En la noche más negra de la Humanidad, el Sargento Johnson preparaba los cañones sonriendo y transpirando de ansiedad.
Cerca, muy cerca, sobre el cerro Uritorco, Alberto, uno de los últimos civiles en pie, hacía señales de marina como loco y lloraba ante la esfera de luz y plata que zumbaba en el aire, flotando. La ayuda celeste parecía haber llegado tarde.
—¡Paz! —gritó Alberto— ¡Que vuelva la alegría, por dios!
Su lamento se unió a otros, en otros cerros del mundo, frente a otras esferas de otros colores. Y arrodillándose, con lo poco de voz que le quedaba gritó de nuevo:
—¡Que vuelva la alegría!
Entonces la esfera disparó un haz de luz silencioso, devastador, y otras esferas dispararon.
El Sargento Johnson estalló en una carcajada, golpeando el tablero de control con la cabeza. Y hubo otras risas, desde otras luces.
Fuente de la imágen: Contacto OVNI Chile
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