BALANCE

Llegó el fin de año y parece obligatorio, en un blog de vivencias como este, hacer balance. Han sido muchos los cambios que Patricia y Julia han traído a nuestras vidas. Pasamos por temporadas en las que se agradecía la entrada en casa de cualquier persona que tuviera un brazo libre para dar un biberón. Ahora agradecemos a quien las saque de paseo un rato, o pueda empuñar una cuchara(como si de una espada se tratara) y reparta papilla a diestro o siniestro. En consecuencia, pasamos del mundo exclusivamente lácteo, al de los pures; salados, y frutas, y hace dos días conocimos la tortilla francesa. Nunca he entendido porque hablamos de salados, cuando sal precisamente es lo que no llevan, o al menos no lo llevaban hasta hace dos meses (ahora llevan una cantidad testimonial, pediatra dixit).

Pasamos de no dormir nada de nada, a dormir poquito y mal. El cansancio hizo acto de presencia en nuestras vidas inmediatamente, y no nos abandona de ninguna manera, de vez en cuando nos da un respiro, para que nos ilusionemos.

Pasamos de estar tumbadas todo el día, a irnos incorporando poco a poco, hasta que el día nueve de agosto de 2.007, fecha largamente recordada, Doña Patricia se incorporó en la cuna, y desde entonces no ha parado.

Pasamos de ser dos budas pelones, a tener cierta pelusilla, y unas pestañas rizadas y largas preciosas. También nos ha dotado la naturaleza con dos dientes que están esperando a sus hermanos.

Hemos pasado por bronquiolitis, bronquitis, constipados en general, alguna gastroenteritis, y ahora mismo tenemos completamente taponada la nariz chata por los mocos.

Hemos descubierto que a todos nos gusta el agua, y por eso disfrutamos como unos locos en la playa y en la piscina; que nos encanta “Pocoyo”; los anuncios de la tele; tocar los pianos de juguete que tenemos; colgarnos de los “móviles” de la cuna como dos pequeños Tarzanes, correr por el parque; salir de paseo a la calle; que nos den besos, mordisqutos, y nos hagan pedorretas en las piernas, en el cuello. También nos gusta que nos canten canciones: “Pin Pon es un muñeco” “Las manitas” “Los pollitos cantan pio pio pio, cuando tienen hambre, cuando tienen frio”. Nos gusta que nos lean cuentos, sobre todo el de “Ardilla tiene hambre”, y “Gato tiene sueño”. Disfrutamos con los tres cerditos, cuando el lobo sopla, cuando lo echan de casa quemándole el culo...

Por mi parte, estoy aprendiendo lo que significa tener dos personas más que dependen totalmente de ti. He sido feliz, he estado triste, agobiada, muerta de risa, cansada, he tenido ganas de llorar, y he llorado, he sentido una intensa preocupación por alguien que no soy yo, he perdido la paciencia, y la he vuelto ha recuperar dos segundos después. He cocinado, limpiado, jugado todo lo que se puede jugar, y un poco más. Me he desentendido de mi misma, he multiplicado el número de las profesiones a las que me dedico. Antes sólo era abogado, ahora soy eso a media jornada, y además enfermera, cocinera, canguro, animadora, y todo lo que haga falta.

Ha sido un año completo, fantástico. Patricia mira la pantalla del ordenador, no creo que me deje escribir mucho más

Si alguien lee esto, mi deseo es que, el año que acaba haya sido tan grato para vosotros como para mi, y que el que viene, sea todavía mejor.

