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viernes, mayo 30, 2008

El amor: ¿enfermedad infecciosa o mental?


Si para la Literatura y el Arte el amor constituye objeto de un marcado interés, ¿cómo la Medicina iba a dejar de ocuparse del estudio del sentimiento amoroso y de la "enajenación mental" que conlleva?

De las numerosas teorías que se han aportado para esclarecer este trastorno que afecta a toda la fauna humana, destaca la de cierto científico escandinavo, que trata de demostrar que el amor es una grave enfermedad infecciosa.

Según este original investigador el enamoramiento es "un proceso infeccioso de carácter agudo que invade el organismo y que presenta similitudes con la escarlatina, la malaria y la rabia".

El germen responsable de la infección, difícil de detectar, presenta cierto parentesco con el estreptococo y tiene "claras preferencias por los varones morenos y las mujeres rubias".

Cuando un individuo no es correspondido por el ser amado, el mal se hace incurable y mina lentamente las fuerzas físicas y mentales. Mientras en el hombre la sintomatología más destacada es "la neurastenia, los pensamientos obsesivos y los frecuentes ataques de cólera, en la mujer se observa como los ojos pierden su brillo habitual y la piel pierde su color y frescura".

En los casos graves el enamorado languidece de un modo increíble, se encierra en una negra melancolía y puede caer a menudo bajo la amenaza de trastornos mentales.

Es posible realizar una labor preventiva durante el período de incubación, antes de que los gérmenes del amor se desarrollen y multipliquen.

Afortunadamente el citado investigador cree estar en la pista de una eficaz vacuna que permita controlar esta terrible pandemia extendida a todas las razas, edades y sexos. De esos millones de víctimas queremos dedicar un recuerdo muy especial a Tristán e Isolda, Romeo y Julieta, Pablo y Virginia y los Amantes de Teruel.

Frente a esta etiología infecciosa, otros autores, de origen vasco, sostienen que el trastorno amoroso es, sin duda alguna, uno de los más importantes problemas de salud mental y exigen a la Asociación Americana de Psiquiatría la inclusión del enamoramiento como una nueva categoría psiquiátrica.

Afirman estos autores que este trastorno presenta un comienzo brusco muy típico -flechazo- que afecta a todas las funciones y capacidades de los afectados. Altera el contenido del pensamiento que se ve ocupado preferentemente por la persona amada.

Son también habituales las deformaciones cognitivas del tipo: no puedo vivir sin ella, así como los celos "de cualquier objeto animado o inanimado".

Existe, por otra parte, una grave distorsión de la percepción que da lugar a que la persona amada sea vista como "la más guapa, lista, elegante y maravillosa", así como cierta labilidad afectiva con "respuestas de llanto exageradas".

Aunque generalmente la edad de comienzo de este trastorno es el final de la adolescencia, no resultan raros los casos que aparecen tras la jubilación y muy especialmente durante un viaje del Inserso.

Finalizan su estudio confirmando lo que se sospechaba desde un principio:

"La complicación más frecuente y grave del enamoramiento es, sin duda alguna, el matrimonio"

¡¡Ni me menees!!

sábado, noviembre 10, 2007

Historias de una casa (una de amor)

El fin de semana de los Santos volví a realizar un cambio de contexto Madrid-Cuenca. De las montañas me traje la cabeza llena de recuerdos y de ideas para escribir. Aquí va una muestra.


La casa de Cuenca está a punto de cumplir cien años. Tras la puerta de madera, que ha sobrevivido estos años y que está sabiamente restaurada, se esconden historias, unas de guerra y otras de paz (1). Empezaremos por las de paz y entre ellas por una de amor.

En tiempos de paz, recaló en mi pueblo un joven llamado Pedro A, destinado a ser el secretario del Ayuntamiento. Congenió con mi abuelo materno y se hicieron muy amigos. El joven, lo era tanto, que tras un periodo de trabajo en mi pueblo tuvo que marcharse a cumplir el servicio militar.

Lo destinaron a Almería. Allí se enamoró de M. Luisa, una rica heredera de esta ciudad. Pedro, a pesar de no tener fortuna personal fue aceptado por la familia de ella e iniciaron un noviazgo. M. Luisa era hija ilegítima y, aunque con buena dote, no era fácil casarla con un lugareño en esa ciudad tan cerrada y sujeta a los convencionalismos. Cuando terminó el servicio militar se casaron.

Aunque podían vivir holgadamente de sus rentas en Almería, M. Luisa quiso seguir a su marido a su destino como secretario del Ayuntamiento de mi pueblo, renunciando a muchas comodidades. Mi abuelo les alquiló la casa que ahora disfruto en herencia(2).

Maria Luisa pudo comprobar lo frío que puede ser un invierno en Cuenca, lo imposible de tener “servicio” en una sociedad rural en la que todos labran sus tierras, lo complicado de llevar una casa sin agua corriente, la ausencia de diversiones, de tiendas, etc.

Cuando era una niña mi madre conoció a M. Luisa. Me contó que ella era muy alegre y animosa. Lejos de amedrentarse con la dureza de la vida del pueblo, la suavizó. Decoró la casa como si fuera de ciudad, se instaló un cuarto de baño(3) con una bañera con patas que tenía que llenar a base de calderos de agua caliente. Consiguió la máxima confortabilidad posible dentro de este duro entorno. Ella, con su acento andaluz, llena de joyas, rebosante de energía se ganó la confianza de las gentes de mi pueblo, poco dados a aceptar algo diferente de lo suyo.

Pasado un año, volvieron a Almería para que Pedro llevara los negocios. Mantuvieron la amistad con mi abuelo y el contacto con su ahijada, mi prima la mayor. Los negocios fueron muy bien y volvieron por mi pueblo cuando yo era pequeña. Recuerdo a una señora entrada en carnes, rubia teñida, con ropas de alegres colores que se abanicaba con el tintineo de media docena de pulseras de oro y que me daba dinero para comprar golosinas(4).

Quién me iba a decir entonces, mientras miraba asombrada a M. Luisa, que mi destino también pasaría por Almería, pero eso será otra historia....

Más relatos de Lula, pulsar aquí


(1) No se pierdan la disección de la novela de Guerra y Paz que está realizando Bernardinas
(2) Compartida, of course
(3) Justo donde está instalado ahora uno de los baños de la casa
(4) Me lo gastaba en anchoas, siempre preferí la sal sobre el azúcar

¡¡Ni me menees!!

viernes, octubre 05, 2007

Parking rojo pasión


Antes, cuando tenía que ir de reunión al centro, iba en transporte público hasta que un día necesité llevar el coche y lo estacioné en el parking de Vázquez de Mella. Quedé fascinada por la estética del garaje, por su diseño, su suelo brillante y su señalización luminosa de plazas libres.

