Mostrando entradas con la etiqueta Cervantes. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Cervantes. Mostrar todas las entradas

lunes, 13 de enero de 2020

Democracia por encima de la justicia

Es bueno recordar que el Tribunal de las Aguas de Valencia data del año 960 y que desde entonces sus fallos se vienen cumpliendo escrupulosamente. Eso y no otra cosa es la civilización.
En los tiempos actuales, unos bárbaros procedentes del nordeste de España intentan subvertir el orden y confundir a las gentes sirviéndose de toda clase de patrañas, mentiras y falsedades. Incluso adoptan un tono solemne, aunque se nota a la legua que es impostado, para decir estupideces del estilo «la democracia ha de estar por encima de la política». Para creérselas hay que estar aquejado de una enfermedad mental grave, pero ya se ve que abundan las gentes en las que se da esta circunstancia. Y es peligroso estar entre ellas si no se ha perdido la razón, porque pueden abrirle a uno la cabeza. Para poder deambular tranquilamente entre ellas hay que simular locura extrema y aceptar que Calderón de la Barca fue catalán, como Cristóbal Colón, Cervantes y Santa Teresa.
Se da la circunstancia, además, que con el gobierno actual, que más que ninguno de los anteriores, es una banda, la gente cuerda lo va a tener muy mal. Los fascistas acuden a prometer el cargo ante el Rey luciendo símbolos antifascistas en la solapa, lo que significa que pronto, y de manera oficial, quien sea demócrata será considerado fascista y la intención, seguramente, es la de ilegalizarlo lo antes posible.
Estamos a un paso de que, de modo oficial, los etarras sean considerados demócratas y sus víctimas representantes del Estado opresor. De que se institucionalice la idea de que los etarras «hicieron más daño del que tenían derecho a hacer».
Todo ese tiempo de civilización transcurrido desde el año 960 hasta hoy puede estar a punto de acabar, y los responsables no pueden ser solo el Felón y su banda, sino también todos los que les antecedieron y abrieron camino para que esto fuera posible.

viernes, 9 de agosto de 2019

La supuesta catalanidad de Colón

Creo que a estas alturas todavía se desconoce el lugar en el que Colón vio la luz por primera vez, entre otras cosas porque a él no le convino que se supiera. La gente de su tiempo podía ser tan idiota como la de ahora, pero las costumbres y las circunstancias eran otras.
Se puede afirmar, no obstante, que Colón no nació en lo que entonces no pasaban de ser los condados catalanes, sujetos a la Corona de Aragón. Y se puede afirmar porque se han barajado varios lugares de nacimiento, y de entre ellos el más probable es Génova, y nunca había estado ninguna población catalana entre las candidatas a ser su cuna.
La cuestión al final es baladí, porque el lugar de nacimiento no afecta al asunto, lo que importa es el personaje. Naciera donde naciera, Colón sigue siendo Colón. Luego, los de aquí o los de allá quieren compartir el mérito de sus hazañas. En eso consiste el nacionalismo, en que un memo pueda considerarse descubridor de América.
Y una ocasión así no la podían dejar escapar los locatis catalanistas. Eso lo ha sabido trabajar Pujol muy bien. Los catalanistas no son nadie, pero se sienten grandes gracias al catalanismo. Y además Madrit les ha robado a Colón, a Santa Teresa, a Cervantes, a Arquímedes, a Pisístrato, etcétera. A Jesucristo también, pero esa es otra historia.
Para que se pueda entender el asunto de los locatis catalanistas, de cuya insania viven como marqueses algunos historiadores de pacotilla, basta con fijarse en el Rufián. Es un andaluz que si se hubiera quedado en su tierra no habría tenido más remedio que trabajar para vivir. Sin embargo, en Cataluña ha encontrado el modo de vivir como un cardenal sin dar palo al agua, sin hacer nada de provecho. Es curioso que un andaluz se desplace a Cataluña para poder hacer el vago. Esa es una de las consecuencias del nacionalismo, una doctrina a extinguir.
'2016.Año bisiesto' 
'El Parotet y otros asuntos'