CARRITOS GEMELARES



Vamos por nuestro tercer carrito, los hemos tenido en linea y en paralelo. Ahora nos decantamos por estos últimos porque si los pliegas ligeramente cabe en esa caja de grillos que llamamos ascensor, eso sí, haciendo ciertas piruetas con las ruedas delanteras, que en cuanto te descuidas se cruzan y te impiden entrar. Cualquier padre de gemelos o niños que se lleven poca edad, y vivan en edificios antiguos saben de que les estoy hablando.
El primero de nuestros carritos fue un jane "twin two" de color azulón, con dos "matrix pro" (¿os habéis enterado de algo?). Las cinéfilas "mátrix", son una especie de capazo grupo 0, de todo un poco, que se desmontaba del carro con cierta facilidad, sólo había que apretar un botón. Para subir y bajar en el ascensor, necesitabamos dar dos viajes, en el primero alguien subía con las matrix (las niñas iban dentro), y en el segundo se subía el armazón del carro, previamente plegado. Nunca conseguí salir sola a la calle, siempre necesitaba la ayuda de otra persona. Mi marido que es el rey del "arrecalcamiento", sí pudo metir el carrito, las niñas, las matrix (y a la madre que las parió) en un sólo viaje. Adoptando posturas acrobáticas dignas de espectáculos circenses sin parangón. Os doy mi palabra.
Cuando las niñas crecieron, tenía que bajar primero el armazón del carro, al que ya le habíamos instalado las sillas normales y después a las niñas.Tampoco podía salir sola a la calle. Este carro es el más fuerte de los tres que hemos tenido, era bastante ligero, pero como ya digo, no muy útil en pequeñas superficies, y con otro hándicap; las niñas iban montada una delante y la otra atrás, y la última no tenía mucho espacio, se aburría y a los dos minutos estaba más enfadada que un mono atado a una rama.


El segundo de los carros gemelares, era de la marca "olmitos", también azulón, en paralelo y con una barra que impedía que Patricia pusiera los pies por alto cada dos por tres. Ha sido bastante útil, le hemos dado mucho uso, pero al ser más débil (y pesado, que todo hay que decirlo), se ha estropeado al cabo de unos meses. No es que esté roto del todo, pero suena un montón y cruje por todos los sitios. Otro de los problemas de este carro es que, es demasiado bajo, y los padres que pasamos un poco la media de altura, vamos andando de una forma extraña, como con el culo en pompa, alzado, raro. Con este carro, si hemos salido las tres en amor y compaña.
Inconveniente de los carros anchos, es que no puedes entrar en todas las tiendas, porque no cabes. Tampoco puedes circular por todas las aceras, porque corres el riesgo de salirte a la calzada, y que un coche te lleve por delante. Pero en honor a la verdad, hay que decir que, ese no es un problema del carro, sino de urbanización de nuestros pueblos y ciudades, y de los modorros que hacen las puertas de las tiendas, que no tienen sensibilidad ninguna, no ya para con los gemelos sino, con las personas que tienen dificultades de deambulación.

El ultimo carrito, también es gemelar (lógico), paralelo, y naranja (por fin conseguí darle cabida al hortera que vive dentro de mi), es de la marca "chicco", no tiene barra, pero sí un cubre pies (da igual, porque Patricia sigue sacando sus piernecitas en cuanto le da la gana). Seguimos plegándolo un poco al entrar en el ascensor, y continuamos con los mismos problemas de falta de espacio en las calles. Este es más alto, ya no voy andando tan rara. A ver cuanto me dura, porque si bien salimos solas a la calle, el día menos pensado no voy a poder subir de la calle a casa, por la cuesta del portal ( que tiene una inclinación, que riete de los Pirineos), porque el carro pesa, las compras que hago también, y las niñas, las niñas no quiero ni decir lo que pesan, pero es una "jartá".

Me da la sensación de que en estos carros paralelos los bebés se entretienen más; ven la calle, se tocan, se quitan los juguetes, se despiertan la una a la otra (en caso de aburrimiento).... en fin, cosas que le dan vida a los gemelos.

PD: Le tengo echado el ojo a unos carritos de importación, que sólo se venden en Madrid y Barcelona, veremos si el día menos pensado no me ato la manta a la cabeza y me hago de uno.
PD 2: La vaca carnavalera, y el mosquetero son mis sobrinos, mis vaquitas van dentro del carro. El segundo carrito, aparece cubierto con una bonita funda verde de flores, y con una sombrilla a juego, porque la madre de las niñas (quien suscribe) tiene un hortera interior del tamaño de un campo de futbol, ¿pasa algo?.

LO PROMETIDO ES DEUDA


Prometí incluir una fotografía navideña más actualizada, pero todavía no he conseguido hacerle una a las dos. Por eso, de momento mando un aperitivo, Julia con gorro. Esta tarde voy a hacerle más fotos, ya veremos como salen.

