Viernes de Intensidad, Domingo de Calma...
Lo que empezó como un fulgor frío, en el jueves casi helado, terminó con la Expulsión del Paraíso, es la historia que ya se sabe, pero que no quieres que pase, aquí, tan cerca de la piel...
Bajar por Atocha, es la Calle de la Alegría, parroquia de San Sebastián, lo rojo de enfrente (esta vez, nada de Filmoteca, nada de cine), tiendas de hace tiempo, y por fin Calle Alameda, casi un callejón más bien, por donde se llega a la galería La Fábrica, en donde se exponen fotografías de Nobuyoshi Araki, es la segunda vez que vengo y es el segundo encuentro en vivo con su erotismo tan enrarecido, con su perversa inclinación por chicas jóvenes a las que retrata encadenadas, abiertas a la influencia de sus fantasmas. Luego salgo, al sol tibio de la mañana, y sigo bajando hasta la Ronda, y camino ya por los aledaños del Reina Sofía de Nouvel, con La Central, la Biblioteca de arte (en donde para entrar tienes que dejar poco menos que tu identidad) y el Café Restaurante Arola, que es como un submarino todo rojo y negro y color frío de escarcha, muy fashion para nada. La verdad es que por esta ronda de buena mañana se llega hasta un lugar ya conocido, La Casa Encendida, en donde puedes ver algunos vídeos de creadores austríacos, que es lo que ha dejado ARCO, dedicada su reciente edición al país alpino. También puedes subir, y quedarte traspuesto con un CD de Giacinto Scelsi, mientras la mañana desfila para los otros, y un lento apagamiento de la luz, para bendecir un cielo más claro. Y la subida ahora es más cansina, y llegas hasta Benavente sin resuello, y subes luego por Montera, que está hecha un asco, entre las putas de siempre y las obras también, y Gran Vía espera, y el músico del subterráneo que cruza la avenida que es como Nueva York ensordece todo el ambiente, desde su refugio ahí en el pequeño infierno.
El Domingo Casi Místico, con el arte, con el reposo y el paso alfombrado, y unas manos creadoras, abajo, se sucede, salimos al frío intenso, sin alma, de Cuzco, donde los rascacielos y las finanzas del hombre moderno, ahí en la esquina del NH Eurobuilding está el verde pistacho intenso, colorido, alegre y sana comida rápida de autor, de
Fast Good. La hamburguesa italiana está muy rica, también mi ensalada con moras, frambuesas, nueces, pistachos, parmesano, escarola..., el aceite y el vinagre vienen en botes tipo spray, sólo los cartuchos de patatas te recuerdan que estás en un sitio de comida rápida..., eso, y que cuando llevas un cierto tiempo, menos de una hora de todas formas, la camarera casi le arrebata el bol de su ensalada a M., que sale cabreada del sitio, y es normal: estaba rico, pero son rápidos...
Nos vamos a la zona de Alonso Martínez, nos metemos por Orellana (ahí, M. me dice, ella venía hace años de marcha), y no hace falta buscar el número, se ve bien la fachada, todo en negro brillante, y amplio,
Cacao Sampaka, una chocolatería relativamente nueva, con una parte de tienda especializada en chocolates, bombones y todo lo relativo a estos manjares (también hay vinos blancos y espumosos); y luego, más al fondo, la parte de cafetería y saloncito para degustar, si quieres, un chocolate azteca, con 80 % de cacao, cayena y pimienta de Jamaica (pero la verdad es que no tenía mucho picante, y sólo en el final te quedaba un regusto fuerte). El ambiente es muy agradable, está todavía tranquilo (pero cuando nos vamos yendo, hay hasta cola para entrar), el servicio es atento y la música de fondo, no molesta. Es un lugar para venir más veces, y no irse con las manos vacías...
En la FNAC de Callao, cuando ya me iba, subo los escalones que conducen a la sala de presentación de libros y actos culturales, para ver las fotos de Gideon Bachmann, que tomó durante el rodaje de
Ocho y medio. Marcello Mastroianni, el alter ego del director; Ainouk Aimée, espléndida; los freaks de la función, payasos, putas, curas, gente de la calle, todo el universo en una ciudad construida...
Cruzando la Gran Vía desde este lado, puedes ver las fotografías de Chema Madoz en la Fundación Telefónica, su surrealismo tan poético, sus curiosas asociaciones, su lenguaje sin palabras, sus notas musicales, la violencia sublimada, Magritte estaba y no estaba, gris, es fácil, es inmensamente complejo.
Y no sé qué libro leer ahora.
Tengo todas las calles, para distraerme, para asomarme al destino que me espera, que se esfuma. También el nihilismo moderno, de mano de los rusos, se exhibe bien alto, en la Plaza de San Martín, en Caja Madrid,
Vanguardias rusas, hasta 1930, y que puedes ver hasta este mayo. Malévich, y su inmenso círculo negro, o su Black Square; pero también, y sobre todo, la Torre Homenaje a la Tercera Internacional, de Tatlin, que ocupa casi toda la planta baja, oscurecida para la ocasión. Rusos, también presentes, tal vez por la visita de Putin, también su nueva literatura en Babelia...
¡Ah, qué buena es la vida, en la gran ciudad!
La Gorda, en una calle perdida de Prosperidad..., rica cocina peruana, local pequeño, muy pequeño, pero decorado en tonos pistacho y naranja, muy alegre, decoradas sus paredes y estantes, y servicio muy atento... Ahora, ya no falta nada.