Marrameowww!!!
Pues aquí me tiene la bruja nuevamente quitando las
telarañas del blog. Tiene un morro que se lo pisa. Ella vuelve de sus
vacaciones de lo más relajada y feliz y, ¿qué hace? Pues decirme que vaya
poniéndome yo a escribir algo, que ya vendrá ella después. Con la
responsabilidad que eso supone, sabiendo que, tras dos semanas de ausencia,
estaréis ansiosos por tener noticias y no se puede bajar el nivel. Supongo que
por eso delega en mí la tarea inaugural. Es consciente de que yo seré capaz de
escribir algo con mejor calidad que las bazofias que publica ella.
Como algunos ya sabéis, la bruja y el consorte se fueron dos
días a Port Aventura. Como no se nos puede dejar solos porque Munchkin se
comería toda la comida dejándome a mí morir de inanición, las opciones eran
llevarnos a la residencia o ahorrarse el dinero de la misma y llamar a los
padres del consorte para esclavizarlos en Madrid cuidando de nosotros. Optaron
por la segunda opción porque son personas malas y egoístas, por lo que aquí que
se vinieron los pobres desde Albacete con su maletica (digo “maletica” porque
vienen de Albacete; si vinieran de Galicia diría “maletiña”; cómo controlo de
lingüística).
Pensé que nos iban a cebar a jamón, como es su costumbre y
el motivo por el que les tenemos tanto aprecio pero habían recibido estrictas
órdenes de la bruja de no darnos más que nuestro pienso. De todas formas, nos dieron
más ración de pienso de la que nos tocaba, así que en el fondo no estuvo tan
mal la cosa, la verdad.
Otra cosa positiva es que ellos no conocen tanto nuestras
habilidades, por lo que la madre del consorte dejó un poco abierta una ventana
que da a la terraza, donde la bruja había dejado ropa en el tendedero.
Munchkin, que otra cosa no pero a bruto no le gana nadie, se las ingenió para
abrir la ventana y, sentadito en el alféizar, comenzar a dar tirones de la ropa
colgada hasta que consiguió tirar el tendedero, por lo que la ropa limpia se
restregó convenientemente por el suelo. La madre del consorte, en un acto de
arrepentimiento, volvió a lavar toda la ropa (a mano, porque no sabía cómo
funcionaba la lavadora), por lo que la cosa estuvo bastante entretenida. Aquí hay
que añadir que tanto bruja como consorte le dijeron que no lavara nada, que ya
verían ellos qué se lavaba y qué se dejaba así, que tampoco es que la terraza
sea un lodazal pero ella hizo caso omiso.
También es muy divertido comprobar, a la vuelta de nuestros
humanos, cómo se desesperan intentando encontrar la nueva ubicación de los
implementos del hogar. Es como una caza del tesoro digna de ver. Nada está en
su sitio original, por lo que cualquier tarea, por simple que sea, supone otros
quince minutos de búsqueda del adminículo adecuado para su realización.
Sin duda, para nosotros también han sido unas vacaciones.
Prrrrrr.