A las 9 de la mañana el parking está semivacío y las lucecitas verdes brillan desde el techo indicándote los muchos huecos que quedan. Cuando aparcas el coche tienes la sensación de dejarlo en el mejor sitio del mundo, un parking cinco estrellas, lleno de color y de estética.

Casi te reconcilias con el mundo envuelta en tan buen gusto y hasta se va a la reunión con un espíritu más positivo. Lo mismo ocurre a la vuelta, cuando se recoge el coche, se olvidan los marrones que te han adjudicado envuelta en el rojo pasión de las paredes. Es como una cámara de descompresión.

De una de sus paredes surgen unos versos dantescos con letras de neón, no es el infierno aunque predomine el color del fuego. Las letras que iluminan la pared con estos maravillosos versos del amor más allá de la muerte:


"Amor, que amar obliga al que es amado, me ató a sus brazos, con placer tan fuerte, que como ves , ni aun muerto me abandona".

Ahora, rendida a sus encantos, espero ansiosa que haya reunión en el centro para adentrarme en este parking ardiente.

¡¡Ni me menees!!

lunes, septiembre 17, 2007

Thunderstorm

Pretende Punset en su libro, El viaje al Amor, habiendo decidido abordar los temas que preocupan a las mayorias, desentrañar las claves del amor y desamor, biologicamente, cromosómicamente, químicamente, socialmente y reproductivamente. Quizás escriba sobre los temas que preocupan a las mayorías pero definitivamente no para las mayorías. Con ese análisis objetivado me deja frío y no me explica ni me ayuda a entender lo mío (cosa que a lo mejor en realidad tampoco deseo).

Acierta mejor Mario Luna en su libro Sex Code, también con una base supuestamente antropocéntrica y científica, dar no sólo con las claves de la seducción, sino con un método infalible. Terrible, si fuera cierto (1). Si no lo he dicho, lo diré ahora: es un método exclusivo para machos que buscan hembras. Gays y Lesbianas, abstenerse, al igual que vosotras, queridas: si quereis seducir a vuestro hombre, no es este vuestro libro.

Para mi desgracia, este método no se puede aplicar en concreto a nadie. Funciona estadísticamente. Si lo hago bien, tendré más probabilidades de éxito con un conjunto dado de mujeres. Si la cago, como me pasa con cierta frecuencia (Mario lo llama de una manera muy graciosa: si su radar te detecta), entonces la señora en cuestión te tacha de la lista y se acabó la historia con esa mujer en concreto, para siempre.

Puesto que la misión de la mujer es elegir, empieza descartando a aquellos que "sólo buscan follar", pues la elección debe ser, al menos aparentemente (y subconscientemente), la base de una relación con procreación fructífera, o sea duradera y comprometida con la descendencia.

Si por las circunstancias que sean se desboca tu deseo sexual, y no has calibrado bien el grado de aceptación que ella tiene de tí, si pasas más allá de un cierto punto, el radar te detecta y la reacción cambia radicalmente de signo. Donde había aceptación hay rechazo, y donde había posibilidades hay mas bien un buen chasco.

Esto me pasó no hará dos meses. Hay que reconocer que la situación se fué poniendo caliente, al principio como otras veces, pero, qué quereis, uno no es de piedra, y menos si tiene alguna copilla encima. Sin darte cuenta se desboca tu deseo, o aquello que yo llamo "el diablo del sexo"(2), ese pequeño diablillo (es casi como si le viera subido en mi hombro) y tus manos van más rápidas que tu pensamiento.

A renglón seguido tus palabras van también más rápidas que el pensamiento, y de repente surge un relámpago, un trueno, y el calor que sentías se convierte en un vendaval que te arrastra, que no controlas y que ya no puedes remediar. Es como una de esas tormentas de finales del verano, tras un día de calor agobiante e improductivo se convierte al final en una mojadura integral e igualmente improductiva. Thunderstorm lo llaman los yankees.

Esto como digo me pasó y me dejó con un buen chasco con quien más quería. Así que, si debo creer a Mario Luna, solo me queda la salida del olvido. Puestos a recibir consejos, no los hay mejores que los de StyLTOP: Las 3 claves para olvidar un amor(3)

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(1) Lo que si parece cierto es que este hombre se está haciendo de oro con el negocio generado. Ahí sí le doy la razón a Punset: el hombre moderno tiene tiempo y dinero para buscar la felicidad, una vez superado el cuidado de los hijos, y antes de morirnos, e ingenuos de nosotros pensamos que el camino a la felicidad pasa por ligarnos a la vecina de enfrente.

(2) La relación entre el sexo y el diablo está firmemente confirmada: http://www.20minutos.es/noticia/266509/0/sexo/consultorio/pilar/

(3) Fijaros bien en el rico léxico empleado por el susodicho Styltop, no tiene desperdicio "... un pendejo super fachero con una mina fea (de novio obvio, las noches casuales en boliches noc cuentan)?..."

¡¡Ni me menees!!

sábado, septiembre 08, 2007

..Hasta las orejas!!!


Imagen de Mila Hajjar ( I'm in love)

Hoy no me puedo poner ni sarcástica ni ácida ni irónica para contaros nada, porque desde hace un mes o así no sé a dónde se ha ido esa parte de mí, y sobre todo desde hace cuatro semanas, que fue cuando me reencontré con Alberto.

Yo, la verdad, creía que le quería, que le adoraba, que mi vida fue un desastre por no estar a su lado, creía que le había puesto yo misma en un pedestal y muchas veces tuve pánico a ir, conocerle y darme cuenta de que había vivido una ilusión durante media vida. Tenía pavor a despertarme de un sueño de adolescente que yo misma había creado y que yo misma pensaba que no podía ser real.

Pero llegué a Ciudad de México la tarde de un sábado y me encontré con un hombre que ha visto y sacado lo mejor de mí desde el primer momento en que nos volvimos a mirar a los ojos en el aeropuerto, medio segundo antes de que me envolviera en su metro noventa y pico de estatura abrazándome como nunca antes nadie lo ha hecho en toda mi vida más que él; desde ese mismo instante ha habido entre nosotros una MAGIA tan impresionante, increíble, fácil, hermosa, fluida, natural, que dos semanas después de haberme despedido de él, hasta dentro de un par de meses, aún no puedo hablar de él ni con él sin emocionarme y sin que se me llenen los ojos de lágrimas, porque sí, es evidente, me he enamorado de él de nuevo, y esta vez hasta las orejas.

