miércoles, abril 29, 2009

¿Linux? No, gracias

Byte Corrupto comentó en mi último post:

¡Vamos, hay buenos motivos que pudiste haber utilizado!, incompatibilidad de paquetes, mal diseño de interfaces, falta de estandarización en distribuciones, la falta de colaboración entre proyectos, entre downstream y upstream, exceso de elecciones innecesarias, falta de competitividad, falta de usabilidad, desarrolladores que les interesa más el movimiento del software libre que las necesidades del usuario, etc. Con dos o tres de estos hubieras callado algunos.


Pues muy bien, de entre todos esos argumentos, la falta de usabilidad es ya un motivo suficiente para no usar Linux, porque precisamente eso es todo lo contrario de lo que dicen de Mac OS X, que es amigable, intuitivo y que puede ser usado por todo el mundo, incluso en los colegios... Un sistema operativo en el que hay que desentrañar no sé qué historias, que tienes que estar todo el tiempo alerta, que poco menos que tienes que ser informático, ¿pretende ser universal? Porque ahí vamos al segundo argumento de peso, que escucho a los linuxeros hablar siempre del movimiento del software libre, así pues, son más una secta que simples usuarios. Mal diseño de interfaces, por supuesto, son feísimas, poco amigables. Hasta Firefox, su cacareado navegador, que uso ahora, es feo, vulgar, rústico, y a no ser que le hagas un lavado de imagen, seguirá siendo asqueroso.

Me da igual que Linux sea elegido por gobiernos, por colegios, por instituciones públicas o por empresas, no me convence.

Ya sé que Mac OS X no es la panacea, que tendrá sus fallos, pero al menos es amigable y de estética brillante, está hecho por creadores, no por frikis de la guerra de las galaxias. Me fastidia esa asociación Linux = libertad, comunismo y no sé qué cosas más, cuando la verdad es que es un quebradero de cabeza y una secta. Usar Linux es como hacer el amor a pelo..., te la juegas... O eres un "manitas", o te arriesgas...

Es verdad que en Mac, si quieres usar Office, tendrás que comprar el paquete especial para Mac, que cuesta una pasta; es verdad que para las películas habrá que tener VLC, lo sé. Es cierto que es incompatible con la mayoría de aplicaciones y programas de Windows. Puede que haya algún virus, como supongo que lo habrá en Linux. Es verdad que alguna vez se me colgará. Por suerte no fui un pijo descerebrado, una niñata tonta, con su Macbook, sé que se jode el disco duro..., ¿y para qué quiero una pantalla de 13'' o 15'' pudiendo tener una de 24''?, sí, que te compres un LED Display Cinema de 24'', pues para eso me compro directamente el iMac, si ya tengo el portátil, aunque sea de los otros...

Vale, Mac OS X estará basado en Unix, pero el desarrollo, el diseño ulterior, es muy distinto a Linux, no tiene nada que ver... Los cimientos es una cosa, que la casa quede hermosa es otra cosa bien distinta.

El futuro es de Apple, cada vez más gente se pasa a Mac, y eso de tener un PC, que es un cajón, cierto, con Linux dentro, es como vivir en una ratonera con muebles de La Oca o sofás Divatto...

Pero bueno, seguiré sufriendo Linux en el trabajo, y seguiré con los insultos de los linuxeros...

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lunes, abril 06, 2009

Rayos encendidos

Música de nadie está bien, pero tengo otra idea, un programa alternativo, digamos, que se llamaría así, Rayos encendidos. En vez de Marta y Nina, habría gente llamada el Valencia, el Caracol y la Quita. Esta gente no querría viajar al sur en un tren cochambroso, haría viajes alrededor de su habitación, si es que tienen algo así, y estarían todo el día drogados, que es lo más normal por estos pagos. Depresión, paranoia, algo de sexo, ésos serían los ingredientes básicos de los distintos programas o capítulos. En vez de dulzura, felicidad, me enamoro con demasiada facilidad, sería me estoy quitando, la misa de la plaga, un día en el vertedero, invitación a un suicidio, y veríamos cómo cae Gonzalo desde el tercer piso, mientras todo a su alrededor se muestra indiferente. Painkiller, Naked City, en vez de Sciarrino o Manoury que suenan en un improbable jukebox. La música ni siquiera está en formato CD, sino que es un mp3 a 320 kbps. Puede que metiera, muy de vez en cuando, algo de Enrico Rava, o Paolo Fresu, pero más bien sería Uri Caine el que tendría la última palabra. Se leerían fragmentos de Bukowski y de ese poeta catalán que se fue a Nueva York y despotricaba contra las mujeres. Algunos viajes lisérgicos. La narradora tendría que ser la misma, Sandra Urdín, ya me gustaría saber cómo leería pasajes escabrosos y presentaría la música de Bauhaus o de John Zorn. Lo malo es que esto no sería muy ortodoxo para Radio Clásica, no lo aprobaría el Palacios. Más bien, sería cosa de Radio 3, y menos todavía...

