LAS SIRENAS


Cuando el año pasado fuimos a la piscina, nos dimos cuentas de que las gemelas adoran el agua. Podían pasar mucho rato allí, sin quejarse, no decían ni pío aunque el agua estuviera fresquita. Después fuimos a la playa (nosotros somos de secano). Allí, las niñas dividían su tiempo entre los enterramientos y rebozados de arena, e interminables sentadas en la orilla del mar, donde esperaban chillando que las olas juguetonas vinieran a lamerlas. Por eso, en septiembre decidimos apuntarlas a su primera actividad extraescolar: natación.
En realidad, se trata de un curso de natación para bebés, en el que aprendemos a flotar, a mover las piernas, los brazos, y sobre todo jugamos muchísimo en el agua. Normalmente vamos los cuatro juntos, consiguiendo además, pasar un rato de ocio en familia. A veces la otra mamma (su padre) no puede venir, y me acompañan las abuelas, esas ayudantes desobediente, que hacen de su capa un sayo.

Las niñas están encantadas, ya amenazan con tirarse directamente al agua, o a los brazos de la monitora. Lo que menos les gusta es cuando las sumergimos para que aprendan a bucear, entonces te clavan las uñas donde enganchan. Los arañazos post-buceo están al cabo de la calle. ¡Gajes del oficio!. A pesar de esos ratos un poco desagradables, ellas disfrutan un montón, y nosotros en su compañía. De hecho cuando estamos en casa y ven que nos ponemos el bañador, comienzan aplaudir.
Otro de los beneficios de la natación se desarrolla en un campo que a mi me interesa mucho: el sueño. Después de hacer tanto ejercicio, y como su curiosidad malsana no las deja dormir si están en un parque, caen mortales, y a las diez de la noche, ya están fritas, consiguiendo además, dormir más horas seguidas. Este último argumento es incontestable, y hace que merezca la pena el esfuerzo de no echarse siesta, y plantarse a las cuatro y media de la tarde en el gimnasio, lo que yo no hubiera hecho antes de que ellas nacieran, ni aunque me prometieran que iba a tener el cuerpo de Elle Macpherson. Es más, merece la pena hasta ponerse ese "bonito" gorro (verde chillón para más señas), que luzco en la foto.
Saludos

PATOS, PALOMAS Y CAROLINA.


Hoy hemos ido al parque de Castelar, uno de los más bonitos de Badajoz. Si no me equivoco, lo diseñó un jardinero llamado Juan Nogré Rauch. El suelo es de albero, tiene árboles de muchas variedades, pero reconozco, que mi escasez de conocimientos botánicos sólo me permite identificar las enormes palmeras que lo pueblan.
Dentro del parque, hay un pequeño estanque, presidido por Carolina Coronado, poetisa extremeña del siglo XIX. La de Carolina es, posiblemente la estatua mejor acompañada de las de esta ciudad, siempre rodeada de patos, palomas, y algún pavo real. Todos atraen a los niños, que acuden a diario a darles de comer. Si yo fuera Carolina, si estuviera viva, estaría encantada de verme en tan ruidosa y hambrienta compañía. Ruidosos animales y niños, hambrientos, normalmente los primeros, que acuden a la llamada del arroz, los gusanitos, y el pan duro de forma inmediata. Eso sí, a costa de su tranquilidad, especialmente de las palomas, que cuando salen del estanque, se ven perseguidas por los "tiernos" infantes, que levantan los brazos, patean fuerte, les gritan "¡Eh, Eh!". Yo creo que deben tener el colesterol por las nubes (una dieta a base de gusanitos, no me parece adecuada), y el estrés a punto de provocarles una úlcera.
Las gemelas no van a ser menos, el ser un cafre no está reñido con la edad. Mostraron su entusiasmo nada más aproximarse al parte, y en cuanto las bajamos del carro y les colocamos las oportunas sujeciones, empezaron a correr como alma que lleva el diablo. Patricia, incluso se subió a los barrotes que rodean el estanque solita. Cuando me dí cuenta esta agarrada chillándole a un pato para que viniera. Luego, como los demás niños que no tienen miedo a las palomas (los hay más prudentes), se han dedicado a perseguir a las palomas sin cuartel. Se ponían en medio de un grupo de 20 o 25 y las espantaban, los pobres bichos echaban a volar, y apenas si podían comer algo. Así una y otra vez. Por primera vez se han embarrado los zapatos, y ensuciado los pantalones de tierra (las niñas no las palomas). Estoy satisfecha, ellas están felices y echando una merecida siesta.
Carolina, quedó acompañada de poesía, animales, niños, padres, abuelos, pan, arroz, gusanitos, árboles, y mucho entusiasmo. ¡Hasta mañana!

