El
pasado 4 de Marzo el mundo de la música se despertaba de luto al
conocer la noticia del fallecimiento de Keith Flint, vocalista del
grupo The Prodigy. Al principio no se desvelaron muchos datos al
respecto, pero la relativa juventud del artista (49 años) nos hacía
temernos lo peor. Y así fue cuando, unos días después, se desveló
la causa de su fallecimiento: suicidio por ahorcamiento.
Ante noticias
de este tipo uno no puede más que sentir una profunda tristeza,
sensación que también se mezcla con la rabia, la impotencia y la
incredulidad. ¿Qué puede llevar a un artista joven, exitoso y
relevante, a tomar una decisión tan drástica?
A medida que
nuevos datos han ido saliendo a la luz nos hemos enterado que Keith
Flint sufría una profunda depresión, motivada por una reciente
ruptura sentimental y agravada por una recaída en el mundo de las
drogas, con las que Keith siempre tuvo bastantes problemas. Ya nada
se puede hacer al respecto y solo nos queda llorarle, como a tantos
otros artistas en situaciones parecidas que se han ido demasiado
pronto (Chris Cornell, Chester Bennington...). Pero una vez más
tenemos que abrir los ojos y darnos cuenta de la importancia y
gravedad de trastornos mentales como la depresión. Una enfermedad
sin piedad, que agarra y aprieta, ahogando profundamente y anulando
la perspectiva de sus víctimas. Da igual que seas un currito, que
estés en el paro o que vendas millones de discos, nadie está a
salvo de este mal que puede desembocar, como en el caso que nos
ocupa, en el peor de los desenlaces.
Una ruptura
sentimental es uno de los mayores baches a los que una persona tiene
que hacer frente, tarde o temprano, a lo largo de su vida. Vienen
entonces periodos de profunda agonía, de tristeza, de baja
autoestima y gran inseguridad, sentimientos todos ellos que llevan
directamente a las depresiones y, como hemos dicho, cuando la
depresión agarra con fuerza no deja escapar fácilmente, nublando
por entero el juicio y la perspectiva, y llevando a la víctima a
pozos oscuros de los que es muy difícil salir airoso. Pudiendo
incluso, en los casos más graves, llevar a la víctima hasta el
suicidio o el crimen pasional. Pueden parecer sentimientos exagerados
desde el punto de vista de una persona sana, anda que no tendría
posibilidades Keith Flint, ni más ni menos que el puto cantante de
The Prodigy, de conocer a una nueva chica relativamente pronto,
alguien que le devolviese la alegría y las ganas de vivir. Solo se
trataba de tener entereza y dejar pasar un poco el tiempo. Pero Keith
estaba enfermo, y su mente no trabajaba como las demás.
Es el deber
de amigos y familiares estar atentos a los síntomas y reaccionar. No
vale con un «anímate» o un «sal más de casa», hablamos de
enfermedades graves, que requieren seguimiento y tratamiento. Una
persona metida en el fango de la depresión muchas veces no va a
pedir ayuda, incluso puede que disimule su estado fingiendo
normalidad, por todo ello es importante tener los ojos abiertos y
reaccionar, porque lo bueno es que son enfermedades que se pueden
curar con tratamiento.
Un destrozado
Johnny Rotten, amigo de Keith, reflexionaba sobre esto, diciendo que
nadie tiene por qué quedarse solo y morir. En este mundo cada vez
más frío y despiadado, de apariencias y amistades virtuales, de
hastags y emoticonos, un sencillo y sincero «estoy aquí», dicho
mirando directamente a los ojos, junto con un abrazo real, de cuerpo
presente, pueden hacer mucho. Pueden incluso suponer la diferencia
entre la vida y la muerte. No lo olvidéis.
Y tras esta
reflexión, que consideraba importante hacer, quitémonos toda esta
pesada melancolía y pasemos a celebrar el legado de Keith Flint, a
todo volumen y con alegría, bailando alocados como en los mejores
momentos.
BREATHE
(Howlett, Flint, Reality)
The Fat of the Land. 1997.
La juventud
de Keith no fue fácil. Diagnosticado como disléxico su paso por la
escuela fue un fracaso total, abandonando los estudios a los 15 años.