COMPARTIENDO EXPERIENCIAS


Ayer coincidimos en la puerta de un hospital (no preocuparse que fuimos de visita) con el padre de dos gemelas que nacieron poco antes que Julia y Patricia, una semana antes más o menos. Son Irene y Paula. Durante una semana compartieron "box", incubadoras, el paso al nido de paredes transparentes, y la falta de peso. Desde entonces no habíamos vuelto a vernos. Me alegró mucho volver a encontrarnos, porque según se fue desarrollando la conversación, me di cuenta que a lo largo de este año hemos compartido más cosas; enfermedades, carritos incómodos, paseos en los parques, falta de espacio, cansancio, y alegría mucha alegría.
Me hizo sentir que, todos los problemas que me agobian, no son para tanto, que hay mas personas en mi situación, y si bien es de todos conocido aquello de "mal de muchos consuelo de tontos" (yo nunca he dicho que sea lista), no puedo por menos que reconocer que me sentí más aliviada, al saber que no soy la única que o bien trabaja a media jornada, o deja de trabajar; que necesito ayuda; que me siento cansada.... En definitiva, que los obstáculos con los que me encuentro no son únicos, ni exclusivos.
Parece que los seres humanos necesitamos compartir experiencias, que así las encuadramos en su espacio, les damos el sitio al que realmente se ajustan.
Hemos quedado en llamarnos para vernos en un parque donde quepan los carritos, y podamos ver de nuevo a nuestras niñas juntas, esta vez, sin enfermeras y horarios estrictos al medio.
Saludos a mis escasos lectores (si hay alguno), y felices fiestas para todos.

P.D: La foto que adjunto a esta entrada es del año pasado, todavía no he hecho ninguna este año.

LOS RIESGOS DE LA DEPILACIÓN EN LA SIESTA

En un encomiable esfuerzo por no parecer un cerdo ibérico de los más peludos, ayer me hice yo sola la cera de rodillas para abajo (para arriba no tengo pelos), y en un arranque de valor sin límites, me dije a mi misma, voy a depilarme las ingles (¡chúpate esa!).
Así, aprovechando que las gemelas estaban durmiendo la siesta (llevan dos días durmiendo siesta de verdad, de esa que dice la gente que dura dos horas), cargué mi máquina, una Rowenta del año 1995, con cera verde, me fui al cuarto de baño, y comencé a liquidar los pelos de mis piernas. En un pis pas había desaparecido el antiestético vello, con unos resultados de lujo, profesionales, jamas vistos hasta el momento (ya que lo hice yo, voy a echarme flores).
Visto lo anterior, me decidí a dar el salto a la entrepierna, y sucedió lo que pasa en estos casos, cuando me había puesto capas de cera en las ingles, se oyó un llanto proviniente de una cuna cercana, sin identificar. Inmediatamente pensé; "deja de llorar hija, porque como sigas así, vas a saber lo que es un llanto de verdad. No es que te vaya a pegar, ni mucho menos, es que como tenga que incorporarme y echar a correr con cera en la entrepierna, los lagrimones, gritos y lamentos que vas a oír, van a ser estremecedores, te voy a crear un trauma, y vas a pasar tu etapa adulta recurriendo a las cuchillas "gillete" para hacer desaparecer tus pelos..., que por muy venus que las llamen, no deja de crecerte unos pelazos duros como cerdas a los dos días" Mentalmente me repetía una y otra vez: "¡Por Dios, duérmete otra vez! o por lo menos cállate hasta que me quite los pelos, ¡Dios!, ¡ Dios!". Y cuando ya me veía corriendo entre horribles dolores hacia la cuna, mis plegarias obtuvieron resultado, el llanto cesó.
Respiré aliviada, y de un par de tirones (con lagrimón incluido), me extraje los pelos. Alcé mis manos, en un signo de victoria, recogí la habitación, y me dispuse a continuar el día. Pocos minutos después, Patricia se despertaba con una sonrisa en la cara, reclamaba mi presencia en la habitación para jugar un rato antes de la merienda.
Ahora que lo pienso... me había olvidado de las axilas, ¡mierda!

PD: En la foto se pueden observar las mis patorras depiladas este verano. Para que conste y no queden dudas, me las he vuelto a depilar después pero no tengo fotos donde se vea.