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viernes, enero 12, 2007

Barbazul

La pequeña oficina de Correos. Me acerco a uno de los puestos de atención al público, es sólo para echar esta carta, oiga, ¿está bien de franqueo? Pero el tipo que está ahí detrás, más pequeño cada día y cada noche, es un viejo cartero que ahora ya no camina, lo conozco, es amigo de una que tal, por eso siempre quiere enterarse de mi actual vida y por qué abandoné la otra, si me iba tan bien, pero eso son apariencias que siempre engañan. Por qué dejaste a la otra mujer. Porque ahora tengo a otra. Y dónde metiste a la otra. En un viejo armario que huele a serrín. Y sabes dónde puedo encontrarla, me pregunta el de la gasolinera pues la vieja bruja le daba clases a sus hijos. Clases de la vieja música que amansa a las fieras. Pues no lo sé, la verdad, la enterré hace unos cuantos años. Ah, es verdad, lo había olvidado. En el armario, qué está sucediendo.

No es bueno ser tan curiosa. Porque ahora el viejo profesor de dibujo, que perdió al hijo en un desgraciado accidente que en realidad fue un suicidio porque el chaval estaba puesto hasta el culo de porros y demás pastillitas y se tiró al vacío... Ahora la vieja profesora de química que me enseñó a realizar todo tipo de bombas caseras, la vieja profesora de física con la que descubrí los placeres de la gravedad cero, ahora y en la hora de todas las desgracias, por favor fotos no, ahora vamos a esta otra sala en donde han puesto una exposición temporal de Rauschenberg, si te gusta te lo regalo, pero luego me lo devuelves. No, es mejor que no me pises los pasos.

De donde no se regresa, ahí vas a ir como te sigas portando mal. Su vieja cafetera, fue al suelo por mi falta de cuidado, ay qué desgracia, ya nunca más se compró otra porque en realidad quería que yo se la regalase, pues de eso nada. Yo no tomo café porque me sienta mal. Ahora seguro que está follando con el gaitero, cuando las trompas salen volando en dirección de la estrella polar. Hay una reunión de bandas de gaitas cerca del Palacio Real. Del Fillmore Bar sale una tipa que seguro que se dedica a llenar barriles de pólvora para hacerlos estallar. De la casa del señor sale una panda ebria de éxtasis. De mi casa no me salgo salvo en las horas más oscuras del día, cuchillo en mano, y sin conocer las intenciones. Ahora se rompió un cristal de la ventana del balcón de arriba. Yo no he sido, fue el sombrerero loco. Cartero, ven aquí, hace falta fumigar tu casa.

No, a la carta que va a Madrid no le falta nada, está todo perfecto, pero mañana ponle el céntimo que le falta, chaval. Y sus dedos están todos fichados por el FBI. Y la familia ha sido asesinada por ruidosa. La cafetera rota. Los gatos perdidos, pobre Lucio. El jazmín que cuidas con amor, ahora y en la hora de todas las fragancias. La rosa y el clavel, cierra las puertas y arde dentro.

No me preguntes más, porque así es la rosa. Voltaire también conoció alguna pena, cuando menos se lo esperaba. La fresa de Huelva. Los roscos caseros, el codillo, el tomillo del monte, la perra de Carmen, que era de Madrid, a veces íbamos a su casa, eso fue antes de la matanza, eso fue antes de que pintáramos Jose y yo las paredes de pistacho, sólo para joderla, la habitación principal de un amarillo patito, la otra de blanco en donde ella pensaba alojar a su familiaaaaaaaaaaa...

La curiosidad mató al gato. La piel se cae a tiras. Ejercicios para sacar la piel a tiras. Abdominales. Calle Etiopía. Ahí enfrente vive el famoso futbolista del Málaga. La noche que llegué todo empapado pero contento, de aquel concierto de guitarra en donde estaba la chica más guapa del mundo, y estaba con su padre, tan joven su ideal, ella, la que anunciaba a Wen, antes de la bendita irrupción del mes de mayo, el mes de las canciones en flor.