También tuvo que huir de casa a edad temprana debido a las enormes
tensiones familiares. Continuó entonces su vagabundeo por la vida
metiéndose de lleno en la cultura rave de finales de los 80. Y ahí,
en medio de la locura, encontró por fin su faro en la figura del
músico Liam Howlett.
Keith se
mostró entusiasmado con la maqueta que le pasó su nuevo amigo, y le
aconsejó que tirara para adelante con su música, ofreciéndose él
mismo para acompañarle como bailarín. De esta forma nació The
Prodigy, banda que ya desde su primer trabajo, titulado Experience
(1992), consiguió bastante
éxito. Pero fue con su fabuloso tercer álbum, The Fat of
the Land (1997), cuando de
verdad asaltaron por completo el mainstream, situándose a la cabeza
de las listas de éxitos en todo el mundo y vendiendo millones de
copias.
Es bien sabido que Howlett es el cerebro detrás de la música
de The Prodigy, pero no puede pasarse por alto que el verdadero salto
a la fama se realizó cuando Keith tuvo más protagonismo, pasando de
bailarín a cantante y frontman de la formación, dotando a la banda
de la imagen y actitud que necesitaban para complementar la música.
Su alocado aspecto, de influencias punk y electrónicas, y su
desbordante e hipnótica energía (junto a la de su compañero Maxim)
se clavaron a fuego en las retinas de millones de adolescentes,
llevando a la banda a la estratosfera en un momento totalmente
propicio para su propuesta musical, asentada en la electrónica pero
que también incluía enormes dosis de punk y metal, consiguiendo
abrir una brecha por la que también se colarían formaciones como,
por ejemplo, Chemical Brothers o Massive Attack.
BABY'S
GOT A TEMPER
(Howlett,
Flint, Pepper)
Baby's Got
a Temper EP. 2002.
El
éxito sin precedentes de The Fat of the Land los
tuvo recorriendo el mundo durante años. Ahora estaban en las grandes
ligas, encabezando festivales y actuando para miles de personas cada
noche. Como era de esperar el éxito y los excesos quemó a la banda,
cuyo tren de vida se había salido tanto de control que tuvieron que
anunciar una pausa indefinida en 1999, prometiendo que volverían.
El
regreso se produjo en 2002, con el single Baby's Got a
Temper. El tema había sido
escrito originalmente por Keith para su proyecto en solitario Flint,
pero finalmente decidió adaptarlo para The Prodigy, siendo
presentado como regreso de la banda y adelanto del nuevo disco. La
expectativa era enorme, y cuando finalmente se lanzó el single la
crítica lo vapuleó, considerándolo poco inspirado y de mal gusto.
Causó mucho revuelo su letra, siendo acusados de hacer apología de
ciertas drogas, en este caso el Rohypnol, conocida sustancia en los
bajos fondos relacionada con violaciones. La banda no era ajena a las
controversias (ya la habían liado bien con Smack My Bitch
Up), y Keith Flint salió al
paso diciendo que solo relataba experiencias personales y no hacía
apología de nada.
No sabemos si por esta controversia o por otro tipo de
replanteamientos la canción no fue finalmente incluida en el álbum,
más adelante Howlett incluso repudió el tema. Lo que está claro es
que estamos ante uno de los temas y vídeos más gamberros en toda la
historia de la formación.
JU LU
(Flint)
Device #1. (2003)
La
esperada continuación a The Fat of the Land apareció
finalmente en el año 2004. Tras una larguísima espera de nada menos
que siete años los fans, como era lógico, se abalanzaron sobre el
disco con avidez. Pero Always Outnumbered, Never Outgunned
no resultó ser lo esperado.
Howlett decidió volver a las raíces y prescindir casi por completo
de las aportaciones de Flint y Maxim (el bailarín y músico
Thgornhill se había largado ya en 1999), por todo ello el álbum no
fue bien recibido, resultando irregular y quedando como uno de los
trabajos más flojos de The Prodigy. Por suerte en directo
continuaban a buen nivel y con clásicos de sobra para mover al
personal, y aquí es inevitable mencionar una de las actuaciones más
memorables de la banda en España, en el marco del festival Festimad
2005, conocido como el festival del apocalipsis. Para quienes
estuvimos allí ver a unos desbocados The Prodigy actuando al
amanecer, rodeados de policía y coches ardiendo, en un escenario que
parecía más bien el de una guerra, fue sin duda una experiencia de
las que no se olvidan jamás.
