Hace un par de fines de semana estuve viendo la película, aunque más bien era un documental, sobre Juan Pujol García, un español que trabajó como agente doble en la Segunda Guerra Mundial. Su nombre en clave para los alemanes era Arabel, mientras que los aliados lo conocían como Garbo, por sus dotes como actor.
Su principal hazaña fue convencer a la Alemania nazi de que el desembarco de Normandía se trataba de una mera táctica de diversión para atraer las fuerzas alemanas destacadas en Calais, donde se produciría el verdadero asalto. Lo hizo tan bien que los nazis siguieron confiando en él incluso después de haber perdido la guerra.
Poco se sabe de las inclinaciones políticas de Pujol, que había nacido en Barcelona. Fue reclutado por los Republicanos durante la Guerra Civil, pero sólo se presentó con la intención de cambiarse de bando, protagonizando una anécdota divertida cuando al intentarlo una noche, y después de dar vueltas en círculo, acabó en su propio bando, donde sus intenciones fueron recibidas a tiro limpio. Parece que su afán por combatir a los nazis y a los comunistas enraizó en aquella época.
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Ya con la Segunda Guerra Mundial en marcha, se presentó en la embajada británica de Madrid, para ofrecer sus servicios como espía, pero como no le hicieron caso, acudió a la embajada alemana, donde le reclutaron inmediatamente.
Marchó a Lisboa y estuvo allí casi un año, haciendo creer a los alemanes que vivía en Londres, y comenzó a reclutar una red de hasta veintidós agentes falsos, completamente inventados por él y que supuestamente le suministraban la información.
Finalmente, el Mi5, el servicio secreto británico, se fijó en él y comenzó a trabajar para ellos, esta vez ya en Londres.
Comienzan a darse situaciones rocambolescas, como que tuvieran que inventarse que uno de sus falsos agentes había fallecido para justificar la falta de información sobre un convoy. Los alemanes no sólo se lo creyeron, sino que decidieron pasarle una pensión a la viuda.
También resulta curioso que el dinero pagado por los alemanes para financiar su red de agentes, terminara siendo utilizado en operaciones británicas.
Después de la guerra, Pujol se mudó a Venezuela, no sin fabricarse antes una muerte, también ficticia, en Angola.
En general, el documental dirigido por Edmon Roch es muy interesante, y yo sólo le podría un par de peros: en primer lugar, resulta difícil creer que los alemanes fueran tan ingenuos. No se dice nada sobre la información real que se les suministró, pero algo debieron darles para que confiaran tan ciegamente en él. Por otro lado, tampoco cuentan mucho de la vida de Garbo y parece que han rellenado las lagunas con imágenes de películas de espías para alargar la duración del documental. No obstante, las imágenes de archivo son muy buenas, la historia es fascinante, está muy bien documentada y te engancha por completo.