'Diario de un escritor naíf'
'Yo estoy loco'
'Valencia, su Mercado Central y otras debilidades'
'1978.El año en que España cambió de piel'
'Tránsito en la mirada'
'Te doy mi palabra'   

miércoles, 17 de abril de 2019

Los países catalanes no existen

Aunque un paseante se pueda encontrar en Barcelona algún rótulo en el que ponga este nombre, eso solo prueba que hay gente que padece un tipo de delirio de difícil curación.
Más probable es la existencia de ese dinosaurio catalán que dicen que han encontrado y cuya catalanidad es indudable, porque seguramente llevaba la boina o gorra de payés.
Ahora solo falta que venga esa ristra de historiadores comandados, o acaso solo acompañados, por el Tucurull ese que tanto nos hace reír. Los otros de su cuerda, también. Lo que ocurre es que al pensar en el dinero que se llevan por decir las cosas que dicen y recordar que procede de las arcas del Estado, la risa se vuelve amarga.
El tal Turucull, y los demás que son como él, pueden demostrar, igual que han demostrado que Colón, Santa Teresa, Cervantes, Aristóteles (en realidad era Aristotells), o Mussolini (era Musol), e incluso Dios, son catalanes, podrán probar que el hallazgo del titanosaurio se ha venido ocultando durante todo el tiempo para que no se sepa que la patria catalana ya existía en tiempos inmemoriales.
Los titanosaurios se movían de un modo distinto a los demás animales prehistóricos, llevaban premonitoriamente un lacito amarillo y eran odiados por el resto a causa de que emitían sonidos diferentes a los del resto, y les gustaban las monchetes con butifarra.
Es decir, lo de los titanosaurios e incluso lo de que Dios es catalán puede tener un poso de verdad, un agarradero en el que basar sus afirmaciones, pero lo de los países catalanes, se pongan como se pongan, no hay por donde cogerlo.
La civilización, ya se sabe, el respeto de la ley, el cumplimiento de las sentencias, llegó a Valencia con el Tribunal de las Aguas, o sea, hace más de mil años, mientras que en Cataluña todavía siguen con las costumbres de la época de los titanosaurios. 

miércoles, 30 de enero de 2019

Bilbeny va descubriendo cosas

Mientras Sánchez, Borrell y el gobierno en pleno hacen el ridículo con su forma de encarar la situación que vive Venezuela, poniendo en riesgo con ello las inversiones españolas en el país caribeño, el ‘insigne’ -dicho entre comillas y con guasa- Bilbeny va ‘descubriendo’ cosas.
‘Descubre’ todo lo que quiere, así que no debería causar extrañeza que algún día dijera que el Dios de Abraham hablaba en catalán, y explicara que este dialecto, que se inventó Pompeyo Fabra y que a pasar de todos los millones dilapidados en el intento de obligar a usarlo no hablan más que cuatro gatos, es en realidad la lengua primigenia del universo de la que se derivan todas las demás.
No me extrañaría nada que este Bilbeny, cuyo solo enunciando de su nombre ya provoca las risas de las gentes, estuviera financiado por la Generalidad, esa parte del Estado cuya función parece ser la de malgastar las ingentes cantidades de dinero que de forma arbitraria y, por tanto, injusta le entrega el gobierno. Así pues, parte del dinero que debería destinarse a la gente vulnerable se le estaría entregando a este prodigio de la estupidez o del descaro para que, a costa de sus sandeces, pudiera darse una vida no ya de un Cardenal, sino incluso de un Pablo Iglesias.
Según este Bilbeny, un sabio para los catalufos, un bufón bobo para los catalanes, nos han estado engañando todo el tiempo con respecto a Colón, Cervantes, Santa Teresa de Ávila, Erasmo de Róterdam, o incluso del autor del Lazarillo de Tormes. Estamos a la espera de que ‘descubra’ que también ocurrió lo mismo con San Antonio de Padua o San Ignacio de Loyola. Bilbeny puede hacerlo, claro. Y llevarse el dinero de los contribuyentes españoles por ello.
Bilbeny por sí mismo explica todo lo que tiene que ver con el llamado purssés, o sea, proceso, desde su gestación, allá en los tiempos de Felipe V, hasta el momento actual.

