Es así como lo explica la portavoz de ERC: No les interesa apoyar la candidatura Madrid 2016 porque no afecta a la “demarcación de actuación política de los Países Catalanes”. El modo de actuar de Carod, repartiendo el dinero como quiere y para lo que quiere, burlándose de lo que no le importa nada, induce a que al ver su cara en algún sitio la primera palabra en la que se piense sea carota. Sus actos indican que su modo de entender la democracia es bastante particular. Se tiene por una especie de Moisés que ha de conducir a su pueblo, aunque éste no quiera, hasta el lugar que él ha elegido.
He aquí que Carod y su partido se empeñan en referirse a los Países Catalanes y eso hay que aceptárselo porque los demás partidos necesitan sus sobrevalorados votos. El sistema político español concede una importancia desorbitada a los partidos nacionalistas, cosa que estos aprovechan hasta el máximo. En la circunstancia actual, tanto Zapatero como Montilla necesitan el apoyo de este partido. Este partido, en lugar de atender los intereses de los ciudadanos, satisface sus propios caprichos. A los ciudadanos juiciosos les queda esa opción que ha dado en llamarse ajo y agua. No merece la pena sofocarse, porque nuestra clase política no lo va a resolver.
Y si la negativa a apoyar la candidatura de Madrid y su empeño en hablar de los Países Catalanes, ese ente tan imaginario como Euskal Herria, resultan denigrantes, el desinterés por el modo en que se llevan las cuentas del Palau es patético. ¿Cómo se puede saber si no ocurre lo mismo en más sitios? Cómo se nota que el dinero no procede de los bolsillos de los políticos que configuran el tripartito. Así ya se puede ser generoso. Y luego critican la corrupción de otros lugares.
He aquí que Carod y su partido se empeñan en referirse a los Países Catalanes y eso hay que aceptárselo porque los demás partidos necesitan sus sobrevalorados votos. El sistema político español concede una importancia desorbitada a los partidos nacionalistas, cosa que estos aprovechan hasta el máximo. En la circunstancia actual, tanto Zapatero como Montilla necesitan el apoyo de este partido. Este partido, en lugar de atender los intereses de los ciudadanos, satisface sus propios caprichos. A los ciudadanos juiciosos les queda esa opción que ha dado en llamarse ajo y agua. No merece la pena sofocarse, porque nuestra clase política no lo va a resolver.
Y si la negativa a apoyar la candidatura de Madrid y su empeño en hablar de los Países Catalanes, ese ente tan imaginario como Euskal Herria, resultan denigrantes, el desinterés por el modo en que se llevan las cuentas del Palau es patético. ¿Cómo se puede saber si no ocurre lo mismo en más sitios? Cómo se nota que el dinero no procede de los bolsillos de los políticos que configuran el tripartito. Así ya se puede ser generoso. Y luego critican la corrupción de otros lugares.