Me he enamorado de su sonrisa de labios perfectos y dientes perfectos, de sus ojos llenos de luz, de sus manos preciosas y cuidadas de cirujano, de su olor a limpio y a tabaco y a café, de sus carcajadas cuando se burla de mis españoladas, de su ironía y su sarcasmo cuando hablamos del pasado, de sus bromas de niño grande, de sus chistes absurdos de médico, de sus ronquidos de oso grizzly, de su jodida manía de escuchar Pink Floyd a las 11 de la noche a todo volumen, de su costumbre de afeitarse en la ducha durante dos horas cada mañana y dejarlo todo hecho un asco de espuma y jabón, de la tranquilidad con la que se toma las cosas, de las prisas con las que come, de su horrible horrible modo de beberse una lata de refresco de un trago con lo que eso conlleva, de fumarse un cigarrillo casi sin quitárselo de la boca, de sus canciones de los Beatles, de su hábito de tocar la guitarra en las madrugadas, de sus palabras coherentes con sus actos y sus pensamientos, del sonido de su voz grave y dulce a la vez.

Me ha enamorado su manera de mirarme como se mira a una diosa, de tratarme como si yo fuera una princesa, de hablarme como a una reina, de leerme como si yo fuera un Premio Cervantes, de escucharme como si yo diera la conferencia del siglo, de besarme como si nos fuéramos a morir justo después, de abrazarme envolviéndome con todo su cuerpo, de preguntarme como si yo lo supiera todo, de explicarme como si no supiera nada, de llevarme de la mano o cargándome sobre un hombro como si yo fuera una pluma. Me ha enamorado todo y me he enamorado toda.

Y él se ha enamorado de mis pijamas de pantalón gigante, de mis trenzas para dormir, de mi empeño en hacer un café espantoso que jamás le gustó y jamás le gustará, de mi costumbre de limpiarme los dientes compulsivamente con un cepillo eléctrico (el colmo de la vagancia, según él), de mis chistes tontos, de los macabros, de mis cartas, de mis post, de mis canciones de niña pequeña, de mi afición a los pastelitos de chocolate o a los tomates con aceite de oliva virgen, de mis lágrimas cuando él canta mi canción, la que me escribió hace dieciséis años, de mis carcajadas cuando se come el cordero al horno que me dio tanta guerra preparar y lo acompaña con tortillitas de maíz y salsa de chile jalapeño, de mi jodida manía de fotografiarlo todo y a todos, de leerlo todo y de quedarme horas mirando una vidriera en una iglesia o un portón colonial en una casona.

Y desde ese primer momento del reencuentro, esa parte de mí que es cabrona, ácida y de humor sospechoso quedó un poco apartada casi sin darme cuenta, un poco, lo justo para poder responderle y corresponderle a él en su propio humor irónico y corrosivo de forma natural, porque estamos todos de acuerdo en que una nunca debe anularse bajo ningún concepto. Pero ante un hombre así, que te desarma a base de ternura, dulzura, cariño, comunicación y comprensión. ¿cómo demonios le vas a dar una contestación de tía borde sin querer morderte la lengua primero?

Alberto me ha dado mucho en quince días, pero mucho más de lo que yo pretendía de este viaje, porque ha sido una experiencia maravillosa en muchos niveles, no solo el afectivo o el erótico festivo que muchos imaginan, porque yo casi no he abierto la boca desde que llegué y claro, la imaginación de todos vuela a velocidad supersónica. Alberto me ha ayudado tanto en estos días como nunca pensé que un hombre pudiera ayudarme, a mí?, tan autosuficiente, independiente y chica todo terreno del siglo XXI como me han enseñado a ser?, va a venir un hombre!!!! a enseñarme o ayudarme cualquier cosa?, como no sea a usar un tractor o algo así.

Pero no, porque siendo él el hombre que siempre soñé que era, siendo el que yo siempre imaginé desde niña, siendo como es y no decepcionándome en ningún momento, y mira que a veces intenté ser un poco cabroncilla y le busqué las cosquillas a ver si saltaba la libere por algún lado, pero nunca lo hizo ni por asomo, siendo así él, me ha ayudado a mí a ser la mujer que siempre quise ser y, como os decía al principio, a sacar lo mejor de mí y dejar a la cabrona que llevo dentro solo para momentos de emergencia o de primera necesidad.

Y sí, bueno, estamos los dos que nos morimos el uno por el otro y con una terrible sensación de vacío por el huecazo que nos ha quedado en el corazón al habernos despedido hace dos semanas, pero tal y como dijimos en ese momento, ni de coña van a volver a pasar diecisiete años, vamos, ni diecisiete meses. Alberto me llama cada dos días, nos dejamos recaditos en el chat TODAS las noches, nos enviamos mails cada dos o tres días, yo le llamo los findes, y todavía AYER me preguntó a quién había que amenazar para que yo esté allí de regreso el día 1 de noviembre a más tardar.

No pasa nada, vamos viendo a medida que va surgiendo, ahora lo primero es lo primero y poco a poco lo vamos a lograr, esta vez sí.

Gracias a todos los que leyeron el “culebrón” desde el principio y a los que han estado esperando “este” desenlace, supongo que era el deseado por muchos, entre ellos yo misma, a pesar de que cabían muchas otras posibilidades, pero ha sido así y ha sido para bien. Yo estoy tristona que no vean, pero es tristeza por la distancia física, no porque algo haya ido mal, porque estando con él me he sentido feliz como nunca en mi vida y sé que a él le ha pasado lo mismo, y ahora nos toca estar separados de nuevo, pero solo por un poquito, mientras se nos van encajando el resto de las cosas. Mientras tanto, yo sigo estando feliz, a pesar de la “tristura” que os decía por la separación, pero estoy feliz porque tengo el corazón rebosando de alegría, de luz, de ilusión y de magia, sobre todo, de mucha mucha magia.

¡¡Ni me menees!!

lunes, agosto 13, 2007

Mis amigos del alma son tres: el amor, el blog y el golf

El mes de agosto tan poco propicio a la reflexión entre el sopor y las vacaciones me ha sorprendido con la reflexiones de Fernando en su Territorio enemigo sobre la condición humana: las moscas y las abejas, El árbol de la ciencia, La vida en el tiempo. y Una situación límite.
Aunque en menor profundidad, aquí está mi aportación reflexiva al mes de agosto.