Secretos que permanecen escondidos.

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viernes, enero 05, 2007

Oriente

(Tras una lectura de Orhan Pamuk)

(...)

De todas formas, a esa hora de la noche lo que apetece es recostarse tranquilamente en el diván, enchufarse el narguile y no pensar en nada, sentir que la mente traza su propio camino, cada vez más vagaroso. Luego los brazos ya no se sienten, el insidioso picor se ha esfumado, sólo hay una infinita escucha. En la alfombra colgada en la pared de enfrente aparece una serpiente enroscada, plateada, que poco a poco va desplegando las alas. El alrededor del cuadro es de un intenso color morado. Las manos están tatuadas de henna. Hay un olor fuerte a vainilla y coco, luego aparece una mujer desnuda portando una bandeja con vasos altos en donde el hielo se agita como una mala furcia. Es un mal whisky, le pido que me traiga el otro brebaje, el de moras y avellana, con sorpresa en la cumbre. Ella me trae, por error, la belladona del señor. Se trata de una jovencita de no más de quince años que consiste en mucha carne abierta como una flor de hibisco. Se echa a mi lado y calla, porque no está autorizada a hablar con extraños. El olor a limón se esparce por la habitación. Noto que el vello de sus axilas renace con fuerza. Hay un algo amargo en su mirada, como si acusara al mundo de su belleza fatal. Sus ropas han caído antes de tiempo, ropas blancas que compró en el bazar cheap and chic de Mogador. Ahora consiste sólo en su silencio. (...)

Toda la noche moviéndose, no hay manera de situar la pieza. La jovencita practica una felación con buena técnica, aunque para su gusto está un poco ensimismada y no mira a la cara, eso puede dañar el resultado final. Sus pechos son dos gotas de miel, su ombligo una flor de nieve, su sexo una herida paciente, una flor ensnangrentada, congelada en el borde. Es muy fácil hacerlo con ella, salta y corre colina abajo, grita como una posesa cuando todo su culo entra en juego y el ano es saboteado a placer. Pide con fuerza que no se acaben los empellones. Luego hay un segundo de a bordo que se suma al proyecto, ella maneja la boca igual que antes, pero esta vez ya no puede seguir recitando la tabla del ocho. Despacio, se va escurriendo el fluido rosa, como un atardecer de invierno, en mitad de los almohadones. Un enano ha saltado del espejo y empieza a masturbarse furiosamente. Al final, eyacula, un líquido verdoso que se esparce por los pechos lánguidos. Los otros dos siguen dale que te pego.

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viernes, diciembre 29, 2006

La Tejedora

Hace algunas noches tengo un sueño. Es con la Odiada, también llamada bruja, el apelativo se lo puso ella misma, así firmaba las cartas que me enviaba y así también los mensajitos que dejaba al lado del teléfono. A pesar del sufrimiento que me causó, y tal vez por eso mismo, ella se aparece una y otra vez. Como murió para mi vida, ahora es un fantasma, y como los fantasmas, se aparece en los sueños.

Miro el jersey de colores, que aún conservo en el armario, del que no me quiero desprender. Como un buen judío, lo guardo todo, por miedo a que un día yo desaparezca si mis objetos se van. Ese jersey de lana de muchos colores que ella tejió aquel lejano verano del 93, doce mil kilómetros y más de distancia, en la ardua espera. Tres meses una eternidad. Llamadas telefónicas, larga distancia, cada paseo un sufrimiento. Cada día un desastre, un abismo, pero en agosto comienza la cuenta atrás. Las cartas llegan pero lentas. No existía la red de redes, y si existía, estaba en pañales. La tejedora del tiempo.

La madre devoradora. La madre en el hospital, devorada por los gusanos. Yo, devorado por la impaciencia, los nervios son fibras rotas. Llamadas bastardas, en un hueco de la pared para no escuchar el ruido ambiente, el fuego amigo. El abrigo de Penélope, en su larga espera. Salvo que Penélope soy yo. Cada aguja marca las horas, reloj cruel. Colores que se alternan: amarillo limón, naranja fuego, amarillo mostaza, verde hiel... El paso de las horas. Las agujas fatales. La voz en la cinta. Ella cantaba boleros borrachos y canciones del altiplano. Ella, tan amada. Ella, tan detestable. Ahora y en la hora de todas las desgracias. Fueron los celos. La mataría, pero no puedo. El pullover ahí colgado, no puedo tirarlo. El pasado es una pesada losa.

