Cecilia Mata me entrevista.

Hace poco me regalaron un libro con crónicas de Clarice Lispector: “Revelación de un mundo” (Adriana Hidalgo editora, mayo de 2016). Yo ya había leído a Lispector en portugués, pero era la primera vez que llegaba a mis manos una traducción. Imposible no ver su nombre, ahí en la tapa. Debajo de “6ª edición” se lee: “Traducción de Amalia Sato”. Nada es casual porque, la persona que me lo regaló, fue alumno de Amalia y sabía que yo la conozco desde hace varios años. Además de alegrarme de volver a disfrutar de una de sus traducciones (ya había leído El Maestro de Go de Kawabata), me sorprendí al ver su nombre en la tapa, algo para nada frecuente al menos por estas tierras, y al ver que también la traducción está registrada bajo un número de ISBN. Por el contrario, no me sorprendí cuando al abrir el libro leo: “Selección de textos, traducción, presentación, revisión y notas de Amalia Sato”. Amalia, por si alguien que está leyendo esta introducción aún no la conoce, es profesora en Letras por la UBA, editora de la revista literaria Tokonoma, traducción y literatura (que recomiendo vivamente), profesora de español para brasileños, forma parte del Club Argentino de Kamishibai, que difunde el kamishibai (teatro de papel). Tradujo varias obras, entre ellas: Sei Shonagon, El Libro de la Almohada; Mori Ogai, En Construcción; Natsume Soseki, Kusamakura (Almohada de hierbas); Higuchi Ichiyo, Cerezos en tinieblas; Renato Ortiz, Japón: lo próximo y lo distante; Ihara Saikaku, El Gran Espejo del Amor entre Hombres; Haroldo de Campos, Yugen, Brasil Transamericano, Del arco iris blanco; Jorge Amado, Doña Flor y sus dos maridos; Yasunari Kawabata, El Maestro de Go, Relatos en la palma de la mano, El sonido de la montaña y En el lago. En el 2004 recibió el Diploma al Mérito de la Fundación Konex en la disciplina Traducción. Agradezco su disposición para contestar a mis preguntas. • Amalia, antes que nada me gustaría saber cómo es esto del ‘traductor en tapa’. ¿Tu nombre ya figuraba en la 1ª edición y figura en todas tus traducciones? Porque la AATI (Asociación Argentina de Traductores e Intérpretes), una de las fundadoras del Frente de Apoyo al Proyecto de Ley de Traducción Autoral y está impulsando, desde hace ya cinco años, un proyecto a fin de extender los alcances de la ley 11.723 de propiedad intelectual. • Bueno, ante todo, Cecilia, gracias por permitirme estar en tu blog. El alumno que te regaló el Clarice es Paulo, un profesor brasileño, que estuvo en los cursos de español de la Fundación Centro de Estudos Brasileiros, un querido alumno con un humor mineiro tan especial. Y me gusta también mencionar la institución, que ya no existe lamentablemente, porque allí me formé en lengua y cultura de Brasil y fui docente durante años en el Programa de Español. Lo que mencionabas del nombre en la tapa y el registro de ISBN me obligó a ir al estante archivo donde tengo los libros traducidos. El nombre en la primera edición no figura en tapa y el ISBN es el registro de edición, no de traducción. Ojalá algún día salga la ley de traducción y propiedad intelectual y se orienten por las propuestas de AATI, que tiene una página web tan precisa. Pero no fue el caso de los contratos que firmé hasta ahora. No tengo los ejemplares de las ediciones posteriores para decirte desde cuándo figura el nombre en tapa. Me acuerdo de que Alicia Steinberg cuando recibió su diploma Koknex pidió: ….y pongan el nombre del traductor en la tapa! • Con respecto a este libro de Clarice Lispector, a) ¿cómo surgió la idea de traducir estos textos publicados durante siete años en el Jornal do Brasil?, b) ¿sobre qué te basaste en hacer la selección de textos?, porque imagino que debe de haber sido difícil publicar unos sí y otros no. Incluso hay algunos muy breves que me animo a calificarlos como ‘artículos-haiku’, perdón por la osadía, pero por la brevedad de lo que se espera cuando se piensa en una entrega semanal para un diario. • Sí que fue difícil. En