Dentro de mí está flotando, siento su aleteo constante y su zumbido.
Cuando balanceo las caderas al caminar, se mueve conmigo, la escucho y la miro.
Me acaricio la tripa con temor y ternura, sin olvidar que ahora somos
dos.
Antes del alba, en las horas de incertidumbre…, le canto una nana. Como
cada mañana llega el hombre de blanco, nos miramos sin hablar y trata de
abrazarme pero no puede.
Me quedo aturdida mirando por la ventana agujereada. Veo los àrboles
danzar con el viento, me escapo de la habitación de cristal y vuelo por el
bosque mágico: soy la mujer mariposa.
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