Uu día ví una exposición de Louise Bourgeois y me acordé de ella, de su habilidad para usar las manos, para tejer, para tocar la flauta, para cantar. Se diría que es pura sublimación. No practica sexo con un chico que le gusta en el campamento musical, a los dieciocho años, y se conserva virgen hasta casi los treinta, en que tiene una mala experiencia, y luego más. Una y otra vez es burlada por los hombres, ninguno de los cuales responde a su ideal, que quedó allí tan lejos, en los lagos de Bariloche. Un día se encuentra con su destino, ahí comienzan las verdaderas torturas. El arte es despedido por la ventana, la vida real es otra cosa: cuenta moneditas para cruzar el charco, piensa en algo más grande, pero no quiere saber nada de sexo oral. Tejer es evitar que te miren lo más íntimo. Para cubrir su sexo-medusa es que las mujeres del Matriarcado aprendieron a tejer la lana y otras materias vegetales. Porque es algo que espanta hasta a los más osados. Para salvarse de la perversión es que los hombres se fueron de caza, y ellas mientras tanto hacían la limpieza junto al río. Pero los ríos bajaban turbios en el duro invierno.

Una y otra vez, cuando abro la puerta corredera del armario, veo el jersey, pienso en arrojarlo a la basura, como se hace con las cosas de los muertos, pero al final no me atrevo. Alguien, el Indio, me dijo una noche de copas que para olvidar a las mujeres malas tienen que pasar diez años, y lo dijo por experiencia. Él fue uno de tantos españoles, de la clase baja o media-baja, que se fueron a Alemania, Holanda o Suiza, o Francia que queda más cerca, y allí se enamoró y se casó con una nativa. Pero la droga se cruzó en sus caminos, y ellas no pudieron soportarlo más. Tuvieron algún hijo, fruto del desenfreno de las primeras horas, los primeros meses radiantes de alcohol y cannabis. Ahora ese hijo, al que ya no ven, está allí, ya adolescente, el hijo del polen. Ahora ellos me muestran sus viejas cicatrices, los tatuajes auténticos, que cuentan cada uno su historia de temporadas en el infierno, y no esas cosas decorativas de los pijos y furcias de este tiempo gagá. Pascual, y su bicicleta compañera inseparable. Su rostro curtido, como el de un viejo marinero. La pasión por la heroína fue la única que sobrevivió, fue la más fuerte. Las mujeres son cosas etéreas, son carne pasajera. El polvo blanco, la plata quemada, las rayas, los porros, las pastillas, eso es más fuerte, se queda en la sangre, envenena el cerebro, por eso deja huella.

Yo, que no he dejado huella en ninguna parte, que fui un niño triste de mirada huidiza, que nunca fui amado ni entendido, que siempre me perdí en los libros que son mi única pasión, mis amantes favoritas todo el año, no tengo por qué recordarte. La droga es la sustituta de la madre que no me cuidó, que no me dio el amor más grande que la vida. El alcohol en que me ahogué una temporada. La depresión no es algo pasajero, sin embargo. Como el jersey hippie que ella me tejió, está ahí al acecho, esperando el momento propicio.

Ella, que en un tiempo fue omnipresente, ahora se aparece furtiva, con el aspecto de entonces, igual de fea y dándose importancia (el hombre es el animal que se da importancia, por definición), y finge que no me conoce, que aquellos años nunca existieron. Tengo pruebas: aquí están.

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jueves, diciembre 28, 2006

Ideas pasajeras / Idea Fija

Si me pongo a realizar un recuento de los temas, ideas y obsesiones de Adiós a la pornografía, me doy cuenta que, en efecto, el denominador común es el sexo. Y el sexo va asociado (siempre en pares, en cada capítulo, y habrá como cien en total) a la vejez, a la podredumbre, a la soledad, a la decadencia. En realidad, me doy cuenta de que otro de los sentidos, tal vez el más profundo, del título, es "adiós a la vida", por el hecho de que la vida es pornografía. Los personajes disfrutan de sus últimos días, saben que se acerca el final, pero no quieren renunciar a lo que más les excita, lo que les hace sentirse vivos: para ellos, la sensación de vivir sigue siendo un buen polvo, si puede ser con orgasmo mejor. Así, el Cartero (que lleva unos años jubilado) sueña con follarse a esa mujer que pasea un perrito por la plaza de la fuente, una mujer de unos cuarenta y cinco años pero todavía de buen ver; me dice que está leyendo la historieta de Catherine M., su vida sexual, y que le está gustando mucho, que no es una narración fría, para nada, y que aunque sea crítica de arte, ella cuando tiene que decir follar dice follar, sin rodeos. Disfruta mucho ese libro mientras tiene que cuidar de su suegra, y de su mujer, que ya no está para trotes. Le excita sobre todo las descripciones que la francesa hace del sexo en grupo, las partouzes del demonio, antes del SIDA. A mí me gusta más cuando habla de lo que siente cuando está desnuda, al aire libre, abierta a la influencia, o cuando se lo monta con camioneros sucios. Cuando chupa una polla, siente que se le llena todo el cuerpo de una apasionante energía.