Escuché hasta la saciedad en mi infancia que los enemigos del alma son tres: El demonio, el mundo y la carne. Bien es cierto que algunos de estos enemigos han sido sobrepasados por otros más actuales. La publicidad es el mayor competidor del demonio al que le ha robado una gran cuota de mercado. Lucifer, insensible al cambio, se ha quedado en la Edad Media y carece de los atractivos argumentos que utiliza la publicidad para incitar a las almas hacia el mundo y la carne de una forma más efectiva.

Hay que desterrar de nuestras vidas a la publicidad para evitar que estos enemigos nos arruinen el alma y hacer hueco a esos amigos que nos llenen de paz el espíritu. El catecismo de la vida me ha hecho identificar el amor, el blog y el golf como benefactores del alma.

No creo que nadie discrepe en que el querer y sentirse querido es lo que más estabilidad emocional proporciona y es la base sobre la que se sustenta la felicidad. No me refiero solo a ese amor entre parejas sino a ese afecto entre las personas que da lugar a una convivencia placentera. Pero por mucho cariño que haya en derredor siempre existen tensiones internas o externas que hacen peligrar ese bienestar emocional. Se necesita ayuda para liberar la electricidad estática que estas perturbaciones producen en el alma. En mi caso me la proporcionan el golf y el blog.

El golf es el que me ayuda a superar las tensiones internas, el que me permite conocer mis debilidades y el que mide mis fuerzas. El que me baja de la nube y me pone delante de un espejo que refleja lo que soy en la realidad. Nadie puede jugar por ti al golf, así como nadie puede vivir tu vida por ti. Solo si te conoces puedes superar lo que te limita.

El blog es mi desahogo con lo que me rodea. No todo el mundo tiene la suerte de tener resuelta la base afectiva(1) o ve mucha publicidad y van creando tensión a su paso. El blog me permite volcar todo lo negativo del entorno dándole forma por medio de la palabra escrita que obliga a estructurar las ideas que van mariposeando por la cabeza.

Voy andando por la vida con estas dos muletas invisibles, el golf y el blog, y casi no se nota que soy coja.


(1) Perdón por la grosería "El que no folla, jode"

Sección: Reflexiones

¡¡Ni me menees!!

viernes, julio 27, 2007

Amor de lejos… amor de pen-sárselo* (y IV)


((Esta ya es la última entrega, lo prometo)



Tardé algunos días en reaccionar, a mí me había costado mucho superar todo aquello, o por lo menos intentarlo, porque está claro que superado no estaba; muchas horas de psicóloga, yoga, lágrimas y cuatro años de estar peleada con el mundo por hacer que las cosas fueran como son. Cuatro años de acordarme a diario de la madre del Destino, si es que existe, porque mira que se ha portado canalla conmigo, si es que es Destino. Pero como en el fondo soy una jodida sentimental, una jodida romántica y supongo que también una jodida masoquista, un par de semanas después volví a admitir a Alberto en el chat.

A partir de ese momento y durante estos meses chateadas que te pego a las tantas de la noche (puñetera diferencia horaria), serenatas por teléfono, chistes macabros de cosecha de ambos continentes, carcajadas a las cinco de la mañana y un ir y venir de correos poniéndonos al día y con fotos que él me manda porque no tuve más remedio que confesar que no conservo nada suyo. Las primeras semanas yo le estuve tanteando, iba más cauta que un GEO y a todo lo que él decía yo luego le daba ochocientas vueltas en la cabeza, porque yo ya no estoy para tonterías ni para cuentos chinos, y como se pasara dos días o tres sin conectarse o sin llamarme es que luego adrede yo le tenía igual durante otros dos días, y luego el pobre lo mismo había estado todo ese tiempo metido en un quirófano y recuperando sueño…

Una ebullición de sensaciones y emociones que hacen que diecisiete años después (que se dice pronto) parezca que apenas fue el año pasado que nos pegamos el lotazo padre en el baño de su hermana para escaparnos después durante toda una semana en plan el lago azul .

Y desde el primer momento él me decía que teníamos que vernos este mismo año, a como diera lugar, y a partir de ese momento empezamos a planificarlo casi sin querer, y la idea es que este verano nos comemos un gallo(1) y que salga el sol por Antequera, lo que quiere decir que el mismo día que empiezo mi quincena de vacaciones de agosto yo me trepo a un avión a reencontrarme con Alberto, ya sea allí o en el Algarve portugués, que nos pilla un poco a medio camino, porque también tenemos el Triángulo de las Bermudas, pero me da así como un poco de mal rollo, pero ya para junio lo decidimos porque a él se le complicaron las cosas para tener vacaciones en la misma quincena que yo, y como tampoco tiene un horario definido y vive cerca del hospital en el que trabaja, pues finalmente la que se va para allá soy yo.

A todas estas y para cuadrar el círculo, por ahí por marzo mi jefe había decidido que este año las vacaciones las empezábamos el 13 de agosto, rarísimo, ni el 1 ni el 15, no, el 13, y como Alberto y yo habíamos hablado de pasar dos semanas juntos pues luego empecé a intentar racanear fechas y horas de sueño, y cuando por fin conseguí y compré el billete a principios de julio se me pusieron los pelos de punta al darme cuenta de que llegaré allí el mismo día que se cumplen diecisiete años del día que nos conocimos.

Eso sí, he contado la historia (sin los detalles siniestros) a mis amigos más allegados y es que tengo opiniones para todos los gustos, entre ellas la de uno que me dijo que este lo que quiere es enredarme para conseguir los papeles y quedarse en España. Otro amigo me dice que como no ha habido tema que por eso nos tenemos idealizados y que probablemente en cuanto nos veamos de nuevo lo que surgirá será un calentón y ya está, y otra amiga dice que seguramente lo que nos pase será que nos demos cuenta de que lo que hay es buen rollito, mucho feeling y poco más. También los hay que apoyan y que desean que haya continuidad, a ver, no todo van a ser agonías.

