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domingo, 10 de julio de 2011

Agencia de calificación europea

A la gente sectaria o maniquea se la convence pronto. Basta con que alguien considerado como de los suyos haga cualquier propuesta, por tontaina que parezca, para que enseguida merezca el aplauso unánime. A esto se le llama también idealismo. ¡Qué lejos queda aquel Sócrates que preguntaba, preguntaba y preguntaba! ¡Qué pocos de nuestros políticos actuales quedarían en pie! Quizá sea un rotundo acto de optimismo suponer que quedaría alguno.
La cosa da algo de risa si quien hace la propuesta es alguien al que no se le recuerda una idea buena desde que dejó el chupete. Tiene recetas mágicas, fórmulas milagrosas, quizá también el bálsamo de Fierabrás, para solucionar las angustias de todos esos que por culpa de los malos se han quedado sin trabajo, sin la prestación por el desempleo, sin nada.
Una de las cosas que propone es la creación de agencias europeas de calificación financiera. Lo que ocurre es que para ello debería convencer a los demás estados de la Unión Europea; si se consiguiera, tampoco habría ninguna seguridad de que esas agencias iban a estar manipuladas por las naciones europeas más poderosas. Basta con recordar el comportamiento de Alemania, Francia y otros países en el desafortunado incidente del pepino. El problema de la Unión Europea es que no acierta a diseñar una política común por culpa de los nefastos nacionalismos. No se trata de crear agencias para que hagan informes amables y de paso colocar en ellas a todos los enchufados que se pueda, sino de fortalecer la unidad europea.
Asusta pensar que en una situación tan grave como la que padecemos se presenten programas tan demagógicos, con propuestas que no son más que brindis al sol, y que han sido calificados por Cándido Méndez como soplapolleces, Duran Lleida ha dado en el clavo al decir que con ese mensaje reduce aún más el crédito de España y Rosa Díez pone el dedo en la llaga al decir que  "Es inútil esperar que mejoren las organizaciones en las cuales no mejora la gente".

'El psicólogo en casa'
'La huella del hereje'
'Quién mató al ayatolá Kanuni'
'Espiritual mente'
'África en el corazón del viajero'
'Diccionario de manías y supersticiones'
'Quién fue quién en el mundo clásico'
'12 ciudades del mundo'

lunes, 7 de septiembre de 2009

Zapatero en Rodiezmo

Desde los tiempos en que Zapatero negaba la crisis que se sabe que la confianza es un factor muy importante. No debe desconocer esto el presidente, sino que es probable que este fuera uno de los motivos, junto con el electoral, por el que la negaba. Lo que ocurre es que él creía que se bastaba por sí mismo para infundir confianza en la nación.
Cualquier campesino sabio, de esos que ya no quedan (no porque los campesinos que eran sabios hayan dejado de serlo, sino porque, para gloria de nuestra clase política, ya no quedan campesinos) sabe que para generar confianza hay que decir la verdad y hay que demostrar un decidido deseo de afrontar las cosas. El decidido deseo de afrontar la crisis supone que Zapatero, como presidente del gobierno, debió decir la verdad desde el principio y buscar el acuerdo con el mayor número posible de partidos políticos, pero sobre todo con el principal partido de la oposición.
Lo que ha venido haciendo Zapatero es buscar el apoyo de los partidos más radicales, a cambio de algo, e intentar desprestigiar al PP, para que no constituya alternativa política. El desastre está servido, pero a él, con tal de mantenerse en el poder, le da lo mismo. Los parados son para él instrumentos, aún trata con todo el descaro, habida cuenta de que su sufrimiento no le importa, captar su voto.
En Rodiezmo, con la que cae, ha hecho un discurso electoralista, atacando a aquellos a quienes debería pedir ayuda si de verdad tuviera interés en resolver los problemas de los trabajadores y ha contado con la ayuda de Alfonso Guerra y Cándido Méndez en el empeño. Sintomático lo de Alfonso Guerra, que se atrevió a desafiar a Felipe González, y ni siquiera se atreve a mantenerse a distancia de un Zapatero que nos lleva a la catástrofe. Cándido Méndez no se atreve tampoco a contradecir al líder socialista. Pero a estas alturas hay muchas propuestas sensatas sobre la mesa, ninguna de las cuales interesa a este gobierno.