La historia va de fluidos, por supuesto, porque sin ellos no puede entenderse el cuerpo, que es todo lo que somos, en donde e stamos prisioneros y gozamos. También hay países, y paseos. Hay viejas, como ya he dicho, las viejas no tienen tanta necesidad de sexo, pero si aparece un garçon, por qué no. Las viejas que no quieren aparentar su edad, la gracia se esfuma antes que en los hombres, pero igual quieren disfrutar de la alegría de vivir, que es el sexo, el vino y las mujeres. Un viejo vals se sacude el polvo. De nuevo se me presenta a la vista la Odiada, la que no querría ver por nada, pero que viene calle abajo, como surgen los fantasmas, de la nada, ella me saluda tímidamente, como si temiera que saludando con más fuerza yo me acercara y la mordiera. Se escurre por una puerta vieja, y del otro lado dará el cursillo para maestros, y tocará la flauta de Bartolo, que siempre suena por casualidad. Ay, qué odiada se me hace. Todos los hippies han venido con ella, de repente, ya los tenemos aquí. Hay uno que va en una moto de los ángeles del infierno, y lleva una pintada en un lateral, sobre el negro de la pintura, que alaba el terrorismo de Bin Laden. Conforme bajo, me alejo de esta plaga que ha traído consigo la Odiada. Abajo cerca del mar ya se puede respirar mejor, es la montaña la que atrae todas las pestes. Pero el río no se puede cruzar tan fácilmente. Pero alguien me ayuda. No es tan difícil, ¿ves? Luego ya aparece mi querida Málaga, las calles de siempre, que me hacen un cosquilleo de placer, porque uno siempre se siente bien al ver el sitio amado, que es el de la patria lejana y recuperada. Ya nunca más me iré con extranjeras, que son todas unas víboras. Juanjo tenía razón: eso de buscar a chicas lejanas es algo neurótico, malo malo malo.

Hay también otros temas: alcohol y muerte, alcohol y miseria; muerte y culpa; habitar y ausencia; presencia y ausencia (traición y olvido); inmadurez y enfermedad; enfermedad y venganza. El placer se asocia con la distancia, porque existe el sexo virtual, sobre todo con las peligrosas, por inexpertas y traidoras, jovencitas. El hastío se asocia con lo animal. Hay un otoño de la vida. El sexo conlleva el castigo (siempre he terminado machacado por uno de esos orangutanes celosos durante algunas de mis tristes relaciones). Hay terror, y hay Alemania (es domingo, el domingo de la vida, la pesadilla sin fin). El porno como un paseo que no se termina. Un paseo que nos lleva al cine, el cine como una imitación de la vida. Los viajes nos recuerdan alguna ausencia. El pasado sólo rescata miseria y envidia. Hay un colegio que, como todos los colegios, es un nido de víboras, ahí se aprende a odiar. La seducción y el sexo, seguro que alguna veinteañera ha tenido algo que ver... El paso del tiempo, es tan lamentable... El sexo es, sobre todo, melancolía, que es el alimento del artista, como ha dicho el querido Pamuk en otra entrevista. El sexo también puede ser un viaje, el viaje fatal a todas las pérdidas. Retorno al pasado, también podría ser el título. En el sueño sólo existe el miserable pasado, donde nunca seremos felices, porque el fatum está ya marcado, nacimos con genes defectuosos y el ambiente en que crecimos estaba turbio por tanto alcohol, sexo barato y discos de Manolo Escobar.