MIS PIES Y MIS MANOS


Creo que no he hablado nunca de cómo solucionamos el cuidado diario de las gemelas, lo que no deja de ser un grave error, vista la altura de partido en que me encuentro. Tratando de solucionar tamaña omisión, paso a desmenuzar brevemente lo que sucedió desde que nacieron.
Cuando Julia y Patricia tenían casi cuatro meses me incorporé al trabajo de forma parcial, y así continúo a día de hoy. Reduje a mi propia costa (como todas) mi jornada laboral, y sólo acudo a trabajar por la mañana. También cambié el tipo de trabajo que hacía y ahora me dedico sobre todo al hacer escritos (levantamiento de papel que le decimos), entre otras cosas, porque cuando hay malas rachas de sueño, de esas que duermes tres horas (no seguidas) durante no sé ni cuantos días, mi cabeza no da de sí. Todo esto ha supuesto un evidente retroceso laboral, pero en fin, cuando uno se decide a hacer algo, tiene que apechugar con las consecuencias.
Por las tardes, yo cuido a las niñas, aunque muchas tardes (no todas) mi madre me acompaña, y ayuda.
Queda pendiente el tema matutino ¿qué sucedió?. Pues bien, hemos de partir de que excluimos la posibilidad de acudir a guardería, porque para que negarlo, los niños comparten chupetes, virus, y de todo lo que toque (y a mi me parece bien), y en consecuencia, mientras se inmunizan y no, debe ser una etapa terrible para los padres. Peor, si tienes dos bebés prematuros, que se pegan todo la una a la otra. Vaya, que pensamos que no era lo más adecuado para ellas. Puede que no tengamos razón, pero esa fue nuestra decisión. Por eso, nos pusimos a buscar una chica que las cuidara a las dos, pero cuando venían a casa, las miraban, estaban un par de minutos, y apenas si nos daba tiempo a hablar del salario, porque a todas les parecía mucha carga. Alguna hubo que no pensó que fuera mucha tarea, pero era tan irresponsable, que la que se echó para atrás fui yo. Así nos fuimos quedando sin recursos, y acabamos acudiendo a los tan sufridos abuelos.
Los abuelos, esos seres mitológicos, llenos de fuerza y ganas de hacer cosas, todavía moran con excelente salud entre nosotros. Los cuatro tenían ganas de nietas, y desde luego han de estar saciados. Se organizaron de tal modo, que una pareja viene los lunes y miércoles, y la otra los martes y jueves, "cargando" con los churumbeles de forma alternativa los viernes. El resultado no puede ser mejor, ellos disfrutan de las niñas, las niñas lo pasan como los indios con ellos, y nosotros estamos tranquilos sabiendo que están en una manos inmejorables. Cuando van de excursión con el Inserso, se queda de guardia la otra pareja de abuelos, y así pueden disfrutar de sus merecidas vacaciones, y tiempo libre.
A mi no deja de parecerme un abuso, por nuestra parte, y probablemente este año podríamos llevarlas a una guardería, pero se les ve tan contentos a todos, que me da pena cambiar. Así parece que vamos a continuar por la misma senda hasta los tres años, momento en que nos incorporemos al colegio. Luego... ya cruzaremos el puente.
Como puede verse, mis padres y suegros, se han convertido en mis pies y manos, sin su ayuda no podría hacer muchas cosas. ¡Gracias a los abuelos! Gracias a todos los que desinteresadamente nos ayudan. Otra figura más a la que hacer un monumento. Los abuelos.

