Canción de Victoria al Dr. Hugo Gilmore.
Verano de 1986.
Me viene a la mente un viejo programa de televisión donde las señoritas
enseñaban los pechos y también
una autopsia, como te dije, a esto sí, cariño, a esto sí
que podemos llamarle
autopsia.
Hablamos tanto y tan seguido de las cosas oscuras, del cabello viejo y la lana
perseguida, de los hombres en patera, del vestido remendado, de la pasión y el
amor ¿qué ha de ser para
nosotros?
A esto sí, amor, a esto podemos llamarlo autopsia, y podemos llamar a la muerte
Vaga, y podemos implorar por las mañanas por el resto de los hombres con sus escudillas y
sus escudos, al final yo sólo veo en los periódicos muerte, tú tratas de saltar
con cantautores, revolución me dices y yo reflejada
en tus ojos como un monstruo de siete cabezas.
Hablaría con Beth, ¿recuerdas a Beth? ahora es una dama en mis sueños, no es Seth,
es Beth, ¿sabes? Hoy hablaría con
Beth, le diría
el celador está enfermo, querida, al verle tras el mostrador recordé que le abrían
qué tenía dentro no lo recuerdo, seguro es lo que yo tengo, algo que presiona
la órbita lunar del ojo, algo
voraz, tan fuerte, oh amor, querido doctor, las niñas bailan con los vientres pequeños,
las brújulas se escapan, quería decir, amor, no hay norte que buscar no te corres ya conmigo, quería decir
prefieres solitario por la tarde con la persiana cerrada pensar en vete a saber y no me importa pero ya no ya no ya no
te corres conmigo amor, te corres en mí, amor.
Un suspiro junto a la ventana y
no encuentro palabras para hablarte de los paisajes que me aterran
de las niñas en mis sueños danzando con púrpura en la frente y cicatrices en
las vulvas, rosadas se menean, todas las niñas son yo, cimbreantes de flujos y
escapadas,
ME DESPIERTO
quisiera darte tanto, amor, ¿dónde está tanto?
Ayer te tocabas la cabeza y lanzabas las cáscaras de ese fruto seco
contra el plato, las señoras pasaban despacio, se sujetaban unas a otras
de los brazos.
Los calendarios se están muriendo, la axila es un lupanar de óxido, hueles tan bien,
y
lo hice por tí, lo hice por tí correrme y te miraba, te amo con desesperación y carrriles
de aceleración te amo y me revuelvo en una tristeza singular y enferma, está aquí
la comisura de mis labios, con un dedo la acaricias, y ella, doctor, doctor,
mi amor
se duele de las prisiones y los lechos, se duele de huesos y países.
Me gustaría
hablarte en diminutivos, de tracción mecánica y grandes buques
de impacto de placas tectónicas y montañas formándose, y viajar contigo y parir hijos,
como héroes y en castillos y en fortalezas, ¡que no pase nadie! y
viajar contigo y parir hijos y en fortalezas y la mía
que volviera, que tú rompieras
éstas nalgas a palmadas, y qué se yo que yo
lograra, deshacerme de la molécula negra, que acabara
de una vez
éste dolor que dura tanto, doctor, que pudiéramos ser juntos,
en la pesada tarde de julio, calor sofocante, nuestras manos
tan sudadas, apretándose,
justamente
ahora.
NOVELA: Javier Mateo Hidalgo.
-
1.
Todo comienza
donde la memoria
nos permite.
Dibuja la tiza
sobre un negro universo
y su polvo se desvanece.
¿Los recuerdos son nuestros
o está...
Hace 1 hora
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