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domingo, 17 de diciembre de 2023

Feliz Navidad

Termina un año de sentimientos encontrados, con la alegría de disfrutar de los míos (ojalá pudiese verles más a menudo), de recuperar los viajes a sitios exóticos, de vivir en Suiza junto a un buen puñado de fantásticos amigos…




Pero también con la tristeza de ver que España se descompone sin remedio, en una deriva que no por prevista es menos dolorosa. Romper con la separación de poderes, entre muchas otras cosas gravísimas, es destruir el templo de la democracia, y solo traerá más violencia, desigualdad y pobreza. Por desgracia, una amplia parte de la población prefiere mirar para otro lado si es que no busca activamente este despropósito.




Una vez más, a pesar del párrafo anterior, quiero dar las gracias a todos los que pasáis por aquí, comentéis o no. Desearos unas muy felices Fiestas y que empecemos el 2024 de la mejor de las formas.

domingo, 11 de diciembre de 2022

Feliz Navidad

Se nos va otro año, algo que da la impresión de suceder cada vez más rápido. El 2022 nos trajo una guerra a las puertas de casa, una herida que vivo de cerca al conocer a varios rusos y ucranianos y que parece continuará abierta en 2023. Más de 60.000 ciudadanos ucranianos han hallado refugio en Suiza, aunque muchos están regresando porque su situación de desarraigo pesa más que la seguridad del país helvético. Ojalá que se ponga pronto fin a toda esta barbarie.

Muy en segundo plano queda el fin de las medidas contra la Covid en la mayor parte los países avanzados. Sigue habiendo casos, pero parece que ya hemos vuelto a la normalidad, algo que necesitábamos mucho.

No sé qué nos traerá el 2023, pero no adelantemos acontecimientos, pues primero tenemos que pasar la Navidad. Me consta que no es una buena época para algunos, pero eso no es óbice para que yo os desee mucha felicidad en estas Fiestas. Que lo paséis muy bien y que pongamos un broche de oro al 2022. Como sempre, solo me queda agradeceros vuestras visitas y comentarios.

domingo, 6 de diciembre de 2020

Navidad

La capilla de Santa Verena está a tiro de piedra de donde vivo. Un corto, pero atractivo paseo nos lleva hasta allí atravesando bosques, campos de cerezos y prados que suelen estar vacíos de gente.




Fue construida en las faldas del Zugerberg entre 1705 y 1710, en la antigua ruta de peregrinación a Einsiedeln, reemplazando a un edificio anterior, de 1660, y se considera obra del hermano benedictino Caspar Moosbrugger.




La planta de la capilla, que está orientada al este, corresponde a una cruz latina, siendo el brazo del lado de entrada exactamente el doble de largo que los otros tres.




Si hace buen tiempo, es habitual que me acerque dando un paseo, y la primavera pasada fui testigo de cómo difiere la mentalidad suiza de la española. Estaba dentro, sentado en un banco, descansando agradecido por el frescor de sus muros, cuando algunas personas se acercaron para encender unas velas.

En cualquier país mediterráneo tomamos una de las ellas y la usamos para encender la nuestra. Pero claro, para un suizo es inconcebible tocar la posesión de otro, así que todos fueron encendiendo la suya con la cerilla correspondiente.


Santa Verena es una de las santas más veneradas de Suiza. Defendió especialmente a los enfermos y necesitados, y sus atributos son un peine y una jarra de agua. Mi intención era contaros la historia de las velas, pero ha querido la casualidad que la santa esté relacionada con los enfermos en un año de pandemia como el que estamos viviendo.



Por eso, más que nunca, os deseo una muy feliz Navidad. Ojalá que el 2021 sea mucho mejor y nos permita olvidar los sinsabores acumulados.

jueves, 12 de diciembre de 2019

Navidad


Ilustrar la Navidad con una foto de una cascada puede sorprender y quizás necesite de una explicación, pero es que se trata de Godafoss, la Cascada de los dioses, y según las sagas islandesas, fue aquí donde alrededor del año 1000 se declaró oficialmente la cristianización de Islandia, país que como ya sabéis, he visitado en este 2019.


Os quiero desear unas muy felices Fiestas al tiempo que agradeceros vuestras visitas y comentarios. Que lo paséis estupendamente y que carguéis las pilas, para afrontar con éxito un 2020 que ya asoma por el horizonte.

domingo, 16 de diciembre de 2018

Navidad

Que el tiempo vuela y se nos escapa de las manos es un recurso muy manido, pero lo cierto es que nos deja sus momentos, como esta Luna de sangre que os pongo como ejemplo. Cada uno tendrá, sin embargo, sus propios recuerdos de este 2018, y espero que la mayoría sean muy buenos.


