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viernes, 29 de octubre de 2010

Dios los cría II

Vaya con la historieta que se ha montado Sánchez-Dragó.

Resulta que ha publicado una "explicación" en El Mundo, alegando que la anécdota que aparece en su libro, en realidad, es más un cuento que una anécdota.

Antes que nada, me gustaría aclarar (sobretodo a un amigo de la infancia) que yo no he hecho ninguna acusación de pederastia. Ha sido el propio Sánchez-Dragó el que se ha adjetivado a sí mismo de tal modo, con su "anécdota", a la postre ficticia.

Ahora nos dice que el problema es que somos un poco torpes, que no pillamos la ironía, que no tenemos sentido del humor... Sea como sea, Dragó siempre tiene la razón, y somos el resto del mundo los que somos imbéciles. Otro día cualquiera, nos contará que le pegó una paliza a un negro, y luego dirá que se refería a que la paliza fue jugando al ajedrez, y que cuando dice "negro", se refiere a un chaval muy simpático que le ayuda escribiendo algunos capítulos de sus libros.

El tipo se sorprende de que sea ahora, y no antes, cuando se ha montado el escándalo. Bueno, no entiendo su sorpresa. El escándalo ha llegado cuando la mayoría de la gente se ha enterado de la movida. Yo, al menos, así lo hice, dado que no he leído (ni creo que lea) ningún libro de Dragó. Además, cuenta que es una anécdota conocida por muchos, que la contó delante de su mujer, etc.

A lo mejor Sánchez-Dragó se sorprende de que el resto de los mortales no estemos al tanto de sus conversaciones cotidianas, pero lo cierto es que así es. Y tampoco creo que sea una cuestión de ideologías. El propio comité de empresa de TeleMadrid ha solicitado que se le expulse del ente público, y que yo sepa, no está considerado como una televisión de izquierdas.

Sí que es cierto que ahora parece que Dragó es la persona a repudiar. Empresas y organizaciones con las que colaboraba intentan desmarcarse de él, e incluso hay librerías que empiezan a retirar sus libros de las estanterías. Y me parecería genial, si no fuera porque hay una componente de hipocresía importante en todo esto: Escupir sobre Sánchez-Dragó lleva implícita una propaganda positiva.

Resulta que he encontrado un blog, en el que se denuncia la escasa atención que gobierno y empresas prestan a este asunto. Parece que las redes sociales como facebook, tuenti, etc, permiten que haya fotos de menores con actitudes sexuales explícitas. Yo no me he encontrado ninguna, y de hacerlo, lo habría denunciado. No sería la primera vez que mando un mail a la guardia civil con direcciones con contenido pederasta.

El problema es que empresas con mucho poder, y con intereses, necesitan de cierta mano izquierda por parte de los legisladores para permitir que el grado de protección de datos, y más concretamente de los menores, sea más bien holgado. Esto facilita la expansión, y al mismo tiempo la gestión de los contenidos. Establecer filtros y controles siempre dificulta el trabajo, sobretodo en redes con cientos de millones de usuarios.

Técnicamente, Dragó no es un delincuente. Es una cuestión de cifras, pero las leyes españolas, a día de hoy, no consideran delito lo que Dragó dice que hizo (que luego dice que no lo hizo). Y efectivamente no lo es, pero no por ello es menos repugnante. Podemos cuadricular todos los tipos de acciones para moldearlas, e intentar encasillarlas entre lo correcto y lo incorrecto, pero eso no deja de ser un ejercicio de intenciones, y en gran medida resulta injusto.

Estoy muy de acuerdo con Marcelino Madrigal, autor del blog que cito anteriormente, en que somos muy de llevarnos las manos a la cabeza cuando la historia tiene repercusión mediática, y más pasotas cuando los protagonistas son anónimos. Aunque no creo que en el fondo la cuestión sea así.

Para mí, la pederastia es un asunto que, afortunadamente, repugna a la inmensa mayoría de la sociedad. El problema es que las instituciones y las leyes están para algo, o deberían estarlo. El ciudadano de a pie ve en las noticias que la policía desmantela redes de pederastia, y piensa que se está haciendo algo al respecto, y no cabe duda que así es, pero a todas luces resulta insuficiente. A diario leemos noticias sobre curas pederastas, o sobre el caso del profesor de karate canario, o vemos reportajes tipo "Callejeros" en Tailandia, Brasil, India, donde se nos cuenta como niñas pequeñas ejercen la prostitución, y de qué forma los europeos y estadounidenses peregrinan a estos lugares para satisfacer sus fantasías pedófilas con cierta facilidad. Y da la sensación de que estamos normalizando esto, como si ya no escociera, como si fuera algo que no se pudiera arreglar, como si hubiéramos tirado la toalla.

Sánchez-Dragó merece un escarmiento. Si no por pederasta, al menos por merluzo. Y todos deberíamos hacer una reflexión al respecto, sobre lo que estamos haciendo, sobre lo que no estamos haciendo, y sobre lo que deberíamos hacer.

Yo invito a todas las personas a que denuncien, y si no es denunciable, al menos a que rechacen ciertas cosas. Páginas que permiten a menores, no ya de 18, sino niños y niñas de 12 y 13 años, registrarse y subir fotos de ellos en ropa interior, o en actitudes sexualmente insinuantes, están a la orden del día. No siempre se puede hacer algo al respecto, pero si señalamos con el dedo y en masa, como hemos hecho con Dragó, probablemente haya gente que se tome más en serio este problema.

La pederastia existe, está entre nosotros, delante de nuestras narices. A veces le podemos poner nombre y apellidos, y a veces no, pero siempre hay que intentar hacerle frente. No creo que sea fácil esconderse de quinientos millones de usuarios, a no ser que los quinientos nos estemos haciendo los tontos, como parece ser que está ocurriendo.

martes, 26 de octubre de 2010

Dios los cría

Este es el título del libro en el que Sánchez-Dragó afirma, sin escrúpulos, que es un pederasta:

"En Tokio, un día, me topé con unas lolitas. Pero no eran unas lolitas cuelesquiera, sino de esas que se visten como zorritas. Con los labios pintados, carmín, rímel, tacones, minifalda...tendrían unos trece años. Subí con ellas y las muy putas empezaron a turnarse, mientras una se iba al váter, la otra se me trajinaba".

Me ahorraré los insultos hacia este hombre, por lo ineficaces. Lo que más patético me parece, es que él no solo se jacta de este tipo de acciones (que vete a saber si son ciertas, o el resultado de un mal viaje), sino que a menudo considera que la gente le envidia. Cree que él tiene la suerte de haber vivido una serie de experiencias, y que el resto de los mortales somos unos tristes conformistas, en su mayoría víctimas de una moralidad que frena unos sentimientos que él ha conseguido liberar.

Por supuesto, todo esto viene en un envoltorio literario, con nombres de filósofos, escritores, alguna pincelada de historia y mucha verborrea. Parafraseando al magnífico Paco Calavera, es como coger una mierda y bañarla en oro.

Yo no entiendo tanto de literatura, ni de filosofía, ni he viajado tanto como el señor Dragó. Pero no necesito nada de eso para saber que gente como él sobra en este planeta.

No voy a comprar ese libro. Espero que poca gente lo haga. De hecho, espero que nadie compre nunca un libro de este personaje que, está tan pagado de sí mismo, que no es consciente de lo repugnante que resulta.

Si creyese en la reencarnación, dejaría de comer jamón el mismo día en que mueras, por si acaso... porque no te trago.