domingo, 25 de noviembre de 2018

Begoña Gómez y su machoman

Debe de estar satisfecha la esposa del presidente del gobierno de la ‘proeza’ que acaba de llevar a cabo éste.
Con la misma razón con que Pedro Sánchez debería haber defendido los derechos de España sobre Gibraltar, que son todos, fue Adolfo Suárez, un ‘fascista’, a Francia, para afearle a Chirac la ayuda que le prestaba a ETA. He puesto fascista entre comillas porque se jugó la vida y otras cosas a diario para traer la democracia a España y se la volvió a jugar para defenderla. Lo de Sánchez con May es más o menos como lo explicó Cervantes: «caló el chapeo, requirió la espada/ miró al soslayo, fuese y no hubo nada.». Conociendo el percal no había nadie que pudiese creer que el guaperas este fuera capaz de enfrentarse, por mucha razón que tuviera, a los demás firmantes del acuerdo. Lo suyo en la tauromaquia se llama espantada. Aunque no me extrañaría nada que El País de Soledad Gallego-Díaz le hiciera publicidad en sentido contrario. ¿Pero quién puede leer esa cosa hoy en día?
Jacques Chirac, presidente de una gran potencia mundial, miraba de arriba abajo a Adolfo Suárez, político procedente de la dictadura que presidía un país sin relieve alguno en el panorama político internacional y para iniciar la conversación le enumeró los vinos franceses, los mejores, explicando las características de cada uno, tratando de impresionar con el vino y con su cultura enológica, para terminar preguntando ¿cuál quiere que le sirvan?
Un vaso de leche, contestó el presidente español, demostrando que podía estar a la altura de las circunstancias, lo que no ocurría con el francés, que debería tener vergüenza de su actitud con ETA.
Theresa May también debería sentir vergüenza de lo hecho por su país con el Peñón de Gibraltar, y el daño causado a España con su intromisión en la Guerra de Sucesión española, una de cuyas consecuencias es el gamberrismo de los catalanistas, pero los españoles no hemos sabido mandar a discutir con ella a alguien de la categoría de Adolfo Suárez.

miércoles, 26 de septiembre de 2018

Escrito por Tsevan Rabtan

«Así que, tenemos a Espada, un tipo arrogante de cojones, alguien que tiene una opinión sobre sí mismo la hostia de elevada, que ha decidido no dar facilidades.».
Pero si lo comparamos con Cervantes, no el escritor sino el hombre, que llevó a cabo tantas hazañas heroicas, que se comportó siempre con nobleza y lealtad, el tal Espada se nos viene abajo estrepitosamente y se nos queda en nada. Pero no Espada, sino casi cualquiera.
A estas alturas de la historia, cuando sabemos que se han llevado a cabo tantas acciones grandiosas, que ha habido personajes que hay rayado a tal altura, resulta evidente que para tenérselo tan creído hay que empequeñecer mucho el campo de visión, porque en cuanto se ensanche un poco, sólo un poco, es suficiente para que aparezca ante la vista algún personaje cuya comparación con él nos convierte a la inmensa mayoría en insignificantes.
Estas consideraciones llevan a la conclusión de que la humildad y la modestia son unas virtudes necesarias y que quien hace uso de ellas demuestra tener los pies en la tierra y una mirada que trata de ver más allá del horizonte.
Pero la cuestión no es que Espada se crea tan grande, sino que Tsevan Rabtan lo haya escrito como si eso fuera normal. Pero no sólo este reconocido jurista y escritor, sino que también hay doctores en filosofía, con un amplio historial académico y literario en su haber, y afamados y afamadas columnistas que también piensan lo mismo y lo aplauden con entusiasmo.
Tampoco es el único con tan alto concepto de sí mismo, son abundantes los que demuestran la misma afición. Y muchas veces no se sabe si es que ponen la luz corta para no ver más que lo que les conviene o lo suyo es pose, porque se han dado cuenta de que a las masas les enardece la ficción, porque temen a la verdad.

