Mientras
muchos intelectuales tratan de pasar desapercibidos cuando está en
boga algún asunto importante, y otros aún hacen peor, porque ceden
a las tentaciones del populismo, Mario Vargas Llosa da la cara, aún
a sabiendas de que los antidemócratas no le van a aceptar que opine
lo contrario que ellos.
En
esta ocasión ha puesto su firma en un manifiesto en el que se le
pide a Rajoy que no negocie nada con Arturo Mas, presidente de la
Generalidad de Cataluña. ¿Qué tiene que negociar el presidente de
España con quienes incitan al odio contra los españoles, mienten,
tergiversan e inventan? Gentes que en momentos delicados en los que
sería necesario el concurso de todos para resolver la situación lo
que hacen es aprovechar la momentánea debilidad para chantajear con
el fin de obtener más beneficios particulares. Rajoy debería saber,
y para darse cuenta de ello no tiene más que mirar a sus antecesores
en el cargo, que si negocia con Mas no sólo no resolverá el
problema, sino que con ello dará pie a que siga creciendo. Rajoy no
debería tener en cuenta su conveniencia particular, sino que debería
comprender que actúa en nombre de todos los españoles, cosa que le
obliga a cumplir la ley y hacerla cumplir, y defender el buen nombre
de España, que unos descerebrados intentan mancillar. Los
nacionalistas, con su proceder desleal, también ensucian el buen
nombre de Cataluña.
Sonroja
un poco que el presidente del gobierno de España dé pie, con su
equívoco proceder, a que se le tenga que presentar un manifiesto
así.
Acompañan
a Mario Vargas Llosa en la firma del manifiesto una cincuentena de
personalidades, entre las que hay políticos del PP, del PSOE, de
UPyD y de CC.OO.
Algunos
de los firmantes son veteranos en este oficio de denunciar los
desmanes nacionalistas, como es el caso de Arcadi Espada, Jon
Juaristi, Albert Boadella o Félix de Azúa.
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