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miércoles, diciembre 27, 2006

Adiós a todo eso

Comencé hace unos meses una especie de novela. No sabía entonces qué título darle, y estuve barajando varios, mientras paseaba por la playa. Pensé en Historias mínimas : Alemania (porque muchos personajes secundarios que aparecen son alemanes, porque vivo rodeado de alemanes, para bien y para mal). Luego pensé que otro posible título sería Vidas caducadas. La mayoría de los personajes son, o viejos, o gente que está tan deprimida y que vive sólo de recuerdos, que es como si su vida ya estuviera cumplida. Pero de todas formas, el título no terminaba de satisfacerme, lo encontraba un poco pretencioso. Así que el último que se me ocurrió, unos días atrás, es Adiós a la pornografía. Es que en realidad va de eso: de cómo estamos inmersos en una sociedad pornográfica, y no podemos huir de eso. Pensé que el título sería una versión más actual de aquel libro de Cioran, Adiós a la filosofía y otros escritos. Como ya no hay filosofía posible, sólo consumismo, defendido por gente como Gilles Lipovetsky, pensé que la mejor manera de retratar el presente, decir algo más allá, o más acá, de lo dicho por Michel Houellebecq, era presentar las ruinas, que es el día a día, de una serie de personajes que se conducen como si estuvieran en la plenitud de la vida, cuando en realidad lo que mantienen es una máscara, de Lancôme o vete tú a saber. Y sé que sin los alemanes, esa historia no puede contarse (vale, podría incluir a suecas, a daneses con sus todoterreno y todos vestidos de blanco, a noruegos o a ingleses tatuados hasta la entrepierna, pero no es lo mismo, o es redundante). Adiós a la pornografía es una historia de soledad, por supuesto. Es como decir "Adiós a Occidente", porque Occidente sólo tiene sentido con las marcas, con ese lujo democratizado, como dice el pensador francés. Si no te interesa todo este tinglado, tinglado que desde el tercer mundo (y no digamos en el supuesto segundo "en vías de capitalizarse") un día también estallará, entonces pasas a formar parte de ese grupo semioculto, que en realidad ya no cuenta, y que sólo vive de imitaciones. Y si copias, si imitas, si compras en los chinos, eres un poco menos, no estás in, eres de segunda.

La novela trata de viejas, de sexo barato y crudo (los alemanes y su porno bizarro, esas cintas que un día tendré que arrojar a la basura o dejar en algún mercadillo de los domingos, que ya está capitalizado por alemanes de Torrox, su colonia malagueña). El sexo es un ingrediente básico, y los alemanes no se andan con chiquitas, les pasa como con la cerveza, cuanto más mejor. Luego por ahí aparecen también jovencitas, pero nunca veinteañeras ni treinteañeras (éstas menos que menos, las aborrezco), que practican un sexo adecuado a su edad, es decir, muy tonto y pedante. Las historias mínimas tratan también de soledad, de pérdida, de los recuerdos-fantasma, de borrachos, mendigos y demás fauna subterránea del primer mundo. Hay enanos muy perversos, que terminan muriendo en jornadas de caza extremas. Hay mujeres que hacen la limpieza y son abusadas por jefes imbéciles. Hay una música naif en el aire. Hay lujuria podrida, como las putas de este lado, putas que dan pena. Apenas hay emociones intelectuales, ya no hay espacio para eso, y a quién puede interesarle. Ni cine, ni música, ni menos teatro: el teatro está ahí fuera, en cada esquina. Hay algunos sueños, llenos de repeticiones (que son muerte, pues el sueño es la Muerte, en cada noche, como un aperitivo de lo que nos espera). Hay un tabú con los viejos, por eso quiero escribir sobre ellos, contar sus lados oscuros, contar cómo el sexo de los viejos también puede ser excitante, y divertido. Los jóvenes están llenos de clichés, no me interesan, de hecho nunca me interesaron. Pero pienso que este retrato de un mundo fluctuante y en ruinas, que se eleva sobre muertos y olvido de muertos, un mundo de lujo parasitario y alemanas furcias de todas las edades, con sus rostros asalvajados llenos de cremas para disimular esa grasa animal..., este retrato no será entendido.

La pornografía no es aceptada así nomás. Vivimos dentro del porno, pero queremos que aparezca todo sexy, erótico como mucho.

No queremos que se nos vea la parte animal, por eso escondemos las arrugas, escondemos la falta de atractivo, perfumes, Nokias, más aparatitos, mucho iPod, muchas botas fashion, todas las revistas cantan la misma melodía, el catálogo vital para no darse cuenta de que adentro... está vacío.

El porno es nuestro fluido rosa ya gris. Vivimos en él. Para despedirme de todo eso, seguiré en la tarea. Si no me aniega antes...

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