Este año, en la 14ª edición del BAFICI (Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente) se proyectará "El Rascacielos Latino" del Director Sebastián Schindel, quien se ha propuesto establecer cuánto hay de cierto en la conexión entre el Palacio Barolo y La Divina Comedia.
Las entrañas de la Divina Comedia
“Dicen que el edificio es Satánico”, comentan unos turistas, en un español neutro, originario de algún páramo centroamericano que no me animo a adivinar. Además, se ven otros idiomas paseando frente a su puerta, con mapas, igual de intrigados. Todos hablan del emblemático Palacio Barolo, o Galerías Barolo. Un fastuoso ejemplar de columnas, oropeles, vitraux y leyendas; un elefante de misterio al 1300 de la bellísima Avenida de Mayo.
La historia, allá lejos y hace tiempo, empieza así: Luis Barolo, progresista y poderoso productor agropecuario, llego a la Argentina en 1890. Fue el primero que trajo máquinas para hilar el algodón y se dedicó a la importación de tejidos. Instaló las primeras hilanderías de lana peinada del país e inició los primeros cultivos de algodón en el Chaco. En el centenario de la revolución de Mayo, conoció al Arquitecto Mario Palanti (1885-1979), a quien contrató para realizar el proyecto de un edificio que tenía en mente. Luis Barolo pensaba, como todos los europeos instalados en Argentina, que Europa sufriría numerosas guerras que destruirían todo el continente. Desesperado por conservar las cenizas del famoso Dante Alighieri, quiso construir un edificio inspirado en la obra del poeta, “La Divina Comedia”. El terreno elegido fue el de Avenida de Mayo 1370 y Victoria (hoy llamada Hipólito Yrigoyen), en el corazón urbano de Buenos Aires. En 1919 comenzó la edificación del palacio que se convirtió en el más alto de Latinoamérica, y en uno de los más altos del mundo en hormigón armado. Con un total de 24 plantas (22 pisos y 2 subsuelos), 100 metros de altura se hicieron posibles gracias a una concesión especial otorgada por el intendente Luis Cantilo en 1921, ya que superaba en casi cuatro veces la máxima permitida para la avenida. Hasta el punto más alto de la cúpula mide 90 metros, llegando a los 100 con un gran faro giratorio de 300.000 bujías que lo hacía visible desde el Uruguay. Una usina propia la autoabastecía en energía. En la década del ´20, esto lo convertiría en lo que hoy denominaríamos un “edificio inteligente”. Desde entonces existen 2 montacargas y 9 ascensores, de los cuales, dos están ocultos. Estos últimos respondían a las actividades comerciales de Barolo. Al llegar la mercadería ingresaba desde los montacargas ubicados en el acceso de lo que hoy es Hipólito Yrigoyen hacia los 2 subsuelos, de 1.500 m2 cada uno. Barolo utilizaba los ascensores ocultos para desplazarse de sus oficinas en planta baja, 1° y 2° piso, hasta los subsuelos evitando el contacto con sus inquilinos, que ocupaban las dependencias a partir del tercer piso.
Desde un inicio el Palacio provocó cierta perplejidad, se habló de estilo “remordimiento italiano”, gótico romántico, castillo de arena, o cuasi gótico veneciano. La construcción finalizó en 1923 siendo bendecida el 7 de junio por el nuncio apostólico Monseñor Giovanni Beda Cardinali, obsequiándole a la ciudad un espectáculo arquitectónico escandaloso y lleno de esplendor.
Ahora hay dos gringos que no se deciden a entrar. Uno quiere convencer al otro, y encuentra el mejor dato: “Someone told me that the building has strange inscriptions in latin”, dice. Y el otro no duda, entran.
No se equivocan, abrirán las puertas al corazón que late en la Divina Comedia. Sabrán, adentro, que entraron al infierno, pero podrán purgar sus pecados, y ascender al mismísimo cielo: la planta del edificio está construida en base a la sección áurea y al número de oro. La división general del palacio y de la Divina Comedia es en tres partes: infierno, purgatorio y cielo. Las nueve bóvedas de acceso representan los nueve pasos de iniciación y las nueve jerarquías infernales; el faro representaba los nueve coros angelicales. Sobre el faro está la constelación de la Cruz del Sur que se ve alineada con el eje del Barolo en los primeros días de junio a las 19:45 horas. La altura del edificio es de 100 metros y 100 son los cantos de la obra de Dante; tiene 22 pisos tantos como estrofas los versos de la Divina Comedia.
Toda la distribución del edificio está basada en la métrica de la obra. En arquitectura esto se conoce como un Danteun. El edificio se divide en dos bloques, con 11 oficinas por bloque en cada uno de los niveles. El número restante, el 22, responde a la métrica utilizada por Dante en los 100 cantos. Entre las tres divisiones de la Divina Comedia, Infierno, Purgatorio y Paraíso, que sita Borges en su obra “Nueve ensayos dantescos”, se cumple la relación pitagórica que determina el número Pi (3,14); dicha relación se da en la división original del acceso mediante los ascensores. En el pasaje central, el palacio cuenta con 9 bóvedas de acceso que representan al infierno: para Dante, este no era un fin teológico, sino el punto de partida en las etapas de iniciación emprendidas para la llegada del paraíso. Las 9 bóvedas se dividen, desde el centro, de la siguiente manera: tres hacia la Avenida de Mayo, tres hacia Hipólito Yrigoyen, la bóveda central se extiende hacia la cúpula, y las que contienen las escaleras hacia los laterales. Cada una de las seis bóvedas transversales, así como las dos laterales, contienen inscripciones en latín, y se pueden distinguir catorce citas que pertenecen en total a nueve obras distintas, manteniendo así, el número que se repite a lo largo de la Divina Comedia. Algunas de ellas pertenecen a Virgilio, otras a escrituras bíblicas. “La letra mata, el espíritu vivifica”, y "Está fundada sobre piedra firme”, dan testimonio del sentido espiritual con el que fuera construido el edificio, determinando su carácter y función: un templo laico que promueve las artes liberales. Entre las bóvedas transversales sobre las columnas, se ubican cuatro lámparas sostenidas por cuatro cóndores y dos dragones, un macho y una hembra, que representan los principios alquímicos, el mercurio y el azufre, y sus atributos. La bóveda central se encuentra sobre un punto de bronce en la que se ubicaba, originalmente, una estatua de un cóndor con el cuerpo del Dante elevándolo al paraíso. Los pisos superiores y la cúpula simbolizan los siete niveles del purgatorio. La cúpula está inspirada en un templo Hindú dedicado al amor, y es el emblema de la realización de la unión del Dante con su amada Beatrice.
El cuidado en los detalles han sido una marca en este proyecto: desde las citas personales en latín sobre la obra del Dante en el edificio, hasta la apertura del mismo, llevada a cabo en la fecha del aniversario del poeta.
Al fin, cae la tarde en Buenos Aires. Un ocaso anaranjado recorta con soberbia las crines, las manos, los ojos enormes del Palacio. Un aroma fresco de tarde, de autos que se van, de tango que empieza a invadir las calles, me devuelve la mirada a la Avenida que nace allá, en el río. Es como volver de un viaje épico, como volver de un tiempo indescifrable. Me abrigo una sonrisa cómplice con los misterios que se esconden en ladrillos y escaleras, en ventanas y mosaicos, en faros y canceles. Le sonrío a Buenos Aires y a su historia, a los curiosos, y, por supuesto, al Dante.
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