Astorga
ha entrado en el túnel del tiempo. La plaza de toros, el burladero
taurino y el excelentísimo ayuntamiento preparan un “Homenaje a la
mujer Española” en la novillada que conmemora el 25 aniversario de
la restauración del coso. Son las fiestas de santa Marta, patrona de
la ciudad y, para el catolicismo, también
de cocineras, sirvientas, amas de casa, hoteleros, casas de
huéspedes, lavanderas, de las hermanas de la caridad, del hogar.
El
homenaje se anuncia en un cartel con todos los ingredientes de la
fiesta: toro, torero y mujer con vestido de faralaes haciendo frente
al toro sin capa ni espada. Así nos ven a las mujeres. Sin más
recursos para defendernos que nuestro cuerpo serrano y un sombrero.
Ah!! Pero ahí está el hombre, el diestro dándolo todo para que la
mujer luzca sus volantes y la pechera sin miedo; quizá por ello,
ella aparece con la cerviz inclinada, como en señal de reverencia a
la valentía del torero.
Una
imagen anclada en el tiempo. Esa es la imagen de la española que se
ve en el cartel taurino que ha levantado polvareda en la sociedad
civil astorgana, aunque no ha logrado que el concejal de fiestas, Javier Guzmán, ni
el alcalde, Arsenio García, tosieran en el pleno municipal en el que
algunos partidos de la oposición pidieron su retirada (PSOE e IU). También lo ha pedido la Plataforma Ciudadana de Astorga por la igualdad y contra la violencia.
La
escena que pinta el cartel no es lo peor de todo, aunque una imagen
valga más que mil palabras. Ni siquiera es un copia y pega de los
carteles de toda la vida. Antaño, se colocaba a las mujeres detrás
del burladero, de un balcón o en un escenario indefinido.
No
es que sea chocante, es que rechina, que se hagan novilladas y encima se disfracen de homenaje a la mujer (española) en pleno siglo XXI con la que está
cayendo. En un verano de fuego que calcina bosques y en un verano de
sangre que incrementa de forma alarmante e insoportable las
estadísticas de la violencia machista. A nuestros gobernantes no se
les mueva una ceja.Sangre y fuego son los colores de las banderillas que se clavan sin clemencia sobre la piel del toro. Pobre animal. Perfecta metáfora de la pobre España donde el maltrato a las mujeres, muchas veces, y el mal trato animal, siempre, salen gratis. En manos de estos toreros de tres al cuarto que tenemos por gobernantes.
Hay
qué preguntarse qué se entiende por mujer española en una sociedad
global en la que la convivencia con otras culturas y nacionalidades
es parte de la nueva identidad de las ciudades, incluso la de
Astorga.
Mujer
española resuena a pasado. La sección femenina se empleó a fondo
durante cuarenta años en acuñar este concepto que tanto le gustaba
al dictador Franco. Pero está claro que hablan de la mujer española
del siglo XXI y todas las que no lo son, por definición, están
excluidas.
Como
digo, lo más deplorable no es la imagen, sino la letra pequeña del
cartel. Es sangrante. La mujer como reclamo, ha dicho el concejal de
fiestas, es invitada a contemplar gratis la novillada si va
acompañada de alguien, se supone que de un varón, para que otras
mujeres no desaprovechen la entrada gratis con otro hombre. Señoras,
señoritas y menores de ocho años, dice textualmente el cartel.
Las
mujeres tratadas igual que menores, señor alcalde, eso no está
bien. Las mujeres como mercancía, eso está muy mal. Las mujeres
divididas en señoras y señoritas, cuando ya está erradicado hasta
en los formularios oficiales, eso es caspa.
Lo
que más gracia me hace es que toda esta gente que quiere llevar
gratis a las mujeres a los toros, con homenajes que son
humillaciones, son los que se oponen fervientemente a las medidas de
discriminación positiva (leáse cuotas) para que las mujeres
alcancen la igualdad efectiva entre hombres y mujeres. Discriminación
positiva, sí. Pero sólo para ver toros.
Astorga
hace el ridículo (y se mete en un jardín machista y
segregacionista). Astorga no es sexista, señor alcalde. ¿ O sí?
Retire (se) (de) ese cartel.