Si no amas, cumplir los Mandamientos y hacer buenas obras no sirve de nada, dice el Papa
VATICANO, 29 Oct. 17 / 06:19 am (ACI).- El Papa Francisco afirmó, durante el rezo del Ángelus este domingo 29 de octubre en la Plaza de San Pedro del Vaticano, que el amor a Dios y al prójimo es el principal Mandamiento, como recordó Jesús, y que sin amor no sirve de nada cumplir los Mandamientos y hacer buenas obras.
Antes del rezo del Ángelus, el Papa comentó el Evangelio del día en el que un grupo de fariseos trata de poner a prueba a Jesús y le preguntan: “Maestro, ¿cuál es el principal mandamiento de la Ley?”.
Francisco explicó que la pregunta de los fariseos era maliciosa “porque en la Ley de Moisés se mencionan seiscientos preceptos. ¿Cómo distinguir entre todos ellos el principal? Pero Jesús no entra en el juego de los fariseos y les contesta: ‘Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente’. Y luego añade: ‘Y amarás a tu prójimo como ti mismo’”.
“Esta respuesta de Jesús –continuó el Santo Padre– no resultaba tan obvia, porque entre los múltiples preceptos de la ley hebraica, los más importantes eran los diez Mandamientos comunicados directamente por Dios a Moisés como condición del pacto de alianza con el pueblo”.
Pero Jesús, con su respuesta, “les hace entender que sin el amor por Dios y por el prójimo no hay una verdadera fidelidad a esa Alianza con el Señor. Puedes hacer muchas cosas buenas, cumplir muchos preceptos, pero si no tienes amor, eso no sirve”.
En realidad, como argumentó el Pontífice, Jesús con esa afirmación no está diciendo nada en contra de la Ley de Moisés, más bien la está confirmando, pues en el mismo Libro del Éxodo, denominado también ‘código de la Alianza’, se dice que “no se puede estar en la Alianza con el Señor y maltratar a aquellos que gozan de su protección: la viuda, el huérfano y el extranjero, el emigrante…, es decir, aquellas personas más solas e indefensas”.
Con su respuesta a aquellos fariseos que le habían interrogado “Jesús trata de ayudarles a poner en orden su religiosidad, a jerarquizar lo que verdaderamente cuenta frente a lo que es menos importante”.
Siguiendo ese principio, “Jesús vivió su propia vida predicando y obrando aquello que verdaderamente cuenta y aquello que es esencial, es decir, el amor. El amor impulsa y da fecundidad a la vida y al camino de fe: sin amor, tanto la vida como la fe resultan estériles”.
“Lo que Jesús propone en esta página evangélica es un ideal maravilloso que se corresponde con el deseo auténtico de nuestro corazón”, subrayó. “De hecho, hemos sido creados para amar y para ser amados. Dios, que es Amor, nos ha creado para hacernos partícipes de su vida, para ser amados por Él y para amarlo, y para amar con Él a todas las demás personas. Ese es el sueño de Dios para los hombres”.
Para poder cumplir ese deseo de Dios, “necesitamos su gracia, necesitamos recibir la capacidad de amar que procede del mismo Dios. Jesús se ofrece a nosotros en la Eucaristía precisamente para esto”, concluyó.