MIS NIÑAS ROCKERAS

¿Qué sucede cuando durante tu embarazo, escuchas los Pixies, Los Ramones, Zztop, etc? ... bueno, en mi caso, lo que ha sucedido es que tengo dos bebés rockeros. Mi hortera interior está aterrorizando, pensando que a partir de ahora estaré en minoría en el coche, y teniendo en cuenta, que no tienen canción hortera del verano de referencia, porque el año pasado ninguna canción se alzó con el título de campeona indiscutible...¿qué sucederá?, en buena lógica, deberían abominar la canción del verano. ¡Que pena, Dios mio!. Claro que, todavía me queda una esperanza, porque en el parque las he sorprendido bailando sevillanas al compás de lo que les cantan y palmean sus abuelas. No todo está perdido, y mi hortera interior puede descansar casi tranquilo.
Estas niñas ya bailan hasta el anuncio de "Special K" . Saltan más que la chica que inatenta colocarse los pantalones al compás de "One way or another" de Blondie. Eso por no hablar de lo que les gustan los Ramones, "Let's go".
Más en serio, a estas niñas les gusta mucho la música, y yo creo que se debe a que cada dos por tres se la ponemos, además de casi todo tipo, porque su madre, además de la hortera interior, tiene una clásica a la que le gusta Bach, otra rockera que acompaña a su papá, y como no, una folclórica y una popera.
Es bonito verlas saltar, al ritmo, pero desacompasadas, con esos movimientos infantiles algo torpes, con la lengua fuera, y riendo. Encantadoras ¿no creéis?. Espero que les siga gustando, aunque me quede sin escuchar la música que me gusta en el coche. De todas formas yo no conduzco y tengo mp3, estoy a salvo ¡ja!.

AFRONTANDO LA COMIDA



Las gemelas se van incorporando a las comidas familiares. Los fines de semana acudimos a comer con los abuelos, y allí ellas se sientan en sus sillas de director, de estas que se atan a las sillas normales, quedan así a la altura de todos los demás y comienza la diversión. Sus abuelos y tíos, están deseando suministrarles unas pequeñas cucharas de verdad, nada de látex, ni plástico, de acero inoxidable de toda la vida. Las golpean contra la mesa, hacen ruido, chillan, lo pasan bomba. Cuando se aburren, y los demás comenzamos a servirnos la comida, ellas hacen lo propio, comer de los platos de los demás, y ahí podemos ver una vez más las diferencias entre ambas. Mientras que Patricia, a la chita callando mete la cuchara en el plato de arroz, o en la tarta de su abuela, o de su tía, y chupa sustancia que saca. Julia, a grito pelado, ataca la fuente que se encuentra en el centro de la mesa, y que le ha sido acercada estratégicamente por un "alma caritativa". Ella grita, rasca con la cuchara, vuelve a gritar, se mete lo que sea en la boca, emite un ruidito de satisfacción, y vuelve a empezar. Se emociona tanto, que a veces le da besos a quien tiene al lado, para agradecerle su colaboración desinteresada. Patricia, por su parte, no se queda atrás, ataca el plato de su "pareja" (su tía, su abuela), y sólo lo abandona cuando se está acabando momento en el que acude a la fuente principal, como su hermana, eso sí, ella está tan concentrada en comer, que no dice ni pio. No es que saquen gran cosa de las cucharadas, pero ellas se entretienen, prueban sabores más normalizados, y nos hacen disfrutar a todos.
La fiesta, como todas las cosas buenas de la vida, concluye, cuando su padre y yo, pedimos que les retiren la pitanza. Ellas sueltan un "¡ohhhh!", síntoma evidente de su decepción, y los demás no lo hacen porque se creen que ya son mayores y les da vergüenza mostrar su decepción. El domingo la expresión utilizada por Patricia, tras atracar la tarta de chocolate casera del cumpleaños de su primo Juan Pedro, fue "Tadta, ¡ohhhh!", nos gustaría que repitiera la palabra, pero tras decirla dos veces esa tarde, estamos seguros de que no volverá a hacerlo en una buena temporada.

TAL COMO ERA, TAL COMO SON
















En blanco y negro yo, hace treinta y dos años más o menos, creo que me parezco bastante a mis gemelas, no sé que pensarán los demás. La foto está tomada en patio de la casa de mis padres, cuando vivíamos en Oliva de la Frontera (Badajoz). Yo también fui niña, chata, pelona y llevé pantalones muchos, muchos años.
En color, Julia y Patricia jugando con platos y vasos de plástico, poniéndoselos por sombrero, utilizándolos para darnos de comer a los demás. Están, en el comedor de casa de sus abuelos (mis padres), sentadas a la mesa, como unos comensales más. La foto se tomo ayer en Badajoz. Son chatas y pelonas, ayer casualmente no llevaban pantalón.