domingo, 15 de abril de 2018

35 años de cárcel por cristiano

Ocurre en esa Turquía que pretende ser admitida en la Unión Europea. Si no acepta y asume como propios los valores de la civilización no se le debería permitir.
Pero este cristiano ejemplar que va a ser condenado a esa pena y que responde al nombre de Andrew Brunson también pone en evidencia a esos otros cristianos que lo son, pero de boquilla, meapilas se les llama, y que reaccionan ofendidos ante cualquier mínimo cuestionamiento de sus creencias. Hace poco me las he tenido que ver con uno de esos, no español, sino de otro país. Si tuviera que dar sus dos características principales, me decantaría por la doblez y la obsecuencia, con el agravante de que las he descubierto de repente, nunca lo hubiera sospechado de él. Doblez por tergiversar a sabiendas mis palabras, en el ingenuo supuesto de que se me hubiera olvidado lo que dije, y obsecuencia ante un leguleyo al que se le adivina más intención de retorcer las leyes que procurar su cumplimiento y siempre actuando como explicó Cervantes: «Cubre el traidor sus malas intenciones/ con rostro grave y ademán sincero,/ y adorna su traición con las razones/ de que se precia un pecho verdadero.» .
También tuve que catalogar como meapilas a otro personaje, esta vez español pero que está en el extranjero, en este caso agravado además por su condición de cura, que se presenta como muy caritativo, y se muestra obsequioso para conseguir lo que quiere, pero que luego no tiene empacho en que se le note que lo que le motiva es su afán de notoriedad.
Al compararlos con esta sarta de hipócritas cobra verdadero valor el gesto de aquéllos cuya fe es tan verdadera que por ella arriesgan todo.
Merecen que se les ayude, se les apoye, se les aplauda, se les agradezca que muestren la parte buena del ser humano.

martes, 21 de marzo de 2017

Estado o nación

Será cosa del progreso que no cesa. Mientras los antiguos griegos se dedicaban a hacerse preguntas para las que no encontraban respuesta, la moda de estos últimos tiempos consiste en encontrar respuestas exactas, eso sí, cada cual da una distinta, a preguntas que hasta el momento no habían preocupado a nadie.
La península ibérica estuvo unida en la época de los visigodos, pero no podía considerarse una nación porque entonces no existía este concepto. Sus habitantes no tenían conciencia de que formaran una nación. Pero preguntémonos que cómo podía repercutir en un ciudadano del tiempo de Recaredo, de Cervantes, siglos más tarde, o incluso de nuestros días, el hecho de sentirse esto o aquello. Porque por este camino puede darse el caso de que alguien se sienta pescado o pato. Sí que repercute en el ciudadano de cualquier época el hecho de formar parte de un Estado, que se trata de algo racional y que proporciona seguridad jurídica con sus listas de deberes y derechos. A estos últimos pretenden acogerse muchos que no respetan los primeros. Exigen el derecho a no cumplir los deberes.
Si el Estado forma parte del mundo racional, la nación se incluye en la del emocional. Y esto significa que cuando la vía del ‘yo me siento esto’, ‘yo se me siento aquello’, ‘yo me siento incómodo’, se ha propagado, y lo hace por una vía mucho más efectiva que la intravenosa, como lo es la vía de la estupidez, gran parte del trabajo está hecho.
En informática se utilizan troyanos para que se introduzcan en ordenadores ajenos y luego manejarlos desde la distancia. En política se hace igual, se introducen ideas en cerebros ajenos para manejarlos luego desde la distancia con un manual de instrucciones muy sencillo. Así se consigue que personas que deberían preocuparse por el futuro de sus pensiones, por la asistencia sanitaria, por la Educación y otros similares, lo echen todo a rodar por cuestiones que ni les van ni les vienen.