El Convento de Cristo, que domina desde hace siglos la ciudad
portuguesa de Tomar, es una original construcción levantada por los templarios
y construida a lo largo de 500 años, como pone de manifiesto la peculiar
mezcla de estilos arquitectónicos que se aprecia. Como cuartel general de los caballeros del
Temple, luego de la Orden de Cristo, esta antigua fortaleza desempeñó un
importante papel militar durante la Reconquista y en tiempos posteriores.
Al margen de claustros, columnatas, portadas, escaleras,
fuentes y edificios que dejamos para otra entrada (prometido), el núcleo del conjunto es la girola -charola dicen los portugueses- levantada en el siglo XII como
oratorio de los templarios, quienes la erigieron dejando constancia de su enorme poder y riqueza. Como
era común en esta orden, sigue el ejemplo de la Iglesia
del Santo Sepulcro de Jerusalén (si quieres saber más, échale un ojo a este revelador documento, en portugués)
Como se aprecia en la imagen superior (una
panorámica imposible compuesta por seis fotos) se trata de una charola poligonal profusa y ricamente decorada con esculturas, pinturas y frescos (del XVI) que recogen escenas de la Biblia. Las columnas sostienen una pequeña cúpula bizantina.
A mediados del siglo XIV, el infante D. Henrique engrandeció
el conjunto, al igual que hicieron muchos de sus sucesores. Lo ampliaron con una iglesia manuelina con la que la capilla mayor se comunica a través del gran arco de la imagen inferior.