Militares armados por las calles de España contra el terrorismo yihadista

 

 Militares franceses patrullando el Metro de París.

El Gobierno ha pedido a Francia información sobre la Operación Centinela, que ha puesto a 7.000 soldados a patrullar núcleos urbanos

Militares patrullando estaciones de metro, en las puertas de colegios, en lugares turísticos… el Gobierno prepara planes de contingencia en caso de atentado yihadista y uno de ellos supondría el despliegue de las Fuerzas Armadas en las calles, al igual que ha hecho Francia. Se ha pedido información sobre cómo funciona la Operación Centinela gala.

Tras los atentados de Charlie Hebdo, y la posterior persecución de los terroristas que causaron la masacre en el semanario parisino, François Hollande ordenó al Ministerio de Defensa francés que sacara a las calles 10.000 efectivos militares.

El despliegue fue temporal, hasta que el pasado 29 de abril, el presidente francés anunciaba que la denominada ‘Operación Centinela’ se mantendría de forma permanente. Una misión que supone colocar a 7.000 militares franceses a patrullar con armas largas los núcleos urbanos y zonas de gran concentración turística del país.

El nivel de alerta antiterrorista en Francia continúa en el peldaño más alta, el color ‘escarlata’ de la escala ‘Vigipirate’. En España, de momento, se mantiene el nivel 3, que indica un riesgo probable o muy probable de atentado ‘nivel bajo’.

Sin embargo, según ha sabido El Confidencial Digital, el Gobierno, Interior y otras instituciones que conforman la célula de lucha contra el terrorismo yihadista continúan preparando planes de contingencia para aplicar en caso de que España sufra un ataque.

Y entre estos planes se encuentra una iniciativa muy similar a la que ha aplicado Francia, según confirman a ECD fuentes de la lucha antiterrorista. De hecho, buena parte del plan estaría inspirado en dicha ‘Operación Centinela’.

Según estas informaciones, Interior ha solicitado a Francia información precisa sobre el funcionamiento de la misión, cómo es su organización, cuál es la cadena de mando, cómo se disponen los efectivos…

Defensa y el Ejército de Tierra ya se han puesto a disposición de Moncloa para aportar los medios que se consideren oportunos llegado el caso. Incluido el despliegue de ‘boinas verdes’, las operaciones especiales del ejército español.

En Francia, los militares se han desplegado sobretodo en zonas de altas concentraciones turísticas, en iglesias o centros de culto judío. Recientemente se detuvo en París a un joven que quería atentar contra iglesias de un barrio del sur de la capital gala.

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No es terrorismo, es guerra

 

 

Si las medidas no se aplican muy rápidamente, perderemos esta guerra. Como la vamos perdiendo ahora

ANTES de hallar refugio en la Siria yihadista y diluirse entre Al-Qaeda y el Estado Islámico, la cómplice de los asesinos de París, Hayat Boumeddienne, hizo escala en Madrid, hacia Turquía. Luego, la frontera siria y el Califato. El yihadismo es una trama militar con bases en toda Europa. Y, en esa trama, España es puente. Entre las fortalezas del Cercano Oriente y el territorio de combate europeo.

España aúna tres condiciones para ello. Geográfica, la primera: el paso más sencillo hacia Europa pasa por la península; paso de personas como paso de armas, sobre la infraestructura del negocio mastodóntico del narcotráfico.

España es, además, waqf, término con que el islam designa aquellos dones, materiales o morales que Alá concedió benévolamente a sus creyentes y que, por ser donación directa de Alá mismo, no admiten reversibilidad ni modificación en el tiempo.

Lo que es entregado por Alá en propiedad a sus fieles lo es por toda la eternidad. Quinientos años de paréntesis son una mota de polvo en el desierto. Para un creyente riguroso, España (Al-Ándalus significa España) es intemporalmente musulmana. Que el ejército del islam la utilice hoy como base logística es, en términos de ley coránica, irreprochable. Añádase el odio incondicional que el islam profesa hacia un país dos de cuyas ciudades están enclavadas en el norte de África: estamos en el ojo del huracán de esta guerra en curso.

 

El error fatal sería hoy pensar que Europa afronta un problema policial complejo. Y analizar el yihadismo con la categorías usuales para un terrorismo clásico. No es terrorismo. Estamos ante una guerra. Santa. Como tal proclamada por diversas fracciones de un único ejército que el islam homogeneiza. Esa guerra se juega en dispositivos convencionales allá donde domina un territorio.

Así fue en Afganistán, hasta que los Estados Unidos destruyeron a Bin Laden. Así sucede hoy en buena parte de Irak y Siria, ante la suicida debilidad de los aliados. Desde esas bases militares se planifican los ataque en territorio infiel: Nueva York en 2001, París hace cuatro días. Sin necesidad de grandes refinamientos clandestinos. 

El islamismo está en Europa. Sólidamente arraigado en las jóvenes generaciones de la emigración musulmana. No hay más que saber mover el rencor que anida en las mezquitas.

Pero luchar contra eso no es tarea policial. No sólo. Asistimos a los inicios de una guerra de dimensión mundial. Y, en una guerra, sobre el Ejército recae la responsabilidad de no ser derrotados. Esa guerra exige la aniquilación previa de las fuerzas militares del Estado Islámico en Irak y Siria, por supuesto.

 

Pero también el paciente trabajo de inteligencia que permita infiltrar y limpiar por completo las redes del yihadismo en nuestro propio territorio. Lo cual es imposible sin un control único de inmigración y fronteras en la UE. Nadie debe esperar victorias rápidas. Pero, si las medidas no se aplican muy rápidamente, perderemos esta guerra. Como la vamos perdiendo ahora.

GABRIEL ALBIAC

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