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07 marzo 2009

Las consecuencias del “síndrome de la muerte sedentaria”

El sedentarismo fue catalogado como uno de los principales
factores de riesgo de las enfermedades cardiovasculares.


Obesidad, diabetes y enfermedades cardiovasculares son algunas de los resultados de estar inactivo. Para los especialistas, la clave está en convertir la actividad física en algo espontáneo y placentero.
Si bien son harto conocidas las recomendaciones médicas de hacer ejercicio físico, el 40% de las personas no realiza ninguna actividad.
El sitio En Plenitud publicó que desde el paleolítico, el común de los hombres tenía que ganar el pan con sudor y aun así no conseguía librarse de épocas de hambre. Las cosas cambiaron al punto que por primera vez en la historia hay más gente en el mundo con problema de sobrepeso que hambrienta.
Según especialistas, esto es en parte porque el trabajo no exige ya para muchos ningún esfuerzo físico y en parte porque el mundo tecnológico actual se orientó hacia el mínimo esfuerzo y en las sociedades desarrolladas apareció un fenómeno inédito y masivo llamado sedentarismo a tiempo completo.
Así, lo que en otras épocas podía ser un lujo se convirtió en maldición.
En los últimos años, el sedentarismo fue catalogado como uno de los principales factores de riesgo de las enfermedades cardiovasculares, con un rango similar al de la hipertensión y el colesterol elevado. Lo peor es que las desgracias no vienen solas y que sedentarismo, obesidad, diabetes y enfermedades cardiovasculares tienen muchos puntos de conexión.
Algunos especialistas norteamericanos dieron nombre al síndrome de la muerte sedentaria (SeDS o sedentary death síndrome, en ingles) para caracterizar todas las enfermedades cuya situación se agrava por la falta de actividad física, provocando un aumento de la incapacidad y las muertes prematuras.
La lista de patologías cuya incidencia aumenta por la falta de actividad es de lo más variada e incluye infarto, osteoporosis, apnea de sueño, diabetes tipo 2, cáncer de colon, hipertensión, demencias, síntomas menopáusicos, enfermedad vascular periférica, problemas respiratorios e ictus, entre otros.
A la lista se pueden añadir otras incapacidades agravadas por el sedentarismo, entre las que se incluyen las causadas por el ictus, el dolor de espalda y las fracturas por caídas.
Un estudio finlandés publicado en The New England Journal of Medicine dejó patente que el ejercicio físico, incluso de forma mas clara que la dieta, es crucial para prevenir la diabetes tipo 2.
Según ese estudio, probablemente cualquier tipo de actividad física -ya sean deportes, tareas del hogar, trabajos de jardinería o la actividad física relacionada con el trabajo- sea igualmente beneficiosa para prevenir la diabetes.
El mejor ejercicio es aquel que aumenta los latidos del corazón y mueve grupos musculares grandes (los de las piernas y brazos). Hay que ir de menor a mayor y, sobre todo, mantener la regularidad. Para ello lo mejor es hacer una actividad placentera y que se incorpore de forma espontánea a la rutina diaria, mejor por la mañana que por la noche, para no interferir el sueño.