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jueves, 3 de marzo de 2011

Dirty Diaries


 
Suecia, 2009
Productora: Mia Engberg (varias directoras).
Cliente: Primetext



Cuando le comento a gente que acabo de conocer a qué me dedico, nunca falta el bromista que pregunta si doblo películas porno (profesión mítica que despierta una curiosidad y morbo quizá solo igualados por la de sexador de pollos). Una vez explicado que yo no doblo películas, sino que las subtitulo, debo decir que no es lo habitual, pero no puedo afirmar que nunca haya tocado el género.
Dirty Diaries, sin embargo, no presenta pornografía al uso. Para empezar, está financiada (!) por el Instituto Cinematográfico de Suecia (una vez más, qué gran país). Además, es un compendio de cortometrajes de tema sexual que van desde la pornografía explícita hasta piezas cercanas al videoarte. Para terminar, todos los cortos están dirigidos por mujeres feministas, con su manifiesto y todo, lo cual propicia una frescura en cuanto a temas y planteamientos y evita la habitual plasmación de fantasías pajilleras masculinas que lastra el género.
Como suele pasar en el cine porno, Dirty Diaries tiene pocos diálogos, y de hecho solo fue necesario subtitular tres de los cortos: Body Contact, de Pella Kågerman, el más narrativo, donde dos amigas quedan con un chico por un chat para que una de ellas tenga con él un encuentro sexual que será filmado por la otra; Phone Fuck, de Ingrid Ryberg, que reproduce una conversación caliente entre dos amantes lesbianas que se masturban a ambos lados de la línea telefónica; y Flasher Girl on tour, de Joanna Rytel, un corto a mi parecer bastante chorra protagonizado por una insufrible exhibicionista femenina de Gotemburgo, alter ego de la directora.
Como no podía ser de otra manera, el corto que encontré más interesante no estaba entre los que tenía que subtitular (sí, sí, me tragué la película entera, uno es un profesional). La pieza se llama Red like cherry, la dirige Tora Mårtens, y es un poema visual que casi nada muestra y todo sugiere, dando una lección de cómo hacer un corto de sexo tan excitante como atractivo visualmente sin caer en la zafiedad. Por cierto, que la anécdota de este encargo la protagonizó el responsable de producción de Primetext, que me escribió bastante azorado por la naturaleza de la película, preguntándome si me iba a sentir cómodo visionándola, hasta que le dije: "Tranquilo, a mí me incomoda la violencia, no el sexo". Y es que el cine no es ajeno a la hipocresía de la sociedad, y causan más escándalo los cuerpos desnudos que las tripas sobre el suelo, otro ejemplo más de que estamos enfermos y ni siquiera nos damos cuenta.