Durante
el parón que sufrió The Prodigy a finales de los 90 Keith no se
quedó quieto, y visto el ninguneo sufrido en el nuevo disco decidió
intentar sacar adelante su proyecto de punk Flint. No son muy
conocidas estas grabaciones, ya que el álbum no pasó el corte de su
discográfica y su lanzamiento fue cancelado. Por suerte es fácil
encontrar el disco, titulado Device #1, buscando
por la red. Nos encontramos aquí con un trabajo de punk rock sin
pretensiones, que sin ser memorable resulta marchoso y disfrutable en
su sencillez, y cuyas letras son más personales y están más
trabajadas que en The Prodigy, resultando algunas de ellas bastante
oscuras, y mostrándonos la turbulenta cabeza con la que Keith tenía
que convivir a diario.
OMEN
(Howlett,
Hutton, Maxim)
Invaders
Must Die. 2009.
Tras
el tropiezo anterior Howlett enfocó el siguiente disco de una forma
diferente, como amalgama de todos sus trabajos anteriores, y abriendo
nuevamente la puerta a las ideas de Flint y Maxim. Invaders
Must Die fue mucho mejor
recibido en líneas generales y resultaba un trabajo dinámico que
daba lo que se espera de un disco de The Prodigy.
Asimismo
la banda en directo seguía resultando demoledora, y así quedó
plasmado en el disco en vivo World's on Fire (2011)
que ofrecía una actuación de 2010 en Milton Keynes.
Su
siguiente trabajo, The Day is my Enemy (2015),
seguía las pautas marcadas por Invaders, ofreciendo
temas cañeros, no demasiado revolucionarios y enfocados al directo.
La banda ya no resultaba tan fresca y sorprendente como años atrás,
pero se habían asentado cómodamente en su parcela, donde eran
imbatibles, siendo un referente con sonido propio y actuando sin
parar por todo el mundo, en la mayoría de los casos a un buen nivel.
Con
su más reciente trabajo, No Tourist (2018),
empezamos a notar ya un preocupante agotamiento, falta de frescura y
repetición de patrones e ideas. El disco no es malo, pero tampoco
ofrece nada que no se haya visto ya anteriormente de forma más
inspirada, y resulta plano, con una molesta y evidente sensación de
estar realizado con piloto automático. Howlett está ya asentado y
parece no querer esforzarse mucho en lo musical, solo lo justo para
seguir exprimiendo la marca. No obstante en directo seguían con buen
nivel, así como con un amplio repertorio de clásicos con el que
montar una buena actuación sin problemas, por ello cualquier visita
o inclusión de la banda en carteles de festivales era mayormente
bien recibida.
Por desgracia, y de forma inesperada, nos hayamos de repente
ante el momento más oscuro y de mayor incertidumbre en la historia
de la banda.
FIRESTARTER
(Howlett,
Flint, Deal, Dudley, Horn, Langan, Jeczalik, Morley)
The Fat of
the Land. 1997.
El
suicidio de Keith Flint ha supuesto todo un mazazo para la banda, y
para el mundo de la música en general. Nos hemos quedado sin un
artista icónico, entrañable, chalado e hiperactivo, que tuvo que
luchar toda la vida contra los demonios en su cabeza, para finalmente
sucumbir ante ellos de una forma bastante triste.
En estos
momentos ignoramos si este suceso marcará el fin de The Prodigy.
Está claro que Howlett puede seguir sin él si lo desea, aunque es
inevitable que su ausencia se note, especialmente en los directos y
en la imagen de la banda, donde su presencia y energía resultaba
contagiosa e inspiradora. Por otra parte, debido al evidente
agotamiento que arrastra el último disco de The Prodigy nos gustaría
que, de seguir adelante, la rabia y el dolor de esta muerte pudiera
revertir en un brote de inspiración que diese lugar a un gran
homenaje discográfico al compañero caído, algo que sin duda
merece. En cualquier caso el tiempo dirá... Desde aquí solo
queremos recordar al artista y su música, deseando que encuentre,
por fin, la paz que andaba buscado.
Buen viaje
compañero.
Este texto se escribió originalmente para la web Diablorock: