Todo parece indicar que la flamante nueva alcaldesa de Valencia, María José Catalá, no se atreverá a quitar el infame palito que los catalufos pusieron en la ‘e’ de Valencia. Eso es una traición, alcaldesa, hay que limpiar la ciudad, empezando por el nombre, y arrojar la basura al contenedor.
Esa misma idea de mantener el palito da pie a pensar que no es que al PP, y quizá tampoco a Vox, les gustaría suprimir la nefasta AVL, pero no pueden, sino que están conformes con que exista. Y eso es otra traición a los valencianos.
Tampoco parece que Carlos Mazón, el presidente electo de la Comunidad Valencia, cuyo nombre correcto sería Reino de Valencia, tenga intención de cerrar la televisión valenciana. Hay que recordar que Alberto Fabra, en situación más difícil que la suya, tuvo el valor de cerrarla. Entre la televisión y la sanidad, prefiero esta última, dijo. Y llegaron los infames catalufos y la volvieron a abrir. Sacrificaron la sanidad con el fin de que nos familiaricemos con el engendro de Pompeyo Fabra. Puestos entre los dos Fabras, hay que fumigar a uno y hacerle un homenaje al otro, que consiste en volver a cerrar la televisión valenciana.
La valenciana es la Autonomía más endeudada de todas -¡gracias, catalufos!- y no queda más remedio que ahorrar. Conviene ir cerrando todo lo que se pueda, la maldita televisión, el Consejo Valenciano de Cultura, el Síndico de Agravios, el Consejo Consultivo Jurídico, etcétera.
Todo lo que se pueda cerrar y no sirve más que para colocar amiguetes, debería ser cerrado sin más preámbulos. No se puede abusar de los contribuyentes de forma tan descarada.
Además, conviene recuperar el IVAM para los valencianos destituyendo inmediatamente a la actual directora a causa del ridículo que hizo en el juicio del llamado ‘caso IVAM’ y de forma grotesca de gestionar el museo.
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