Mirta en la Difunta Correa
acrílicos sobre lienzo
100x90 cm
año 2020
A continuación voy a dejar un fragmento del libro de los valores de Gustavo Villapalos y Alfonso López Quintás que estoy leyendo ahora y que representa a la perfección el estado de animo en la que me encuentro.
El Poeta y el Rey
Bueno, poeta, ¿y tú qué harías ahora?
Rey, voy con esos que claman a tu puerta.
¿Qué dices? aliviar el hambre es cosa de los hombres de negocios. Los poetas no tienen nada que ver con esas cosas.
Rey, los hombres de negocios, ¡los desafinan siempre tanto! nosotros, los poetas, tenemos que afinarlos.
Mira, poeta mío, hazme el favor de hablar con más claridad.
Ellos, Rey, trabajan por obligación. Nosotros trabajamos porque estamos enamorados de la vida. Por eso ellos dicen que somos poco prácticos, y por eso nosotros los condenamos como los sin-vida.
Sí, pero ¿de quién es la razón? ¿quiénes ganan?
Nosotros, Rey, nosotros; nosotros ganamos siempre.
Hay que probar que eso es así…
Rey, las cosas más grandes del mundo no tienen pruebas.
Pero si tú consiguieras durante algún tiempo quitar poetas y poesía del mundo, descubrirás al punto, por su misma falta, de dónde sacaban su fuerza los hombres de acción y cuál es la verdadera fuente de savia de vida que riega el campo de su siembra. Los vencedores no son aquellos que se han hundido hasta el fondo en el océano de la Renunciación del punit, ni los que están siempre aferrados a sus bienes; no los que se apresuran en echar a la calle montones de trabajo, y los que se pasan la vida rezando con las cuentas seca del deber; son aquellos que aman porque viven, y vencen de veras porque de veras se dan; lo que aceptan el dolor con toda su alma y con toda su alma apartan el dolor; los que crean porque conocen el secreto de la única alegría, qué es el secreto del desprendimiento.
Entonces, poeta, si eso es así, ¿qué te parece que yo haga?
Rey, ¿levántate, muévete! ese grito que hoy es el grito de vida a vida. Si dentro de ti no se conmueve la vida para responder a esa llamada de afuera, debes inquietarte verdaderamente, y no porque estés descuidando tu deber, sino porque te estás muriendo.
Pero, poeta, todos hemos de morir, más tarde o más temprano…
¿no, Rey, eso es mentira! Si sentimos de verdad que estamos vivos, sabemos de verdad que hemos de seguir viviendo. Los que nunca han puesto a prueba su vida en todo lo imaginable, continúan clamando:
La vida va corriendo, la vida está acabándose; es igual que el rocío en la hoja de loto.
Y ¿no es inconstante, acaso, la vida?
Lo es porque se mueve sin tregua. En cuanto te paras, empiezas a representar el drama de la muerte.
Poeta, ¿estás diciendo la verdad? ¿seguiremos de verdad viviendo?
¿sí, seguiremos de verdad viviendo!
Entonces, poeta, deberemos hacer que nuestra vida valga su eternidad, ¿no?
¡Sí!
Rabindranath Tagore, Ciclo de la primavera