Pero como les conté en un post anterior, yo me propuse a principios de año quitarme de encima todas las espadas de Damocles de mi vida, arrancarme todas las espinas que tuviera o tuviese y quemar todas las naves que me sean posibles, y espero que el que me dijo lo de que Alberto quiere los papeles para establecerse en España, no tenga razón cuando también me dijo que si seguía yendo para atrás iba a terminar exorcizando al novio que tuve cuando iba a catequesis, aunque claro, este amigo es un ex noviete mío de un veranito de hace siglos que nos costó años tener la amistad que tenemos hoy día y también puede caber la posibilidad de que quiera que lo exorcice a él. No sé si Alberto y yo tenemos todas las papeletas para volver a enamorarnos o si será la definitiva para quitarnos la duda mutuamente, solo podremos saberlo cuando nos tengamos cara a cara.

Así que en unas semanas les cuento qué fue!!!!


(1) “comerse un gallo”: resolver un asunto pendiente

¡¡Ni me menees!!

viernes, junio 22, 2007

Amor de lejos... amor de pen-sárselo* (I)


Este es un dicho muy muy popular en mi otra media patria, porque ya saben que yo no tengo una sino dos medias patrias y que crecí y vivo con el corazón dividido entre gaitas y guitarrones, entre mitología celta y leyendas aztecas y que me cuesta decidirme ante una buena fabada (aunque sea de lata) o los chilaquiles(1) que me prepara mi madre cuando me paso dos días seguidos torturándola a base de rancheras y lo toma como una indirecta de que ya necesito antojitos(2).

Ahora, la pregunta es, cuántos conocen algún caso de amor en la red o similar porque yo sé de gente que se ha enamorado por Internet y yo misma he tenido reencuentros cibernéticos que en algunos casos han sido decepcionantes, nunca llueve a gusto de todos, y esas páginas tipo tupasado.com donde también reencuentras a tus antiguos compañeros de colegio, han conseguido que sepas que aquel noviete guapísimo que tuviste en el instituto ahora pasa a formar parte de la galería de los calvos no sexys.

Pero bueno, hay otro tipo de reencuentros y de anécdotas, que seguro que todos tenemos alguna y yo hoy les voy a contar la mía, que por el título del post no va de lo mucho que chateo semanalmente con mi padre, no, hoy les voy a contar una historia que muy poca gente sabe y que mi psicóloga me ha recomendado exorcizar. Les pido paciencia, es larga y va en entregas, como los mejores culebrones.

Cuando yo tenía diecinueve años y era un pimpollo con un carácter de cuidado, conocí a un chico de veinte, Alberto, que estaba MUY bueno y que era otro bicho de tomo y lomo; de hecho fueron su hermana (amiga mía) y su madre (amiga de mi padre) las que se empeñaron en que nos teníamos que conocer, decían que una de dos: o nos matábamos mutuamente (y de paso le hacíamos un bien a la Humanidad) o nos enamoraríamos sin remedio el uno del otro.

Así que nos presentaron una mañana y fue mirarnos por primera vez y él frunció el morro y yo alcé la ceja derecha, cosa que por cierto se me da de lujo desde los doce años; esa misma tarde discutimos solo un poco pero a la mañana siguiente en que nos encontramos a solas en la cocina y a mí no me gustó su café ni a él mi forma de hacer las tortitas del desayuno ( hot cakes les llaman), la cosa fue degenerando y terminamos de tal modo que casi nos tuvieron que venir a separar, porque estábamos ya a la greña, él llamándome majadera y cretina, y yo cabreadísima corriendo alrededor de la mesa, intentando cogerle para calzarle un bofetón mientras le gritaba que era súper gilipollas y un canalla.

Ese día y el siguiente no nos dirigimos la palabra y cada vez que nos cruzábamos por la casa de su madre él se ponía bizco o dejaba los ojos en blanco y yo le sacaba la lengua hasta las amígdalas como un guerrero maorí (me encanta hacer eso) o simplemente levantaba la famosa ceja y le hacía un gesto obsceno con el dedo corazón, ya saben... y al cuarto día, se coló en la habitación de su hermana mientras yo estaba en el baño y el resto de la familia desayunaba; cuando escuchó que yo había terminado de la ducha (por lo menos esperó), entró muy serio cerrando la puerta despacio y yo me quedé flipando (y acojonada) ahí plantada (temblando del susto), metida en mi albornoz de Garfield, con los brazos en jarras (genio y figura) y mirándole como quien ve a un mono verde (intentando que no se me notara el miedo), se fue acercando hasta que me arrinconó contra la mampara de la ducha y cuando ya pensaba que iba a soplarme una guantada o a morderme la yugular o algo así, bueno, tampoco les voy a seguir detallando, supongo que ya se imaginan el resto. Solo confesar que a pesar de lo que parezca y de la revolución hormonal propia de esas edades, yo era muy echadita p'atrás y no hubo mayores en todo el verano.

Alberto estaba en segundo de Medicina y apenas tenía unas semanas de vacaciones, pero lo que nos duraron fue una auténtica pedazo de película, con escapada incluida, que luego seguimos alimentando por teléfono y por carta durante años, porque encima, a partir de ese verano, mi padre se negó a seguir pagando vacaciones y ya no hubo posibilidad de volver allí durante mucho tiempo, y cuando la hubo...

Él me escribía unas cartas que siempre comenzaban igual, querida majadera de mi alma, (yo le contestaba siempre también igual, querido canalla de mi corazón) y a veces pensaba que a él se las hacía un guionista de Televisa, porque eran una pasada que me ponían los pelos de punta; casi siempre era él quien llamaba por teléfono, una vez de madrugada (hora de él), borracho, cantándome una canción que me había escrito, otra vez desde la Plaza Garibaldi(3) con un mariachi que estuvo casi con una hora de rancheras para mí en plena conferencia. Yo estaba desquiciada por su culpa, y no había forma humana de que me olvidara de él y cada vez que conocía a un chico no podía dejar de compararle con él, y claro, cualquiera quedaba siempre en desventaja, la distancia y eso de idealizar a alguien, es muy canijo y mentalmente terrible e insano.

Pasaron unos cuatro o cinco años, seguíamos muy en contacto y suplíamos la falta de presencia física con larguísimas cartas casi semanales y llamadas telefónicas cada mes o así, en las que nos contábamos todo, nuestros gustos, nuestros sueños, hasta lo que habíamos almorzado el día antes o lo que íbamos a hacer el fin de semana siguiente, de tal modo que había veces en que yo pensaba que le conocía casi mejor que a cualquier otro chico con el que yo saliera aquí. Porque a pesar de que teníamos claro que nuestra meta era lograr estar juntos algún día, tanto él como yo salíamos de vez en cuando con otras personas, pero era como una especie de acuerdo de que se trataba de un mientras tanto, hasta que nos volviéramos a encontrar, era algo que ambos sabíamos y de lo que nunca hablábamos porque tampoco era plan de hacerlo. Solo hablábamos de nosotros, apenas al final de cada carta solíamos poner una postdatita de recuerdos a la family o algo así, pero nunca escribíamos o hablábamos de su hermana, o mis hermanos, o de sus padres o los míos, solo de nosotros, conociéndonos mutuamente siempre un poco más.

