En las X Jornadas de La Revolución Delirante, celebradas en Valladolid el 29 y 30 de septiembre de 2023 pudimos debatir, pensar y criticar nuestras prácticas.
Tanto las mesas como la representación teatral de la compañía Utopía ofrecieron un marco de reflexión que culminó en la organización de grupos de trabajo para llevar a cabo cambios reales en los dispositivos donde trabajamos.
A continuación, se llevó a cabo una puesta en común de las acciones que cada territorio se comprometió a llevar a cabo y, tal y como se acordó en asamblea, quedan aquí recogidas para que puedan ser pensadas e implementadas más allá de los lugares que habitamos los más de 450 asistentes a este prometedor encuentro.
Los y las asistentes a las XLRD:
Sabemos que perpetuamos un sistema de cronificación. Queremos cambiarlo.
Debemos derribar los muros que estamos construyendo.
Debemos reconocer la violencia que ejercemos. También la violencia blanqueada de los servicios sociosanitarios.
Queremos terminar con el etiquetado diagnóstico.
No debe leerse la historia clínica de alguien antes de conocerle. Y menos creer que si la leemos, le conocemos y podemos opinar sobre él o sobre ella.
Debemos dejar de arrastrar los diagnósticos de las personas. El diagnóstico debe ser consensuado, ya que puede provocar daño y no se trata de una verdad universal.
Debemos evitar la infantilización de las personas que acompañamos. El paternalismo es violencia. También es violencia la coacción y la amenaza.
La amenaza con la involuntariedad es una práctica común que debe ser erradicada.
Debemos tomar conciencia de que las personas con problemas de salud mental son ciudadanos libres y de pleno derecho. Ellas deciden. No hay que salvar a nadie. No somos guías, héroes ni heroínas.
Debemos aplicar la reducción de daños a todo tipo de intervención en salud mental.
Debemos informar, primero, de los derechos.
Debemos denunciar a Fiscalía la vulneración de derechos que vemos y las violencias de las que somos testigos.
El consentimiento informado debe ser real. La información debe ser completa, real e independiente. Debemos preguntar antes de hacer. Hay que saber lidiar con la incomodidad institucional.
Debemos tomar conciencia de que los protocolos no son normas. Hay que atreverse a saltárselos. Lo que «se hace siempre así» no es obligatorio.
Debemos renunciar a firmar cuando no estamos de acuerdo en cómo se interviene.
Debemos erradicar las indicaciones genéricas y promover las Planificaciones Anticipadas de Decisiones (https://exseccionddhhaen.wordpress.com)
Debemos priorizar la escucha a las personas. Y nunca hablar de la persona sin la persona.
Debemos facilitar que las personas pongan reclamaciones al servicio cuando no son bien tratadas.
Queremos usar las grietas institucionales: usar el sistema como elemento restaurativo del daño.
Debemos cuidar los espacios. La salud mental está en la calle, no en las consultas.
Debemos de dejar de entender los problemas como individuales y empezar a considerarlos como colectivos.
Queremos subrayar la importancia de las palabras y el lenguaje que usamos. Hay que cambiarlos. También con la prensa y la comunidad.
Debemos elaborar los informes siempre en conjunto con la persona. Y realizar el consentimiento informado de todas las intervenciones. También de la información personal añadida en la historia clínica.
Debemos quitar la mesa. Quitarnos la bata y dejar de usar la tarjeta identificativa.
Queremos denunciar las unidades de agudos. Son violentas. Hacen más daño.
Debemos preguntarnos a qué obedecen sus normas. Deberían ser espacios de cuidados. Deberían no hacer falta porque los cuidados puedan encontrarse en espacios propios.
También las consultas pueden ser lugares de violencia. Debe ser espacios de confianza y confidencialidad. De acompañamiento. Donde se de importancia a la narrativa propia.
Debemos erradicar la contención mecánica. También la química. La mejor forma de apaciguar la angustia es con la palabra y los cuidados.
Debemos trabajar con los servicios de urgencias para evitar la violencia que se ejerce desde ellos.
Debemos hacer memorias para denunciar las carencias de nuestros recursos y las violencias que implican.
Queremos documentar los espacios críticos y darles un nuevo valor.
Debemos luchar contra las jerarquías entre los equipos profesionales y dentro de los mismos. Promover las polifonías de saberes, poniendo en el centro el de la persona que es acompañada.
Debemos hacernos oír cuando hay diferencias de poder en las instituciones.
Queremos poder hablar de nuestras diferencias dentro de los equipos.
Debemos trascender los modelos técnicos a modelos útiles. Organizar la indisciplina. Atenerse a la objeción de conciencia.
Queremos espacios para cuidarnos. Mas cuando la violencia institucional apunta a quien no obedece y propone alternativas. Es un estigma para muchos venir a estas jornadas. Hemos sido señalados y cuestionados en los servicios por ello.
La población debe conocer que hay profesionales que piensan diferente. Y debe conocer lo que pasa en los servicios de salud mental.
Queremos hacer un mapeo de activos por territorios. Ver con quién contamos para los cambios. Hay que salir a la comunidad.
Queremos permanecer en los espacios incómodos. Allí donde se hace posible el acompañamiento y se abre la comunidad.
Queremos, y debemos, ante todo, cuestionarnos lo que hacemos cada día en nuestro trabajo para atrevernos a las prácticas.
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