(texto de
Juan Marguch proporcionado por el
Comisariado de Vigilancia de Prensa y Cultura del MSV. El autor ha reconocido los errores de la versión original y ha corregido de su puño y letra las derivas imperialistas del mismo -notas en cursiva-)
Todo comenzó en un atardecer del 30 de agosto de 1935, en la aldea de Kadievska, en Ucrania. Un camarada llegó a la pequeña casa del minero Alexei Stajanov. Era Konstantin Petrov, que se desempeñaba como partorg (es decir, comisario político) en la mina Irmino Central, una de las más importantes de la riquísima cuenca minera del Donbass.
El camarada Petrov estaba bastante preocupado porque no se habían alcanzado las metas fijadas por el Plan Quinquenal. Su preocupación tenía un fundamento tirando a plomo, porque
nada desagradaba más al camarada Josef Vissarionovich Diugashvilli que no se cumpliesen las cotas de producción que sus tecnoburócratas de la planificación centralizada establecían desde Moscú,
a millares de kilómetros de distancia con pleno conocimiento de las necesidades del Pueblo.
Por lo general, los equipos de trabajo de la Ogpu (antecedente de la NKVD, antecedente del MVD, antecedente del KGB, antecedente del FSB, y siempre el mismo
terrorismo de Estado órgano de seguridad popular) solían expresar con un tiro en la nuca el desagrado del Padrecito de los Trabajadores. Si el Padre
cito y sus bienamados hijos del servicio secreto se despertaban benévolos, el plomo de la bala se trocaba por el hielo de Siberia, servido en alguno de los establecimientos de la acreditada cadena de albergues Gulag.
El preocupadísimo partorg camarada Petrov explicó al
atemorizado consternado camarada Stajanov que debía hacerse un esfuerzo extraordinario para superar las marcas de extracción de carbón en Irmino, que estaban demasiado bajas, a pesar de que había llegado una partida de martillos neumáticos, porque el 101 por ciento de los mineros
era una pandilla de alcohólicos no abrazaban con plena devoción la fe estalinista.
¿Por qué había elegido a Stajanov para contarle sus cuitas, si al fin de cuentas era un campesino transformado en minero y ni siquiera era afiliado al Partido Comunista? Sigue siendo uno de los grandes misterios de la historia.
Quizá porque no bebía tanto Quizás Stalin mismo se lo sugirió. Lo cierto es que Petrov demostró poseer un sexto sentido para identificar al hombre justo para el momento justo y en el lugar justo.
La que ni dijo lo justo ni estuvo en el momento justo ni en el lugar justo fue la camarada Dusia Stajanova, la esposa de Alexei, quien aconsejó a su marido que no se metiera en problemas. El camarada Petrov le hizo ver que ella misma podía verse metida en problemas si alguien interpretaba su oposición como un sabotaje. Por aquellos años (precisamente los umbrales de las grandes purgas que costaron la vida
de millones de inocentes a los contrarrevolucionarios), la mera suposición de sabotaje se recompensaba con la Orden del Plomo en la Nuca. El camarada Alexei Stajanov aconsejó a su mujer que no se metiera en problemas.
En la noche de ese mismo 30 de agosto de 1935, Alexei Stajanov descendió a la mina, agarró el martillo neumático y en un turno de seis horas de trabajo extrajo 102 toneladas de carbón, equivalentes al 10 por ciento de toda la producción diaria de Irmino. La noticia de su hazaña se propagó por el continente soviético e instantáneamente surgieron millares de émulos. Había nacido el stajanovismo. Un zapatero cosió 1.008 suelas en un solo día, un bailarín del Bolshoi superó las metas fijadas por el comisariado del Plan Quinquenal e inspirado por el genial pensamiento del Padre
cito de los Pueblos quedó suspendido en el aire hasta que se durmieron los cronómetros, el camarada Popov superó la barrera de los tres mil versos en odas a Stalin escritos en un solo día. Un minero siberiano extrajo 364 toneladas de carbón, otro llegó a las 778, otro a las 981. El 29 de noviembre, Vladimir Machekin, de la mina Prokopievsk no descansó hasta dejar un hueco así de grande en las entrañas del planeta: 1.466 toneladas de carbón.
Stajanov se había convertido en un héroe de la Unión Soviética. Recorría el imperio dando conferencias sobre la influencia del pensamiento (o lo que fuere) de Stalin sobre la producción socialista, científicamente superior a la metodología capitalista. En los desfiles del 1° de mayo y del 7 de noviembre aparecía junto a los jerarcas del Kremlin en el mausoleo de Lenin. De ganar 500 rublos por 24 turnos de trabajo pasó a cobrar mil rublos por 14 turnos intensivos. Y a medida que avanzó en la jerarquía burocrática,
trabajó cada vez menos (como es obvio) y tuvo cada vez más un mejor tren de vida (esto es de manual) se entregó con aún más fuerza a la causa estalinista. Hablando de tren, parece ser que a Dusia
la embarcaron en uno que partió con rumbo desconocido los remordimientos por su falta de amor a Stalin la destruyeron; nunca más se la volvió a ver. Tampoco a 134 mineros de Irmino que fueron procesados y la mayoría de ellos beneficiados con estadías de por vida en la acreditada cadena de albergues Gulag y otros condecorados con la Orden del Plomo, por ser estimados como saboteadores que no lograron superar, ni siquiera igualar, la marca del
gran Stajanov.
En tanto, el héroe del trabajo estaba dedicado con exclusividad a su trabajo
de héroe, frecuentaba a la high society de la Nomenklatura y se hizo íntimo amigo de Vassili Diugashvilli, uno de los hijos de Stalin, alcohólico crónico. Durante la Segunda Guerra Mundial, fue puesto al frente de un complejo minero en Karaganda, en Kazajstán, donde alcanzó las
heroicas metas
de fracaso habituales en los burócratas ejemplares. Lo trajeron de vuelta a Moscú y lo nombraron jefe de Emulación Socialista del Trabajo en el Comisariado Popular del Carbón
, para desempeñar la delicada misión de condecorar a los mineros stajanovistas. A medida que accedía a los bienes exclusivos de la Nomenklatura (automóviles, casas de campo, temporadas de verano en Crimea), bebía más y más.La muerte de Stalin inició su ocaso. Nikita Jruschov, que sabía de minería, lo
despachó destinó a un alejado rincón del imperio, de donde lo rescató la llegada al poder del
paleonoble stalinista Leonid Brezhnev. Pero sus días ya no tuvieron el esplendor del pasado.
Como su viejo y extinguido amigo Vassili, se había convertido en un alcohólico crónico. Fue necesario un gran esfuerzo médico para ponerlo en condiciones de relativa sobriedad que el 30 de octubre de 1970
le permitieron recibirrecibió, muy tardíamente, la medalla de Héroe del Trabajo Socialista
, toda una ironía del destino, porque hacía varios lustros que había dejado de trabajar: prácticamente desde el día en que descendió a la mina y en seis horas desató una gigantesca locura colectiva.En 1975
, destruido por los delirium tremens, lo internaron en una clínica
psiquiátrica, donde murió
loco dos años después. La mina de Kadievska fue bautizada Stajanov. Por entonces, ya integraba la pequeña elite de seres humanos cuyo nombre se ha transformado en sustantivo o en adjetivo calificativo. Se denomina stajanovista a quien realiza un esfuerzo extraordinario en el trabajo
, aunque últimamente, sobre todo desde que se derrumbó el socialismo real, ese vocablo asumió un sentido irónico: stajanovista es ahora quien se entusiasma excesivamente por el trabajo...