A veces, en plenas vacaciones en casa de su madre, él me llamaba y entonces yo también hablaba con ella y con su hermana, que nunca dejaron de ser mi suegra y cuñada respectivamente, y nos pasábamos el teléfono mi madre y yo para que ellas también charlaran, vamos, como si fuera lo más normal del mundo.

Unas navidades de un año que su hermana estaba estudiando en Francia y vino a pasarlas en mi casa, me mandó con ella fotos de cuando era pequeño, una camiseta de su equipo de fútbol del colegio, y otro año que mi hermano fue solo para allá le mandé relatos y cuentos que yo había escrito, una carta larguísima que llevaba semanas preparando para la ocasión, más fotos, cintas con música, qué se yo... lo dicho, lo más normal del mundo.

Aún recuerdo estar tirada en la piscina de mi casa con alguien y bajar mi madre a decirme que en cinco minutos me iba a volver a llamar mi papacito, que allá es una forma cariñosa de llamar a tu novio, o mamacita a tu novia, y como mi padre llamaba también y había que salir arreando para estar todos cuando en cinco minutos volviera a hacerlo, era la coartada perfecta, jajaja.

Y de repente un día dejaron de llegar cartas suyas o de respuesta a las mías, y ya no llamó más, así que me harté y decidí que me iba para allá a como nos tocaran(4); tracé mi plan, fui al Consulado, preparé minuciosamente todo para que en cuanto llegara agosto y se terminara el contrato laboral temporal que tenía, reunir todo mi dinero y largarme definitivamente para allá y ver por dónde salían los tiros. Le escribí una última carta diciéndole el plan de vuelo a seguir, se la envié certificada y urgente y me dediqué los meses siguientes a seguir con mi vida mientras llegaba el 31 de Agosto, el momento del reencuentro.

Pero Alberto no respondió y aunque yo si le llamé nunca conseguí hablar con él, nunca respondía nadie el teléfono de su casa y en aquella época no había Internet ni e-mails ni chats y yo no sabía el número de su madre y su hermana porque entre nosotras no nos escribíamos y era él quien solía llamar desde casa de ellas, yo estaba peleada con mi padre (algún día les contaré esa historia) y no nos hablábamos desde hacía un par de años y por terca no cedí para pedirle el número de la madre de Alberto, pensaba que tarde o temprano él daría señales de vida... un cúmulo de infortunios. Y con lo muchísimo que lloré y me desilusioné, poco a poco me fui decepcionando más.

Un par de meses o así después, poco antes de la fecha en que yo supuestamente iba a viajar y casualmente el MISMO día que Correos me devolvió por la mañana esa última carta certificada y urgente que yo le había escrito, alegando destinatario desconocido, ese mismo día de finales de Julio (y es que se me ponen los pelos como escarpias al recordarlo) ese mismo día decía, por la tarde conocí a Eduardo y en mi despecho lo consideré una señal del destino.


(Continuará en más entregas , porque va para largo)


(1)Amor de lejos… amor de pendejos: de estúpidos, de ahí que lo cambien por amor de “pen-sárselo”
(1) Chilaquiles: plato típico mexicano elaborado a base de tortilla de maíz frita, salsa de chile verde o roja y demás.
(2) Antojitos: tacos, tamales, quesadillas, tipo aperitivos de puestos callejeros pero en muchos lugares se consumen como plato principal.
(3) Plaza Garibaldi: plaza de Ciudad de México donde se reúnen los mariachis para tocar su música a quien la quiera oír… y pagar.
(4) “a como nos toquen”: salga el sol por donde salga.

Sección-Expedientes-X.

¡¡Ni me menees!!

lunes, junio 11, 2007

En barbecho voluntario


Desde mediados de febrero de este año me he declarado a mí misma Reserva de la Biosfera y, por si esto fuera poco, en Barbecho voluntario. Es decir, según la Wikipedia, estoy en estado de conservación y protección de mi propia biodiversidad y persigo el desarrollo económico y humano de mí misma, así como la investigación, la educación y el intercambio de información con otras reservas que forman la red mundial, peeeero…, y de ahí lo de barbecho y también según la Wikipedia, no me pienso dejar invadir durante uno o varios ciclos vegetativos, con el propósito de recuperar y almacenar materia orgánica. A saber, que me dejo descansar por uno o varios años (yo espero que tampoco sea para tanto, la verdad) y que durante el tiempo que permanezca sin cultivar seré sometida a una serie de labores con objeto de mejorar mi predisposición al cultivo. Ahí es nada.

Esta es la resolución a la que he llegado previo estudio de la fauna que me rodea y de las intenciones varias de los elementos estudiados, y como se dice por ahí aquello de más vale sola que mal acompañada y yo soy muy bruta a veces, pues he empezado por salir del armario, anunciar a los cuatro vientos mi declaración de intenciones y, como esto parecía no ser suficiente, quemar algunas naves.

La primera nave que quemé fue Pepe, al que pillé por banda cuando por fin apareció a firmarme los papeles del coche que me quedé yo en el reparto de bienes posterior a nuestra separación el año pasado. Aparte de llamarle de todo menos bonito, le solté unas cuantas perlas y preferí quedar ante él como una despechada o una cabrona sin sentimientos, pero desahogada que no veas y sacando mucha mala leche que llevaba acumulada.

La segunda nave que quemé fue Eduardo, al que quise mucho en su día y a cuyo cariño y recuerdo me aferré mucho cuando las cosas con Pepe se pusieron color hormiga el año pasado. Pero a Eduardo le gusta mucho nadar y guardar la ropa, y nunca te dice para dónde va a nadar ni por supuesto dónde ha guardado la ropa, y después de haberme tomado un café con él a principios de enero y haberme dicho que tenía novia, empezó a enviarme sms al móvil de vez en cuando y a dejarme instantáneos en el chat a altas horas de la mañana, viendo que yo estaba online, aunque no delante del ordenador. Así que una noche que por fin me pilló ahí sentada, decidí charlar un poco con él, y aunque al principio la charla fue maja y distendida, poco a poco me fui dando cuenta de muchas cosas. Entre ellas que a Eduardo también le gusta jugar conmigo, y hacerme dar vueltas y vueltas hasta que me saca de quicio y termino mandándolo a hacer puñetas y así no se puede vivir.

