Rato. Pero tampoco lo tendría fácil, ya que hay otros aspirantes al puesto. Algunos no se recatan en anunciar sus ambiciones y a otros se les ve venir con el Arte de la Prudencia bajo el brazo. Todos son duros, llevan tiempo en el mundo de la política, triunfando, y no le va a resultar fácil a Rato pasar por encima de ellos. Hay otros que sobran, pero se resisten a irse; conservan poder en el partido y esperan jugar su última carta; acaso puedan decantar la victoria a favor de uno o de otro y ello les garantice la continuidad. Pero también puede ocurrir, puesto que estamos en la política española, de listas cerradas, que logren tener gran influencia en el desenlace algunos de los grandes financieros del país. Rato tiene cualidades (él dijo “ingredientes”) para ser presidente del gobierno, pero también debe de tener una gran inseguridad en sí mismo, puesto que no tolera la discrepancia, exige la sumisión a sus colaboradores. Estos “ingredientes”, entonces, no están bien sazonados ni cocinados. Al menos, le falta un hervor. Pero tampoco es cierto lo que le dijo un correligionario suyo en los tiempos del felipismo: “Porque entre Solchaga y tú, tú, tú mismo, escogerías a Solchaga”. Quien dijo eso ha tenido tiempo de tragarse sus palabras, de rumiar su error.