HORRORIZADOS


Cuando tienes gemelos, mellizos, trillizos, o en general varios niños de la misma edad, y sales de paseo tienes que estar preparado para las reacciones de todo tipo que tus bebés van a provocar.
Te van a mirar con mucha atención el 90% de las personas con las que te cruces; dentro de los que te miran, un 80% harán algún comentario sobre tus bebés, pensando que tu eres sorda y no te enteras de lo que dices cuando pasan a tu lado; en plan "¡dos iguales para hoy!", "¡fíjate dos bebés iguales!", "¡que ricos!", y el típico "¡Ay, ay, ay!", expresivo en extremo y que sirve para comentar cualquier cosa. Por último debemos destacar al menos un 30% de paisanos, que pararán tu carro en seco para hacerles carantoñas, comentar lo iguales que son (o no), preguntarte cómo lo llevas, que tal se portan y tras medio minuto de conversanción y conocimiento del niño, opinar sobre cual de los bebés es más travieso, más simpático, y practicar el divertido juego de la búsqueda de las siete diferencias (entre gemelos).... A estos, les dará exactamente igual donde te encuentres, si estás cruzando una calle, o hace frío y vas con prisa.
A veces pienso, que es un poco lo que deben sentir los famosos, cuando la gente les para por la calle. En este caso yo no soy la famosa, soy la madre de las artistas, y debo reconocer que en general, me resulta agradable, estar sometida a este tipo de atención, que por otro lado es gratuita y se nos concede sin haber hecho nada en especial (como a muchos famosos). Agradezco la atención y halagos que nos brindan, la suerte que nos desean y continúo mi camino con una sonrisa en la cara por todos los piropos que reciben mis gorditas, incluso cuando las confunden con dos niños.

Como ya he dicho, la mayoría de la gente es bastante agradable, sin embargo, hay un grupo de personas, que no sé si sienten fobia a los niños, o qué les sucede. Estos son los que cuando te ven con las gemelas (mellizos, trillizos...) lo primero que comentan es:"¡Gemelos, qué horror!". Me sorprende y desagrada este tipo de comentarios, pero he llegado a la conclusión de que a veces somos tan descuidados en nuestro trato a los demás , que no debo darle mayor importancia. Por eso, opto por no contestarles, ignorarlos, a menos que el comentario en cuestión, se realice en conversación directa conmigo. En ese caso niego la principal, y digo mi verdad: es mucho trabajo, físicamente es agotador, pero es la mejor experiencia que he tenido en toda mi vida.
La cosa cambia, si los que acompañan a las niñas son los abuelos, o su padre. Se enfadan mucho, y contestan airados al transeúnte, que no sabe donde meterse, trata de justificarse o huye a galope entre la multitud. Mención especial merece mi madre, persigue al que sea y le dice que el único horror que hay ahí es ella (normalmente son mujeres las que comentan esto), que sus nietas son preciosas, y que si no le da vergüenza referirse así a unas niñas... Para justificar porqué me hace tanta gracía, debo aclarar que mi madre es, posiblemente, una de las personas más pacíficas del mundo, y que evita cualquier tipo de enfrentamiento con los demás con una diplomacia extrema. Sin embargo, creo que cuando se trata de sus nietas/os, algo le salta por dentro, y se convierte en una leona enfadada (no cabreada, porque mi mamá no se cabrea nunca). Lo reconozco, me divierte que esta especie de católica discípula de Ghandi, fulmine estas personas tan desagradables con los ojos, y con las palabras sin importarle, el número, tamaño o grado de agresividad que se adivine en la individua en cuestión (repito, normalmente son las mujeres las que hacen este comentario).

En fin, señores/as, no se horroricen, tener varios niños a la vez es agotador, encantador, divertido, exasperante (a veces), preocupante, soprendente y sobre todo una experiencia única, que lamentablemente no creo que se repita. Pero les aseguro que no es ningún horror. No traten a ningún niño como si lo fuera, piensen que con ese comentario hieren a su familia, y a él mismo el día que lo entienda (los niños entienden más de lo que parece), y dense cuenta de que si fuera un niño con cualquier tipo de déficit, que supusiera un gran trabajo para sus padres, ustedes nunca harían ese comentario. Ningún niño, enfermo, sano, venga sólo o con más hermanos de una tacada, es un horror. Todos son algo precioso, que tenemos el honor de cuidar durante algunos años.