Se dio cuenta de que estaba en un momento bajo anímicamente, que mi vida emocional era un carajo, y aunque al principio de la conversación estuvo muy en plan “los hombres no entienden a las mujeres” y todo ese rollo que tan bien se le da, poco a poco me di cuenta de que estaba intentando llevarme al huerto en honor a los viejos tiempos… y no hijo, no. Si tienes novia, pues la tienes, y si no la tienes, pues habla claro y deja ver tus cartas, pero no me torees, que me pongo vitorina y la liamos.

Y efectivamente, la liamos, discutimos y desde entonces lo eliminé definitivamente de mi móvil, de mi agenda, de mi chat y de mi vida. Espero que sea muy feliz, que la vida le colme de cosas buenas y que la novia que tenga le haga la vida agradable y sin sobresaltos (que según él, era lo que tenía conmigo, un sobresalto tras otro), pero ahí muere.

Después de esto aún me dio tiempo de quemar la tercera nave, prácticamente recién adquirida; un par de días después de lo de Eduardo me llama una amiga para que vayamos una noche a un local donde va a haber una especie de fiesta con música de los 80, y claro, una no puede perder la oportunidad de encontrarse con gente de su misma edad, son ganas de mortificarse pensando que ya estamos de estas formas, como cuando a los 16 años me colaba en los guateques revival de mi madre, pues lo mismo, pero ahora desde el otro lado de la barrera; los veinteañeros lo flipan viendo los video clips de esos años y alucinan mientras grupos de cuasi cuarentones nos miramos de reojo unos a otros, buscándonos las canas y las calvas, y cayendo en picado sobre aquellos /as que no los lucen.

Total, que llego a la fiesta, y esta amiga, entre otros, se trae a un amigo que rompió con su novia hace un par de meses y que anda un poco despistado y sin saber por dónde tirar, y el amigo este, Juan, es que es llegar al grupo y nos pegamos cinco horas hablando los dos solos de lo divino y lo humano hasta quedarnos afónicos. Vamos, por hablar, hasta de la vidriera de la catedral de Praga, porque resultó que ambos estuvimos allí por las mismas fechas el año pasado. Esa misma noche nos intercambiamos los correos, y al lunes siguiente tengo un par de frases suyas en mi buzón de entrada, diciéndome lo muy bien que se lo pasó, lo mucho que le gusto y preguntándome si podemos quedar él y yo en otro momento, y según lo estoy leyendo, me está invitando al chat, y ese mismo día me da su número de móvil y yo a él el mío, y quedamos para el jueves por la tarde. A ciertas edades como que no se pierde el tiempo, eh?

Así que, desentrenada que no veas y con un susto en el cuerpo porque le gusto a un tío de cuarenta y un años, que está bueno, es soltero, inteligente, culto y aparentemente interesante, me acerco a la cervecería donde hemos quedado a las ocho de la tarde, y cuando me doy cuenta, nos han dado las doce de la noche y yo aún tengo que coger carretera para irme a casa.

Y durante tres semanas Juan y yo nos vemos cada dos o tres días y nos quedamos roncos perdidos de hablar de historia, de filosofía, de arte, de política y de contarnos chistes tontos o macabros que me encantan y me río como una loca, hasta que una noche de copas por fin se lanza, yo es que soy muy antigua para según qué cosas y no doy el primer paso ni aunque me maten. Y bueno, la cosa no pasa a la posteridad por ninguna causa y como ya este Juan venía contándome que su ex lo andaba llamando y que estaba triste por la separación, y que en cuanto ella se enteró de que andaba tonteando conmigo se puso histérica y qué se yo, pues nada, una de esas tardes de jueves en la misma cervecería, cogí y le dije que hiciera el favor de volver con ella, que a mí me gustaba mucho y todo eso, pero que yo no estaba por la labor de tener algo serio con nadie por ahora y que si él iba a perder la oportunidad de volver con la persona a la quiere… total, que vamos, no se lo pensó más que un par de días y me llamó para decirme que volvía con la ex.

Manda huevos. A uno lo mando al carajo para desahogarme porque me deja por otra, al segundo porque no me cambia (como ex) por su nueva novia y al tercero porque prefiere volver con su ex en vez de iniciar algo conmigo… esto qué es lo que es?

Así que después de dos semanas o así de reflexión y de pensármelo mucho, decidí que aún estaba a tiempo para que este año sea mi año, en esos días no llevábamos ni dos meses estrenados, así que me voy a quitar de encima todos los peñazos de mi vida, voy a terminar de exorcizar todos mis pequeños (y grandes) fantasmas y mientras tanto me decanto por lo del barbecho y la reserva de la biosfera, porque tampoco es plan (ni yo soy del tipo) de andar de cacería cada fin de semana, a la desesperada. Me parece que lo suyo va a ser lo de perseguir el desarrollo económico y humano de mí misma, así como la investigación, la educación y la serie de labores con objeto de mejorar mi predisposición al cultivo. Digo yo que en algún lado del planeta habrá un roto para esta descosida, no?

¡¡Ni me menees!!

jueves, abril 12, 2007

Las claves del deseo

"Ahora, dime tú cuales son las claves para enamorarte". La miro y pienso: Seguramente quiere decir las claves para endesearte. Porque, enamorado, ya me tiene. Lo que me pregunta es que qué tiene que hacer para que yo la desee.

El deseo es un sentimiento de posesión carnal, de ansia de gozo, que obviamente se origina en el cerebro. A diferencia del amor, que todos ponemos cerca del seno izquierdo, en ese músculo incansable y delicado, quizás porque cuando se sufre de amor suele doler el corazón espinado .

Pero el deseo, al estar centrado en el cerebro, revela una aproximación geográfica directa: las claves están en ese conjunto de sentidos que lo rodean: los ojos, para verla; los oídos, para oír su dulce voz; el olfato, para oler su perfume; y la boca, para comérmela enterita.

Pues sí, queridos amig@s, la boca, y su utilización más apasionante, el beso, son la clave del deseo. Según ella misma dice, con la preparación adecuada, es posible conseguir un beso eléctrico, una descarga, una violenta sensación, imagino que próxima al orgasmo.

