En el último año hemos tenido, entre las excusas habituales que los canales de televisión llaman servicios informativos y que colocan entre anuncios y publicidad diversa, la crisis del botellón y la indisciplina, fruto, como ya sabemos todos, de que los padres no tienen el sentido de la responsabilidad y el valor necesario para asumir que tener hijos también es decir que no y educarles para que crezcan y se conviertan en personas y que eso es una cuestión activa y en la que los hijos también pueden convertirse en un problema más además de los del trabajo y la pareja y demás.
El caso es que una de las cosas que con el tiempo he ido viendo es que, hasta en la bebida, como en todo, en realidad, la masa no tiene criterio o cosa que se le parezca. Cualquiera sabe que lo más consumido por ahí suele ser el kalimotxo, el malibú con piña y otras mezclas no más complejas que A+B y en las que lo que se busca es demostrar la hombría de coger un buen pedo con algo dulzón en lo que el sabor del alcohol no destaque. Claro, la gente siempre argumenta que el botellón es algo social y lo que te cobran por una bebida aguada porque lo que es por la capacidad para distinguir de los conoisseurs locales, no va a ser, precisamente. El talento de la mayoría para la degustación de los alcoholes es más bien limitado y si se creen que un DYC es igual que un Jameson, van de culo.
Pero obviemos que el hecho objetivo es que la mayoría de los jóvenes beben para chuzarse. El uso y toma de alcohol, en el fondo, no deja muchas opciones, ¿no?, y cualquier otro argumento es porque al personal le gusta buscar un modo de distinguirse por esnob que sea. Lo admito, mi conocimiento vinícola es muy limitado y, salvo aquello que ya he probado, no puedo distinguir una región geográfica de otra, no hablemos ya de añadas, pero hay una diferencia bastante gorda entre un vino de tetra brik de cierta marca conocida (que no de prestigio) y un vino decente, no necesariamente caro, con su trabajo de bodega detrás, mimado y bien tratado.
Precisamente, de la misma forma que un buen plato cocinado con atención y detalle marca un estilo, se puede beber sin caer en la vulgaridad y la ordinariez y, a la vez, sin llegar al esnobismo más estúpido y pretencioso. Por tanto, para aquellos que deseen marcar la diferencia o aprender a beber con sensatez y con estilo (y porque no me fío completamente de alguien que sea completamente abstemio) hoy me propongo instruir en la preparación de combinados (o cóceteles).
Instrumental:
cualquier aficionado a la coctelería debe disponer, como mínimo, de lo siguiente:
-Coctelera de acero inoxidable (sirve también la modelo Boston que es la que se cierra con la siguiente pieza en vez de con el colador de acero tradicional) .
-Vaso mezclador (de vidrio y, normalmente, escala de medidas).
-"Dedal" de medidas.
-Cuchara larga.
-Colador de muelle.
-Vasos largos, cortos y copas de cóctel y de champán.
Opcionalmente, debe disponerse de batidora de pie y de licuadora.
Técnica:
la coctelera debe usarse, siempre, cogida a la altura de los hombros, con la mano izquierda (para un diestro) envolviendo la parte inferior de la misma y la mano derecha con el pulgar cerrando el tapón de la tapa y asegurando que queda sellada para que, al agitar con energía, no salgan disparados los fluidos (mira, justo al contrario que en una película porno).
En caso de emplear el vaso mezclador con la cuchara, debe removerse con calma y evitando machacar el hielo, lo que aguaría la bebida en exceso.
El colador de muelle debe emplearse siempre con el muelle hacia el interior para capturar aquellas semillas, trozos de pulpa u otras partículas que no deseemos en el combinado.
Recetas:
Para hoy he elegido cuatro recetas fundamentales para mí, tres clásicas, que pueden contemplarse a la hora del aperitivo o antes de la cena, y una algo más novedosa, que puede encajar en casi cualquier franja horaria.
Indico partes para que cada uno ajuste según la escala del número de copas a preparar.
Manhattan:
-2 partes de Whisky canadiense.
-1 parte de vermouth rojo (seco o dulce).
-1 golpe de angostura.
Prepárese en coctelera con todos los ingredientes y tres o cuatro cubos de hielo. Servir en copa de cóctel con una cereza al marrasquino o con piel de naranja.
Es una bebida sobria (valga el contrasentido), elegante, en la que se puede apreciar el alcohol sin que ahogue los sabores. Una bebida flexible y apta para cualquiera.
Dry Martini:
-4 o 5 partes de ginebra o vodka.
-1 parte de vermouth seco.
Preparado en coctelera (más seco) o en vaso mezclador (más aguado). Sírvase en copa de cóctel con una cebollita o una aceituna pinchada en un palillo (o piel de limón).
La bebida de James Bond (agitado, no mezclado). Una bebida de hombres (y mujeres) de verdad, no de nenas: seco y equilibrado, prácticamente perfecto y con su propia rama de estudios y derivados (muchos bastante indignos, como el de manzana). El vermouth cataliza la ginebra (o el vodka) y sube como un puñetazo a la mandíbula.
Gimlet:
-2 partes de ginebra (o vodka).
-1 parte de cordial de lima.
Mezclar en coctelera y servir en vaso corto (tumbler, en inglés).
El Gimlet es una receta versatil, apetecible antes de la comida. Se emplea cordial de lima mejor que el zumo ya que incorpora el sirope de azúcar y ayuda a equilibrar el alcohol sin ocultar nada. La bebida de Marlowe en the Long Goodbye.
Mexicola:
-Mitad, o más, de tequila, mejor añejado.
-Mitad, o menos, de cordial de lima.
-Coca-cola (mejor que Pepsi).
En vaso corto con hielo, se añade el tequila y el cordial hasta la mitad del mismo y después se llena con la bebida de cola.
Es una receta que se puede tomar a cualquier hora. El sabor del agave azul se combina muy bien con la lima y los aromas de la cola.