Ahir, en roda de premsa, es va veure en Pep Guardiola enfadat com mai abans.L'entrenador blaugrana, segurament per primer cop en els darrers tres anys, va dedicar més estona als afers extraesportius que a comentar el partit Osasuna - FC Barcelona.Per què?En llegir algunes línees del que escrivien des de Madrid els directors d'As i Marca ens en podem fer una idea ràpida:
Villarato más guardiolato igual a estoVa a ser verdad lo de que Guardiola mea colonia. Su insistencia irrazonable en que el Barça viajara en avión y sólo en avión, se tradujo primero en un conato de aplazamiento del partido con Osasuna (pacto bilateral Barça-Federación) y luego, ante la indignación de Osasuna, que no tragaba, y el ambiente de reproche general, en un viaje tarde y mal, que se podía haber hecho antes. Vía AVE a Zaragoza y luego corto recorrido en autobús a Pamplona. Al final hubo partido, pero tres cuartos de hora más tarde de lo previsto. A la media hora, debería habérsele dado el partido por perdido, pero se le concedió esa gracia.
Porque mientras Guardiola se sentía estupendo, clubes históricos, como el Atlético o el Valencia, y otros que no lo son tanto pero merecen el mismo respeto, se afanaban por sortear, por carretera o tren, y en condiciones mucho más complicadas, el bloqueo aéreo. (Por cierto, mi felicitación a esos gambas que han dejado a trescientas mil personas en los aeropuertos y a esta España, ya en dificultades, de nuevo en lenguas. Nunca tan pocos hicieron tanto daño a tantos). Acudir en tiempo y forma a un partido es obligación cuyo descuido se penaliza con la pérdida del partido y de tres puntos más de sanción.
Pero el Barça es especial, ya se sabe. Sólo él se retiró de la Copa (¿recuerdan? contra el Atlético) sin sanción. Sólo él jugó una vez a las doce de la noche (¿recuerdan? contra el Sevilla). Sólo él retiró a dos jugadores de la Selección para jugar la Supercopa (¿recuerdan? Xavi y Puyol, contra Islandia). Sólo él pudo acudir a la justicia ordinaria sin reproche, tras lo del cochinillo. (La Federación cambió la norma, luego el Barça se retiró de esa vía y la Federación le aplicó el beneficio de retroactividad administrativa y no cumplió el cierre). Todo eso es villarato, no sólo (que también) lo de Iturralde y demás.
Alfredo Relaño, diari As, 4/12/10
La firmeza de Osasuna impide que Guardiola se ría del fútbol españolSi Pachi Izco, presidente de Osasuna, hubiera flaqueado ante las dudas de la Real Federación Española de Fútbol o ante los caprichos del Barcelona, a estas alturas la Liga estaría viviendo uno de los episodios más vergonzosos de toda su historia. Sólo la firmeza del dirigente navarro hizo posible que Pep Guardiola no se riera en la cara del fútbol español.
Al técnico azulgrana se le antojó que su equipo viajara en avión y en el día al partido de Pamplona. La medida, habitual en otros desplazamientos, tenía algunos agravantes. Por ejemplo, que este país se encontraba en estado de alarma y que el espacio aéreo permanecía cerrado. Pero Guardiola entendió que él está por encima de cualquier situación y mantuvo a la plantilla en Barcelona hasta las cuatro de la tarde mientras equipos de toda España y de todas las categorías cruzaban la Península Ibérica en autocar para llegar puntuales a sus compromisos.
Ahí están los desplazamientos del Sporting, desde Gijón a Barcelona, o del Racing, desde Santander a Málaga. Por no hablar de los cientos del kilómetros que hacen cada fin de semana equipos de todo tipo y condición con tal de cumplir con el sagrado deber de estar a la hora y en el momento justo en el que el árbitro pite el comienzo del partido.
De todos estos deportistas, de los ciudadanos y de la delicada situación social del país quiso reírse Guardiola con la aquiescencia de una Liga y una Federación que no fueron firmes en sus planteamientos. La dignidad de Pachi Izco y el apoyo que recibió de muchos presidentes de Primera división permitió mantener la hora del partido. Lo contrario hubiera sido una cacicada. El Barça tuvo que protagonizar entonces un ridículo viaje contra el reloj y contra la lógica. Y todo por el capricho de un entrenador que, como otras veces, actuó como un niño consentido.
Eduardo Inda, diari Marca, 5/12/10
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