- Carlos, güelito subió hasta aquí contigo para contarte un cuento de Navidad. Por esta senda sale güelito a caminar casi todos los días. Le gusta subir esta cuesta. Llevándote en el cuello se tarda un poco más, pero así ves más cosinas. Menos mal que estamos terminando el repecho y llegando a la llana. A mí también me gustaba que me cogieran en el cuello, incluso cuando era mucho mayor que tú y caminaba, claro. Una vez, subiendo por la cuesta de la güertona, antes de llegar a Naveo, el pueblo de la tu bisabuela, yo llegaba cansado de venir andando dos kilómetros desde Fierros y dije a mi güela, “Güela, cógeme” y ella me contestó “No puedo, que soy viejina”, y a mí se me ocurrió decirle “Mejor tuvieras setenta y dos años y fueras joven”. Aquello le hizo mucha gracia y me lo recordaba cada poco. Nenín, tengo mucha gana de que empieces a caminar porque así güelito se cansa menos. Y también tengo ganas de que digas alguna palabra. Estoy impaciente por oír qué es lo primero que hablas. Mira, en el cuentín aparecerán algunos trenes. Es que la vida de güelito giraba alrededor de los trenes. Qué casualidad, ahora del portal salimos a una calle, pero antes por ahí había unas vías y un puente metálico. Ahora mismo si miras allí abajo, verás pasar un tren que acaba de salir de la estación de Oviedo. Ese que pita. Ahora ya no pitan casi nunca. Ni al arrancar. Y mismamente esta senda por la que vamos caminando, antes era un ferrocarril minero, pero las vías se levantaron hace muchos, muchos años y por eso por aquí ahora camina o corre la gente. A veces vienen los padres y las madres con niños pequeños en los carricoches, pero tú vas mucho mejor en el cuello, ¿a qué sí? Te dije que te iba a contar un cuento de Navidad y todavía no empecé. Bueno, a lo mejor en vez de un cuento son varios cuentos. Para empezar, tu mamá cuando era pequeñina, pero un poco mayor que tú, porque ya iba al colegio, hizo un Nacimiento de barro para la clase de Manualidades. Son solo cuatro figuras: un San José, una Virgen María, un Niño Jesús y una cunina. Sí, esos que están encima de la tele de la salita y que no te dejamos tocar. Bueno, pues ese nacimiento de mamá es mágico. Tu mamá fue la primera que se dio cuenta. El primer año encendimos una vela a su lado. Pues resulta que esa vela duraba y duraba y no llegaba a consumirse. Un misterio, nenín. Después de días encendida, tu mamá sopló y la apagó porque tenía miedo de que desapareciera la magia, se empezara a gastar y acabara por ocasionar un incendio. Después de pasar los Reyes y traer los regalos, mamá metió el nacimiento en una cajina y quedó guardado hasta el año siguiente, pero cuando se acercaban las Navidades y buscamos la caja, misteriosamente la vela se había encendido sola ¡y allí estaba el Nacimiento con la vela encendida sin gastarse! Aquel Nacimiento tenía alguna propiedad rara. O la vela. Como el Nacimiento y la vela tenían magia, los años siguientes probamos a ponerlo en otros lugares a ver qué pasaba. La magia es probar el nacimiento dos días en algún sitio y después traerlo para casa para que el día en Nochebuena esté ya con nosotros. Por ejemplo, un año lo colocamos en la sala de espera de una estación y ese año los Reyes trajeron a los niños del pueblo el doble de regalos. Otro año lo dejamos en un tren y durante el viaje sonaban villancicos y eso que el tren era de los antiguos y no tenía altavoces. Otro año lo dejamos en un parque. Ese año no pasó nada. Entonces tu mamá se dio cuenta de que el nacimiento no era mágico siempre, sino solo si se colocaba cerca de un ferrocarril. Por ese este año lo trajimos hasta esta senda, porque antes por aquí pasaba un tren minero. Ya te lo dije antes. Si te fijas, todavía se ven restos de los muros. Un día güelito te enseñará fotografías antiguas para que veas cómo era esto, pero otro día, que ahora estamos llegando ya a las rocas donde dejamos el Nacimiento. ¿Qué pasará? Veremos. ¿Qué te parece si te bajo al suelo y caminamos un poco? Descuida que no te suelto. Vale, un poco más adelante, cuando estemos más cerca. Meca, mira, allí abajo pasa un tren, ¡vaya largo que es, y de colores! ¡Debe ir cargado de juguetes! ¡Carlos! ¿Dónde vas solo? ¡Anda, si ya llegamos al nacimiento de mamá!
Carlos
caminó hasta las rocas, sopló la vela, apuntó hacia las vías y dijo: