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sábado, 21 de marzo de 2009

LA MOVIDA DE IVÁN THAYS


El novelista Iván Thays intenta dar su respaldo al descubierto poetastro Gustavo Faverón (quien considera que la adolescencia abarca más allá de los 20 años de edad e intenta negar sus propios escritos, su poemario inédito “Alejandro Selkirk” y el cuestionario que responde con balbuceos y estupideces en la revista “Alfareros” donde él, incluso, era mayor –en años—que Jorge Frisancho) pero incurre en una suerte de errores, falacias y en una sorprendente revelación, casi de forma (in)voluntaria:

También recuerdo con nostalgia tus poemas, Gustavo, y los de Jorge Frisancho. Me hubier gustado comentarte tus poemas en esa época, pero entonces no éramos amigos. Sí pude comentárselos a Jorge (Frisancho), a quien admiré desde entonces y aún admiro mucho.

En buen cristiano, el señor Thays aporta a mi teoría que estos círculos viciosos de literatos (lisiados por la falta de creatividad o por la necesidad de una fama o un éxito esquivo, etc.,) sólo responden a un criterio de seudo-amistad por intereses, gustos, alianzas, pactos estratégicos, etc., (¿mafia?). Para ellos la literatura nunca vale por sí misma. Thays, en otras palabras, descaradamente, dice: “Gustavo me hubiera gustado comentar tus poemas pero entonces no éramos amigos; me hubiera gustado reventarte cuetes pero, oh lástima, no te conocía”.
O, ahora –gracias a la bendita polisemia--, tenemos que entender que le hubiera ido a invitarle un café al susodicho para comentarle lo mucho que le gustó sus poemas, sobre todo ese que habla de “la hormiguita y las mil patitas” (¿ese no habrá sido un poema para niños?). No pues, señores, hablemos claro y no tapemos el sol con una mano (Gustavo, Iván, muchachones: no hagan el ridículo más allá de lo necesario. Son verdaderamente patéticos tratando de cubrir sus cojeras literarias sobre todo ahora camino a los 45).
Arriba en la foto: Iván Thays en extraña danza (la foto original me fue entregada por un “amigo” íntimo del novelista establecido en el interés. ¿Con amigos así quién necesita enemigos?).
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