El psilocybe era conocido dentro de la cultura azteca bajo el nombre de "teonanácatl"— palabra formada a partir del náhuatl teó(ti) ("dios") y nanácatl ("seta" u "hongo")— lo que sería traducible como "Seta de Dios", si bien en algunas ocasiones se interpreta como "Carne de los Dioses". Este hongo ha sido usado tradicionalmente de manera ritual en América central desde hace al menos 2.000 años.
El nombre del género psilocybe proviene de los vocablos griegos "psilos" (pelado/desnudo) y "kube" (cabeza), que transformado al latín moderno adoptó la forma "psilocybe". Traducido literalmente significa "cabeza pelada" posiblemente por su apariencia.
Los componentes más psicoactivos que se encuentran en los hongos del género Psilocybe son la psilocibina y la psilocina, fue el investigador químico de Sandoz, Albert Hoffman, quien los aisló en 1958.
Debido a los componentes alucinógenos o psicoactivos han sido consumidos en rituales y ceremonias, en alguno de los cuales eran servidos con miel o chocolate.
A partir de la derrota de Hernán Cortes sobre los Aztecas en 1521, los europeos empezaron a prohibir el uso de los intoxicantes/embriagantes no alcohólicos, incluyendo los hongos sagrados, el uso de teonanácatl ("carne de dios").
A mediados del siglo XVI el sacerdote español Bernardino de Sahagún describió en su Códice Florentino el uso que los Aztecas daban a los hongos alucinógenos :
"Lo primero que comían en el festejo eran unos pequeños hongos de color negro los cuales llamaban nanacatl y que les producía embriaguez, alucinaciones e incluso lujuria; los comían después del amanecer... con miel; y cuando empezaban a notar los efectos comenzaban a bailar, algunos cantaban y otros lloraban (a mares)... cuando la embriaguez de los hongos se les pasaba se contaban las visiones que había tenido cada uno."
Las variedades que más le gustaba usar a los aztecas eran Psilocybe caerulescens y Psilocybe mexicana. Actualmente el Psilocybe cubensis es bastante popular por su facilidad para encontrarlo y cultivarlo.
El uso y consumo se ha revelado a lo largo de la historia tras el descubrimiento de motivos artísticos que señalan la presencia de un uso de estos hongos en culturas de diferente tiempo y lugar: Tassili (Argelia), Kerala (India) y la Europa Medieval.
Nos encontramos sin duda ante una de las sustancias visionarias que más ha influido en la cultura humana, y responsable para algunos de la génesis de las religiones.
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