NUESTROS HIJOS SON GENEROSOS

El sábado pasado, cumpliendo con el ritual de acudir al Carrefour a hacer nuestras compras semanales, me encontré en la estantería de libros (siempre que veo una zona de libros tengo que parar a echar un vistazo), con el de Carlos González, "Bésame Mucho" donde a parte de apostar por el colecho, se trata de dar otro tipo de educación a nuestros niños. Le eché un breve vistazo, y encontré varios encabezados interesantes, uno que me llamó la atención decía "su hijo es generoso", y aunque no pude adentrarme en el asunto (como siempre las prisas), se me quedó esa frase dentro, y he estado dándole vueltas a la cabeza. Así, llegué a la conclusión de que es verdad, nuestros niños lo son; generosos, alegres, desinteresados, no son rencorosos... no se sí es la falta de edad, de experiencia, o de qué. Con el tiempo es posible que todo cambie, pero ahora sí es así.

Recordé, que cuando por la noche estoy de mal humor, porque he tenido que levantarme a ver qué es lo que sucede por tercera o cuarta vez, si les riño, me enfado, les hablo mal, ellas lloran un poco, me miran con esos ojitos del gato de Shrek, apoyan su cabecita en mi hombro, y me calman a mí. Si es mi marido quien las tiene en brazos, porque he perdido la paciencia (que le voy a hacer, no soy perfecta), me buscan, me sonríen en la oscuridad, y no les importa que su madre haya pasado por un mal momento (momento ogro o erizo, que le llamamos en casa), extienden sus brazos hasta donde yo estoy pidiendo mi compañía, y entonces me siento tan mal, que no puedo expresarlo con palabras.
No es sólo eso, mis bebés esperan pacientemente el turno para ser vestidas, animando a la hermana que se encuentra en el cambiador, jugando con ella al "cucú tras". También aguardan cuando están comiendo y sólo hay una persona para alimentarlas, aunque tengan hambre, respetan el turno de su hermana, y esperan que la cuchara llegue a ellas. No les importa que hayas comenzado a dar de comer a una o la otra. Comparten las bolsas de Aspitos, y hasta los juguetes, aunque hay que reconocer que esto último les cuesta más trabajo.
No hay lugar para el rencor en su vida, lo que pasa es cosa del momento, y después se les olvida rápidamente. Cuando se pelean, cuando hacen sus luchas de pressing catch, sólo es eso, el momento, a los cinco minutos están jugando juntas.
Sí, es cierto, mis hijas, nuestros hijos, son generosos.

¿INTIMIDADES EN LA DUCHA?

Lo confieso, he estado curioseando por internet blogs literarios, o mejor dicho de literatos. Me he metido de cabeza en el de la escritora Care Santos, llamado http://silencioeslodemas.blogspot.com/. A la confesión anterior tengo que añadir otra, es la primera vez que leo a la Señora Santos, que me era completamente desconocida y que por la forma en la que habla de los niños, da la sensación de no tenerlos y de que tampoco le gustan demasiado.
Su entrada del día se llama intimidades en la ducha, en ella habla de como le gusta ducharse, de qué forma se enjabona, por donde empieza, el tiempo que emplea en la ducha ideal, cosas de las que le gusta rodearse... y yo no he tenido por menos, que llegar a la conclusión de que ni tengo intimidad en la ducha, ni ningún otro sitio en realidad. Que cuando entro en el baño tengo muchas posibilidades de verme interrumpida por una preciosa enana con ganas de saludar, que vendrá aupada por su padre a ver qué es lo que hago, que me enjabonaré los más rápidamente posible todo el cuerpo sin orden alguno, usaré mi champú para cabello rizado, y con un poco de suerte conseguiré echarme la mascarilla o el acondicionador, pillaré el albornoz de donde lo dejé y todavía mojada asomaré la cabeza al menos en dos ocasiones fuera del cuarto de baño para ver como van las cosas. Me desenredaré el pelo al trote, con mi peine de tenedor tricolor, y como ahora es invierno y hace fresquillo usaré el secador, aunque todos sabemos que no acabaré la faena, no por prisa, sino porque desde mi mas tierna infancia, me ha aburrido muchísimo secarme el pelo.
Me vestiré con lo que entalle a mano, eso sí, siempre ropa interior limpia y por supuesto puedo olvidarme de ninguna crema hidratante, exfoliante o de cualquier otra clase. Me echaré desodorante si me acuerdo, me miraré al espejo que probablemente siga empañado todavía, y al no ver nada , optaré por salir definitivamente del cuarto de baño, acudiré al espejo de la entrada a comprobar que mis ojeras siguen en su sitio.
Después de ducharme no me surmergiré en ningún libro (ya me gustaría no creas que no), pero seguro que hay algo que hacer, adentrarse en el "fascinante" mundo de la cocina, o mucho mejor, salir de paseo a tomar el sol, perseguir patos y palomas en algún parque... iré a aprender cosas nuevas, a reconocerme en dos pequeños rostros, y a seguir trabajando, que los días son muy largos.
Por cierto Segun, ¿dónde está la esponja?.

