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"E l'allegria, amica mia
Va via con te"
Nos ha servido el tiempo,
absolutamente,
………para aguardarnos más.
Para entrar por los grandes
portales de la esperanza
mientras los rostros estallan
de luz resplandeciente
y uno a uno, se cuecen
de alegría en un gran caldero
oloroso a eterna inmortalidad.
Nos ha servido el tiempo,
claramente,
………para amarnos más.
Para olvidar que es la espera
por un beso fatuo en la mejilla,
y sentir las agujas clavadas en
los dedos. Como la noche
moribunda donde se miente
caricias en el pelo abriendo
un cómodo espacio a la duda.
Nos ha servido todo.
Nada ha estado en nuestra
contra. Ni el mar, ni los ojos
de la oscuridad creciente.
Aunque a veces
muerda esa muerte la boca,
ácida lujuria para el regazo
caliente de un sofá acolchonado.
Todo ha sido útil:
Nuestras melodías danzantes,
los vientres espaciados.
Es un acierto incluso tanto
vacío y esporas entre
tu cuerpo y el mío;
desconocerte el ombligo:
…..que marca inverso las horas.
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Pude escribir de tanto amada Crown. De tanto, del cabaretito, sus ellas hombres y su aparente fracaso cuando no los miro directo a los ojos. Incluso de poemas atrasados y cartas que se trastocan por la falta de luz. Del dolor. De la muerte. Las matrices enfermas. La pelea con papá. Y por último y no menos importante, de la fiebre nocturna y sus tempestades. Pude contarles – aquí - a todos, de cómo pesan los domingos cuando se extraña a campo abierto todo lo que no puedes tener. De cómo atiendo amablemente a los que ya se ven muy viejitos por que si alguien tratará mal a los abuelos sería muy triste, me porto bien, pienso que todos son ellos. Entonces alguien lejos de esta ciudad pobre les tendería la mano al cruzar una avenida, alguien les sonreirá muy lindo y despacio ya que yo no puedo estar. Contar de cómo no duermo y no aprovecho la noche. Permanezco sentada escribiéndote estas líneas con el trasero congelado y la espalda destrozada. La garganta no está mejor. Pensé, de hecho, colocártelo con fonógrafo pero creo que me da miedo crear extrañas expectativas con mi ronca voz. En cambio –amada- termino esto. Me guardo mis ausencias del amor inoportuno y de vez en cuando volteo y escucho al hombre decir “Mi mancherai…mi mancherai” e imagino que te abrazo un día soleado, que te digo “quédate”. Pues has venido a verme, tú has venido a verme y ahora tienes que irte, regresar a tu hogar. Y yo te lloro mucho, realmente lloro desconsolada abrazando mi brazo que no es tu cuerpo. Imagino Stephen como desde niña en esa casa de la que te hablo con desesperación, que te digo: tienes que verme, tienes que verme. Me duele bonito nuestra ausencia. Tú no me haces daño. Y te escribo aquí de esta manera. Pude escribir de tanto pero te elijo a ti. Mi momento de alegría y en domingo – lunes. Habiendo dicho esto espero no se permita decir más.