Saludos

DULCES SUEÑOS


Hace cerca de un año y medio, que no duermo debidamente. Cuando estaba embarazada me lo impedía entre otras cosas el peso de mi barriga, que me incomodaba, me hacía moverme hasta encontrar una postura adecuada, para volver a despertarme de forma intempestiva en mitad de la noche (tres en el mismo cuerpo, somos multitud). Las cosas han cambiado, desde que nacieron tampoco duermo, pero los motivos son distintos. Para que engañarse, son ellas el motivo de mi falta de sueño. Se despiertan por la noche. Una noche una, otras dos o tres noches la otra..., y también pueden despertarse las dos, momento en el cual, el infierno está servido para quien quiera probarlo.
Segun y yo pensábamos que se debía a algún complot gemelo-infantil, pero seguramente nos equivoquemos. Estamos tan cansados que ya no sabemos que creer. He buceado en internet, oigo a diario los consejos de mis amigos, y familiares:¡déjalas llorar!, ¡ya se calmarán!, y eso fue lo que hice la otra noche: ¡Una y no más Santo Tomás!. Pobre niña, lloraba sin parar, y aunque yo le hablaba para calmarla, ella no entendía nada, seguía llorando, extendía sus bracitos hacia mi suplicando un abrazo, una caricia. Y yo, como una imbécil, le ofrecía el peluche que usan para dormir(el hipopótamo que aparece en la fotografía), para ayudarla a conciliar el sueño,y continuaba hablando, suave, calmado. Salía de la habitación, ella seguía llorando, volvía a hablarle... y ella cada vez más nerviosa, con un llanto terrible. Al final de tanto llorar vomitó. Ahí, es cuando ya me enfadé; con ella, conmigo por ser tan imbécil, y hacer caso de consejos que no acaban de convencerme, de personas que tienen la mejor intención, pero no están conmigo por las noches para ver lo que sucede en casa.
Yo no estoy hecha para el "método Estevill". No puedo dejarla llorar, sufrir, tiritar de esa manera, no puedo ni quiero permitir que llegue a ese estado de nervios. No creo que lloren por capricho, sino porque lo están pasando mal de verdad. Creo que es cruel por mi parte actuar así, no me parece útil ni bueno para ellas.
Supongo que esto de los métodos de dormir, es un poco como la religión, crees o no lo haces, y yo no lo hago. No es que yo quiera aguantar como una tonta, pero pienso que tiene que haber otros modos de alcanzar idénticos objetivos. No pierdo la esperanza de conseguir que duerman "del tirón", y con tranquilidad. Ayer volví a visitar páginas de intenet, y entré en una web llamada dormirsinllorar.com, recomendaban el libro "Felices Sueños" de Elisabeth Pentley. Ya lo he comprado, quiero ver si con paciencia, puedo hacer que ellas duerman y yo descanse debidamente, pero eso sí, ni una lágrima más en esos ojazos. Si a alguien le interesa, ya iré contando el resultado.

HERIDAS DE GUERRA


¡Pobre Julia!, el domingo iba andando, sujeta por las típicas correas para bebé, que llevaba su padre, y de repente dio un giro de 180 grados, y se golpeó contra el pico de una vitrina. Los llantos no se hicieron esperar, no se quien tenía peor cara, si la niña con la herida en la frente, o su padre, que estaba blanco como el papel.

La cogí en brazos y comenzó a sangrar, mientras lloraba cada vez más fuerte. Los nervios, nos subían y bajaban por todo el cuerpo, le pusimos un abrigo encima del pijama, y su padre y ella se fueron para el hospital, a urgencias pediatricas. Yo preparé a Patricia en un momentín, y los seguimos con el carrito.

No hubo chichón, sólo una pequeña pitera, que curaron con un par de puntos de aproximación. Además, como había llorado tanto antes, se quedó dormida en el momento de entrar a curarla, y no se enteró de nada, absolutamente nada.

Durante una semana le hemos curado la frente con betadine, y le poníamos un apósito, para que no se quitara los puntos. Ayer ella misma, se dio un tirón y se quitó los puntos. No hay casi señal. Sólo el recuerdo de una herida de guerra, producida en los victoriosos campos del aprendizaje.

¡Ánimo, a seguir andando!