portugués el título de la antología de crónicas era A descoberta do mundo (aclaremos que no lo puso Clarice), y eran todos muy diversos, unos más extensos, otros breves, algunos más “locales”, otros más universales. Creo que elegí las más jugosas, dispares, o donde aparecían personajes como Chico Buarque o Jobim, (me arrepiento de no haber incluido las dedicadas a Lucio Cardoso, escritor no tan conocido por acá pero tan amado por la autora), en fin las que a mí como lectora me iban capturando. Te aseguro que no fue difícil, el material era atrapante. Y aclaro que la traducción me la ofrecieron no la propuse yo, como fue el caso de otras. Siempre pienso que hay que felicitar al editor del diario que se jugó por publicar este tipo de textos como lectura de sábado, y sé que se suspendieron después de tantos años de un modo abrupto (así lo declara Lispector). El éxito de esta primera selección llevó a una segunda, con el resto de las crónicas, pero no estuvo a mi cargo. • En algunos casos los traductores tienen la oportunidad de consultar al autor si tienen dudas sobre tal o cual término, sobre alguna descripción que no llegan a captar, cuando se traduce a autores ya fallecidos, ¿cómo se resuelve esta fase?, ¿se discute con la editorial, se investiga más allá de lo que normalmente se conoce de ese autor? Muchas veces hay entrevistas, videos de achivo, etc. • Es cierto. Ahora es fantástico consultar con el autor por las redes. Me pasó con Vilma Areas, le consulté por mail varias dudas, términos muy urbanos, alusiones en clave. Es tremendo cuando te encontrás con esos agujeros negros que no se resuelven. En el caso de Clarice lo que más me capturó fue sostener como una sibilación. Una prosa que se crispaba por momentos y tenía cadencias que había que respetar sin domesticar o literaturizar convencionalmente. No hubo mayores problemas con el vocabulario. • ¿Qué es lo que te fascina de ese mundo tan particular de Clarice Lispector? Hace poco leí un artículo en La Nación, poco antes de cumplirse 40 años de su muerte el 9 de diciembre pasado, en el cual se la describe como "una forma felina de estar en el mundo, siempre en alerta". • Hay tantos estudiosos de Clarice que es un poco osado opinar (conocí a Nadia Gotlib, una de las mayores especialistas) pero lo voy a hacer: dice lo que quiere decir dejándose traspasar, como disimulando el pensamiento y entregada a asociaciones personalísimas. Muchas de sus claves están en A hora da estrela, para mí, una novela excelsa. El oído para el ritmo de la lengua de los nordestinos, la cadencia de ese Brasil profundo que tanto fascinó también a Guimaraes Rosa. Y el oído para los ritmos y figuras de la cultura judía que ella tan bien había conocido en la Recife de su infancia. • Por último, Alberto Manguel, Director de la Biblioteca Nacional, afirma que "Sin los traductores somos ciegos y estamos sordos". ¿Qué autores tuviste la dicha de conocer a través de sus traductores? • Sí, una enorme responsabilidad traducir. Una mala traducción puede privar de un autor por generaciones. Pero como oficiante te digo que cuando estás en acción, te olvidás de que estás traduciendo a autores magnos, te enfrentás y trabajás textos, y cuando das por terminada la tarea (más bien porque tenés que entregar, porque las correcciones no tienen fin) te volvés amnésica y sos incapaz de recordar ninguna de esas frases que tanto labraste. Así que a tu pregunta respondería que autores conozco por la lectura, acción placentera, continua y personal, y no por la traducción propia que es la lucha con un texto que se mantiene anónimo mientras se va fraguando. En cuanto a autores que he disfrutado en buenas traducciones… muchos. Pero cierro la entrevista nombrando a una traductora que admiro y cuya amistad me honra y que nos dio Shakespeare, Lewis Carroll, Katherine Mansfield, Gerald Manley Hopkins, Emily Dickinson, Oscar Wilde, etc etc., la poeta Delia Pasini. Muchas gracias, Amalia.

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