Os imagino liados con los preparativos navideños, así que os robo poco tiempo y solo os deseo una Navidad muy feliz y un estupendo comienzo de año.

sábado, 13 de enero de 2018

Navidad en Madrid

Como cada Navidad, aprovecho estos días de fiesta para regresar a la capital de España, donde además de visitar a familia y amigos, veo películas, compro libros y visito exposiciones.

Normalmente me decanto por ver cintas nuevas, pero este inicio de año decidí que era un buen momento de revisitar algunas ya conocidas, como Lo que queda del día (1993), un film que ya me gustó en su momento y que aprecio más y más con cada visionado. Anthony Hopkins y Emma Thompson – dos actores de verdad, no como esos maniquís de ahora, que se limitan a posar frente a un Croma para rodar escenas de acción – nos transportan a la Inglaterra de mediados del siglo XX, siguiendo fielmente la novela de Kazuo Ishiguro, traducida como Los restos del día.


Un libro que busqué afanosamente hace unos meses, al enterarme de que Ishiguro había recibido el Nobel (yo voy siempre con retraso en estas cosas), y que no terminaba de encontrar por estar supuestamente agotado. Más bien creo que lo habían retirado del mercado para poder venderlo así más caro. Lo podéis encontrar en Anagrama.


El caso es que me lo leí en un par de días. El autor, japonés de nacimiento e inglés de adopción, escribe de forma ágil y precisa, trasladándote sin esfuerzo a la Inglaterra inmediatamente anterior y posterior a la Segunda Guerra Mundial. Quizás sea este uno de los pocos casos en los que recomiendo ver la película antes de leer el libro.

Antes, todavía en 2017, había visto la última de Woody Allen, Wonder Wheel (2017), que curiosamente nos muestra la misma época, pero al otro lado del Atlántico, una Coney Island completamente decadente, de personajes muy poco edificantes, en plenos años 50. Quizás porque iba temiéndome lo peor después de las decepciones de los últimos años, la película no me disgustó, más bien me entretuvo como una buena obra de teatro. Eso sí, la fotografía que tanto me había agradado en Café Society (2016) me resultó en esta, demasiado exagerada y falsa.


Mi siguiente parada fue la última de Star Wars. La última estrenada, porque esta saga de los huevos de oro no tiene final, con tanta secuela, precuela y spin-off. Aquí salió mi vena masoquista, pues era plenamente consciente de que no me iba a gustar demasiado, pero es que, de verla, ha de ser en pantalla grande; no en vano, lo único que ofrece es acción.


En su día el cine hubo de adaptarse al sonido, luego tuvo que enfrentar la televisión y el formato de vídeo; hoy lo tiene crudo con Internet y con las plataformas que te llevan las series a casa. Su respuesta ha sido recurrir a una espectacularidad llena de acción, pero vacía de contenido, de forma que Los últimos Jedi (2017) te dan lo que prometen, una historia mil veces repetida, con mucha espada láser, errores científicos de bulto que no importan a nadie y un guion sin alma de corta y pega. De los actores mejor no digo más y me remito al segundo párrafo de esta entrada. Eso sí, nadie puede salir del cine sintiéndose engañado; después de ocho entregas ya sabemos lo que vamos a ver.

Suburbicon (2017) me gustó algo más, aunque tampoco demasiado. El par de historias paralelas de la trama no termina de funcionar, motivo por el cual ha recibido numerosas malas críticas a las que me sumo. A pesar de que está dirigida por George Clooney, el guion de los Coen se impone con su habitual negrura, dejándonos algún que otro momento interesante que se pierde en la inanidad dominante. Quizás quiera abarcar demasiado, pero al menos se deja ver (no quiero ser demasiado negativo en mi apreciación), aunque solo sea por recordar los buenos tiempos de los autores de Muerte entre las flores (1990) o Fargo (1996). ¡Qué lejos nos quedan esas dos obras maestras!



Fui a verla un martes y éramos siete espectadores, lo que sin duda dice mucho del futuro de las salas. No sé si os ocurre a vosotros, pero ya son varios los años en los que no encuentro películas que me interesen.

Visto el panorama, solo pude refugiarme en la cinta de James Ivory y en otra de Woody Allen con la que al menos me río: Un final made in Hollywood (2002). Miedo me da pensar qué me deparará el 2018 en cuestión del séptimo arte.


Otro día os cuento sobre las exposiciones.