Se acerca la fecha y uno ya está harto de tener que apagar la tele y la radio, y de no leer los periódicos para no encontrarse con lo de siempre, el discurso del rey de Nochebuena.
De este año no pasa. Estoy convencido de que a este hombre le obligan a dar este discurso, está hecho sin sustancia, con desgana, a la fuerza, siempre diciendo lo mismo, obviedades, cuestiones que diría el más común de los humanos. Debemos evitar que vuelva a “deleitarnos” con sus “magistrales sofismas”, busquémosle excusas.
Esta puede ser la buena acción navideña de este año. Ayúdenme, hemos de darle la oportunidad a este señor de que no nos de la murga, otro año más.
Mi intención es escribirle una misiva en la que entre todos, le demos sugerencias para que ese día pueda acometer otras faenas y así evitar que llene su vacío tiempo con una charla estulta y sosona. Ésta será la carta:
Kabila, a 22 de diciembre de 2009
A Juan Carlos, rey de España
Palacio de la Zarzuela
Muy Sr. mío:
Perdone que no le llame majestad, ni tan siquiera excelencia, pero es que yo de protocolo entiendo poco, y además dicen que usted es muy campechano, por lo que estoy convencido de que lo entenderá.
Le escribo esta carta con el fin de que recapacite y no nos vuelva usted a dar la charla del día 24, otra vez este año, ya que, perdone mi atrevimiento, no solamente es previsible, sino que además está carente de contenido y de todo lo demás. De verdad que se lo agradeceré toda la vida, dedique su tiempo a otras cosas y no a ocupar el nuestro.
Como quiera que las malas lenguas dicen que se aburre ese día, que no tiene otra cosa que hacer y que usted se ve obligado, he recogido un puñado de sugerencias para que emplee ese tiempo en cuestiones más placenteras para usted y sobre todo para nosotros.
1/ La cocina relaja mucho, aprenda usted a hacer el pavo navideño, que seguro que así podrá librar el cocinero y no tendrá tiempo para gastarlo en mascaradas.
2/ Llame usted a esa hora a Aminetu, si todavía tiene fuerzas para hablar, a lo mejor le convence de que ha de esforzarse y persuadir a su amiguísimo Mohamed de que haga justicia y la permita volver a su país.
3/…
Elija usted una de ella, pero por quien usted quiera, no nos dé la charla.
Le comunico que así se evitaría también este acto que le estamos preparando.
Muy atentamente,
Las dos sugerencias que le he puesto al final de la carta son mías, pero espero que cada uno de ustedes, con su habitual ocurrencia pueda añadir alguna más y así demos la posibilidad a Juancar de que elija entre varias y asegurarnos de que esta vez no habrá que decirle: ¿Por qué no te callas?
Así es que espero hasta el día 21, añado las sugerencias que se les ocurra, y le mando la cartita por email, para que tenga tiempo y se decida por cuál va a cambiar su anodina charleta.
O sea que aplíquense, y no sean ustedes descorteses con el rey, que les conozco, y son capaces de cualquier cosa. La pretensión es dar alguna alternativa para evitar esa verborrea lastimera.
El día 22, les daré conocimiento de la carta completa que habré enviado a la Zarzuela, con sus sugerencias. Y si no consiguiéramos nuestro objetivo, ya saben, lean el cartel de arriba y actúen.
Salud y República