Yo soy el propio dibujo, emborronándose con la gota y la otra gota, la rabia
es un perro gigante, nuestro amor es viejo y ya no suena a viernes.
El castigo toma formas perennes,
construirme una y otra vez qué hago si no eso,
construirme una y otra vez con retazos que se van, sí, desvaneciendo, con
la gota, con la gota se van.
Las puertas del muro azul abiertas, los vecinos pasan, me gusta mucho estar sola, es decir, no estar rodeada de gente desconocida, prefiero que no pase nadie por la calle estrecha en la que escribo, este bar me encanta, con sus sillitas de madera y sin tráfico, con el árbol gigante cerca, mucha gente viene a tocar su tronco, son muchos años, por cosas de la energía cósmica y demás. Pero afortunadamente pasan rápido, no es necesario mucho más, el tacto de la madera húmeda reconforta en unos segundos, y pese al cabello naranja extremo paso desapercibida, o eso creo, no me importa, de todos modos, estoy de espaldas.
Romperse es sumamente difícil, en realidad lo es tanto como fácil, tal vez se trate solo de que el momento sea el oportuno y todo se vendrá abajo en una catarata marrón y enorme.
En estas fechas, pedir un mínimo de silencio en esta ciudad es imposible, un niño bastardo está tocando no sé qué pito estridente en la plaza, el eco llega hasta aquí.
¿Qué es esto? ¿Una ofrenda a modo de diario? ¿Una pataleta incombustible? Se deshace en mis manos la coherencia y el nudo que tengo vuelve a mi garganta otra vez, siempre parece que quiere quedarse para siempre. Luego es expulsado, o reducido, agazapado en alguna parte va a volver como vuelvo a alimentarme mal por muchos propósitos de enmienda que haga.
Lo de la sangre y los periódicos me enferma sumamente. Lo de la sangre y los periódicos, lo de los hombres empinando el codo en congresos y ferias de restauración. Y las mujeres que son como colchonetas con botas y maquillajes y oro.
El arte es inconmensurable y fugaz, pasó por mi una pluma extraña y azul, pasó y no vuelve, me siento nada. Me siento como nada, nunca hice nada con un propósito, solo el de pasar mejor el día, ahora me encuentro con la imposibilidad de hacer algo nuevo de lo caduco e inverosímil.
Miras a la chica gorda y con turbante (menos gorda que tú en todo caso) te gusta su naturalidad y su dentadura, te gustaría mirarte y ver lo que ella ve. Desgraciadamente, somos ésta, y no otra.
La carne en el asador es lo que haría falta, haría falta eso y follar, follar mirándose a los ojos, lo que se suele llamar hacer el amor pero con palabras guarras y oídos atentos.
La policía nacional ha pasado por aquí con sus motos mientras yo deliraba histriónica hablando por teléfono, gesticulando con un porro en la mano. Estoy de espaldas (ya lo dije) así que no los vi venir. El primero redujo la marcha y se giró, mirando mi mano, que yo seguí de todos modos moviendo, sólo que esta vez con cuidado de que se fijara en la parte marrón de la boquilla donde pongo el cartoncito, una forma como otra cualquiera de hacer porros, pero que pasa a veces por un cigarrillo si no se tiene mucha vista. El policía no tenía mucha vista, o es que ha decidido no tenerla. Escribo, bebo café y fumo en una calle peatonal por la que no pasa casi nadie. Estos paladines de la justicia, estos vigilantes de la ley y el orden, me resultan antipáticos aunque tengan buenos culos. Mi naturalidad manifiesta a la hora de esgrimir mis pequeñas banderitas cotidianas, me ha librado de una multa y del mal trago, que al fin y al cabo lo es.
Mi bulto debería verlo un médico. A veces creo que moriré por indolencia. Es muy probable.
Mi mundo se hace pequeño, muchas veces es una miniatura que chilla sin que nadie la oiga. Soy un garbanzo en el universo, un garbanzo en mi ciudad, un garbanzo de todas formas en mi calle y en mi casa.
Es tarde, las manos se me quedan heladas, estoy esperando que tus labios rocen los míos con algo parecido a la casualidad. El corazón me latía tan rápido en el patio, de verdad pensé que iba a hiperventilar y desmayarme.
NOVELA: Javier Mateo Hidalgo.
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1.
Todo comienza
donde la memoria
nos permite.
Dibuja la tiza
sobre un negro universo
y su polvo se desvanece.
¿Los recuerdos son nuestros
o está...
Hace 50 minutos