El beso admite, además, múltiples variantes: roce de labios, beso robado a traición, mordedura de oreja, rechinar de dientes. Beso con succión, chupeteo con marcas. La sabia utilización de todas las posibilidades del beso convierte cualquier aproximación carnal en una fiesta intensamente vivida y largamente recordada.

Además, se puede practicar en cualquier lugar, no es preciso despojarse de ninguna ropa, e incluso es bien tolerado y acogido cuando se realiza en plena calle, diría yo que con envidia cuando es contemplado por los transeúntes. Ese morbo de acto público y observado puede agregar un grado de potencia adicional a nuestro beso seductor.

El beso marca probablemente la frontera, difusa donde las haya, entre el deseo y el sexo rabioso. Siempre recuerdo la frase de la protagonista de Pretty Woman , mujer de calle: sexo sí, pero sin beso. Como si el beso fuese la expresión del amor. Terrible confusión entre deseo y amor, que trae como consecuencia una devaluación notable del sexo, porque quitarle al sexo el beso es quitarle el deseo y bajar su cotización en bolsa muchos enteros.

Porque yo lo tengo muy claro. De algunas mujeres, me enamoro. De otras, me endeseo. Sí, sí. Como suena. Algunos de vosotros pensaréis que las mujeres son las que se enamoran de los hombres, mientras que ellos son los que se endesean de ellas. Otro dicho popular establece que en los hombres el amor sigue al deseo, mientras que en las mujeres, el deseo sigue al amor. Pues hay de todo, solo o con leche, como el café.

Pero, por favor, si alguna vez creéis estar enamorad@s, mirad a ver si lo que estáis es endesead@s, y en este último caso recordad: el beso es la clave de todo.

¡¡Ni me menees!!

jueves, febrero 08, 2007

Nunca he tenido un "San Valentín"


Hombre, después de lo que me acaba de acontecer a nivel sentimental, lo lógico es que "aún" no tenga quién me regale nada en San Valentín, si no, sería un poco ligerita de cascos, ¿verdad? Pero la cosa es que a mis 36 años NUNCA me han regalado nada por San Valentín, y lo peor es que no ha sido por falta de tener "enamorado", sino que por una u otra razón… pues no he tenido.

Cuando era adolescente y tenía ligues, pues esas cosas como que las veíamos como auténticas chorradas románticas, un terreno demasiado peligroso en el que entrar a los 17 o 18 años; supongo que las chicas a esa edad desean que les envíen flores a la facultad o al instituto, como en las películas, pero lo niegan a quien las quiera escuchar, y los chicos, a esa edad no están por la labor de dejar salir al Cyrano que puedan tener dentro.

Luego, más adelante, tuve mi primer novio "serio", que me hacía unos regalos para morirse (del susto) en mi cumpleaños o Navidad , pero durante los cuatro años que estuvimos juntos nunca "se dejó caer" el 14 de febrero con nada, es más, procuraba estar desaparecido o pasar desapercibido en esa fecha en concreto. Yo tenía amigas que ya tenían una relación más o menos estable, de hecho alguna se ha llegado a casar con el novio de aquellos años, y a ellas les venían el día en cuestión hasta con medallitas del amor, y por supuesto los consabidos ramos de flores o los bombones en cajas con forma de corazón, pero yo veía aquello y como a mí no me caía nunca nada… pues empecé a "endurecerme" y a pensar que eso eran horteradas y que en el fondo se trataba de una acción comercial más, como el Día de la Madre, el Día del Padre, etc.

A los 24 o 25 años conocí a mi ex por excelencia, Eduardo, Eddy, la persona con la que más años he estado y he convivido, fueron más de siete años viviendo juntos, luego uno separados, luego otro de reiniciar... Él trabajaba a turnos, guardias de 24 horas, y en siete años pues algún que otro San Valentín lo pasé sin él, aunque me llamaba por teléfono varias veces ese día, y los que no fue así, pues o ese día salía de la guardia del día anterior y ni se había acordado y me traía un regalito al día siguiente, o estaba tan liado en el otro trabajo que tenía, su propia empresa, que también se despistaba y lo mismo, empecé a celebrar el puñetero San Valentín el 15 de febrero porque no había forma humana de que recordara el día en cuestión por mucho que la tele y los centros comerciales se empeñaran en anunciarlo desde un mes antes.

Durante los casi 3 años que estuve con Pepe jamás y nunca recibí un San Valentín porque Pepe consideraba (como yo lo había hecho años antes) que esas cosas eran una manipulación económica absurda y controlada por la CIA o vete tú a saber por quién. Yo alguna vez le dejé caer, al principio, que unas florecitas… un "algo", pero él decía que él no regala flores porque eso es un crimen, y que no iba a entrar por el aro con más rollos de esos, como lo de Papa Noel, que no le daba la gana tampoco, pero esa es otra historia.

Así que ahora, acabo de cumplir 36 años, no tengo novio, pareja, marinovio, amigo con derecho a roce ni nada que lo fundó y lo más normal del mundo es que este año tampoco reciba un jodido San Valentín por mucho que lo desee, porque como no me lo mande yo misma a mi misma y lo disfrute conmigo misma, me parece a mi que…

Pero he decidido que QUIERO UN SAN VALENTIN , que quiero que mi próxima pareja, marinovio, novio o incluso marido, leches, ¿por qué no?, sea de los que me regale un San Valentín y que si se le olvida, a la primera lo mando a hacer puñetas. Ya está bien de estar aguantando que me vengan con excusas baratas de que es una manipulación del Corte Inglés o que se han olvidado. Porque nadie se olvida del cumpleaños de su madre, ¿verdad?, ni del día de Navidad, pues esto es lo mismo.

Se acabó, si me quieres, me celebras el San Valentín de las narices y como Dios manda, a todo trapo; tampoco te pido que me lleves a las Fidji, aunque ya puestos, un par de días románticos en un hotelito rural… pero quiero el ramo de flores, la caja de bombones con forma de corazón y si me apuras, el osito de trapo con un suéter que dice "te quiero".

Quiero que me despiertes con flores en la almohada o un smsito cariñoso, que me envíes regalos a mi trabajo y me hagas sentirme especial dentro de lo mismo de todas las demás. Quiero que del mismo modo que celebras otras fechas señaladas, que esta también me la celebres y me digas durante 24 horas que me quieres, porque si, porque es el día de los enamorados y si estás enamorado de mí, pues eso, es lo que hay... porque yo lo haría también.

Dicen que querer es poder… así que, una vez más, como decimos en Canarias… DEJA VER .

Sección-Reflexiones

¡¡Ni me menees!!