Como cada Navidad, aprovecho estos días de fiesta para regresar a la
capital de España, donde además de visitar a familia y amigos, veo películas,
compro libros y visito exposiciones.
Normalmente me decanto por ver cintas nuevas, pero
este inicio de año decidí que era un buen momento de revisitar algunas ya
conocidas, como Lo que queda del día (1993), un film que ya me gustó en su
momento y que aprecio más y más con cada visionado. Anthony Hopkins y Emma
Thompson – dos actores de verdad, no como esos maniquís de ahora, que se
limitan a posar frente a un Croma para rodar escenas de acción – nos
transportan a la Inglaterra de mediados del siglo XX, siguiendo fielmente la
novela de Kazuo Ishiguro, traducida como Los restos del día.
Un libro
que busqué afanosamente hace unos meses, al enterarme de que Ishiguro había
recibido el Nobel (yo voy siempre con retraso en estas cosas), y que no
terminaba de encontrar por estar supuestamente agotado. Más bien creo que lo
habían retirado del mercado para poder venderlo así más caro. Lo podéis
encontrar en Anagrama.
El caso es que me lo leí en un par de días. El autor, japonés de nacimiento
e inglés de adopción, escribe de forma ágil y precisa, trasladándote sin
esfuerzo a la Inglaterra inmediatamente anterior y posterior a la Segunda
Guerra Mundial. Quizás sea este uno de los pocos casos en los que recomiendo
ver la película antes de leer el libro.
Antes, todavía en 2017, había visto la última de Woody
Allen, Wonder Wheel (2017), que curiosamente nos muestra la misma época, pero
al otro lado del Atlántico, una Coney Island completamente decadente, de
personajes muy poco edificantes, en plenos años 50. Quizás porque iba
temiéndome lo peor después de las decepciones de los últimos años, la película
no me disgustó, más bien me entretuvo como una buena obra de teatro. Eso sí, la
fotografía que tanto me había agradado en Café Society (2016) me resultó en
esta, demasiado exagerada y falsa.
Mi
siguiente parada fue la última de Star Wars. La última estrenada, porque esta
saga de los huevos de oro no tiene final, con tanta secuela, precuela y
spin-off. Aquí salió mi vena masoquista, pues era plenamente consciente de que
no me iba a gustar demasiado, pero es que, de verla, ha de ser en pantalla
grande; no en vano, lo único que ofrece es acción.
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En su día el cine hubo de adaptarse al sonido, luego tuvo que enfrentar la
televisión y el formato de vídeo; hoy lo tiene crudo con Internet y con las
plataformas que te llevan las series a casa. Su respuesta ha sido recurrir a
una espectacularidad llena de acción, pero vacía de contenido, de forma que Los
últimos Jedi (2017) te dan lo que prometen, una historia mil veces repetida,
con mucha espada láser, errores científicos de bulto que no importan a nadie y
un guion sin alma de corta y pega. De los actores mejor no digo más y me remito
al segundo párrafo de esta entrada. Eso sí, nadie puede salir del cine sintiéndose
engañado; después de ocho entregas ya sabemos lo que vamos a ver.
Suburbicon (2017) me gustó algo más, aunque tampoco demasiado. El par de
historias paralelas de la trama no termina de funcionar, motivo por el cual ha
recibido numerosas malas críticas a las que me sumo. A pesar de que está
dirigida por George Clooney, el guion de los Coen se impone con su habitual
negrura, dejándonos algún que otro momento interesante que se pierde en la
inanidad dominante. Quizás quiera abarcar demasiado, pero al menos se deja ver
(no quiero ser demasiado negativo en mi apreciación), aunque solo sea por recordar
los buenos tiempos de los autores de Muerte entre las flores (1990) o Fargo
(1996). ¡Qué lejos nos quedan esas dos obras maestras!
Fui a verla un martes y éramos siete espectadores, lo que sin duda dice
mucho del futuro de las salas. No sé si os ocurre a vosotros, pero ya son
varios los años en los que no encuentro películas que me interesen.
Visto el panorama, solo pude refugiarme en la cinta de
James Ivory y en otra de Woody Allen con la que al menos me río: Un final made
in Hollywood (2002). Miedo me da pensar qué me deparará el 2018 en cuestión del
séptimo arte.
Otro
día os cuento sobre las exposiciones.