VACUNACIÓN (II)

Aprovecho esta segunda entrada dedicada a la vacunación, para pasar de lo particular a lo general, de lo cómico, a lo más serio y hacer una de estas peticiones que las autoridades realizan desde sus altas tribunas internacionales, con la conciencia de que tendrán las mismas repércusiones que las suyas, prácticamente ninguna.
Yo, presumo de ser una persona bastante tolerante (he dicho que presumo, no que realmente lo sea), y en cuanto a educación de niños creo, que no es bueno tratar de imponer nuestros propios criterios en cada familia como unos fundamentalistas cualquiera. Sin embargo, en lo que a vacunaciones se refiere sí soy una radical, lo reconozco. Los padres debemos hacer todo lo posible por evitar que nuestros hijos sufran enfermedades que puedan dejarles graves secuelas, o incluso les cause la muerte. La vacunación, es un medio idóneo a tales fines. Sin embago, navegando por la red, he encontrado foros desde los que se propugnan campañas en contra de las vacunaciones, y me ha sorprendido, lo reconozco. No sé que fundamentos les apoyan a la hora de propugnar que se acabe con las campañas de vacunación ampliamente extendidas. Lo que he leído hasta ahora en contra de las vacunas no viene apoyado por ningún fundamento médico, nada claro al respecto, ninguna voz autorizada que apoye sus posturas.
Alguno de estos foros, partiendo de una postura equivocada, se llaman a sí mismos foros por la libertad en las vacunaciones. Digo que se parte de una posición equivocada, porque a día de hoy nadie te obliga a vacunar a tus hijos, puedes hacerlo o no. No se va a presentar una pareja de la policía para pincharlos. Es tu reponsabilidad. Siendo así las cosas, ¿qué libertad es la que se propugna?. Después de leer sus páginas, no entiendo que beneficio obtienen al no vacunar a sus hijos, qué perjuicio real, efectivo están provocando estas vacunaciones masivas en nuestros hijos, ¿por qué se equivocan las autoridades sanitarias?, ¿cómo es posible que la mayor parte de la comunidad médica yerre?...
Mi postura es clara, contundente a favor de las vacunas, tanto de las que se distribuyen gratuítamente por las Administraciones, como de aquellas que hemos de abonar los padres; Varilix, Prevenar, y Rotarix, han sido religiosamente abonadas y puestas a las niñas, en la seguridad de que estarán protegidas. Es un gasto notable (y doble en nuestro caso), pero no me importa afrontarlo si tengo la seguridad de que benefician a lo que más quiero. He de añadir, que en todos los casos hemos consultado al pediatra antes, y siempre nos ha aconsejado vacunarlas.
Acudid a vuestro médico, él os aconsejará con fundamentos médicos, yo sólo puedo hablaros desde lo que las tripas y la cabeza me dicen. ¡Vacunad a vuestros niños! ¡Evitemos que enfermen!
Para concluir otro llamamiento, en este caso a las farmacéuticas; abaraten las vacunas, y facilítenlas gratuítamente en todos los países en desarrollo. ¡Vacunas gratis, ya !

POCOYO Y ELY . ¡VIVA EL CARNAVAL!