Tras
el periodo de vacaciones veraniego nuestro bazar bizarro vuelve a
abrir sus puertas para que puedas darte una vuelta, inspeccionar el
género y, con suerte, llevarte algo a casa que te ayude a
sobrellevar el tan temido síndrome post vacacional con una necesaria
dosis de locura musical.
En
nuestra misión de acercar a nuestros lectores «bandas extrañas»
que quizás desconocían, hemos preparado nuestro típico menú
lisérgico de cuatro platos: de primero punk rock psicodélico de la
mano de los legendarios Butthole Surfers. De segundo los prolíficos
King Gizzard & The Lizard Wizard. De postre los imprescindibles
Voivod con su metal cósmico. Y para finalizar un café y un puro
bien negros de la mano de Xasthur.
Si
no se te atraganta la cena esperamos que vuelvas por aquí a por más.
BUTTHOLE
SURFERS
Con
Butthole Surfers nos encontramos ante uno de los casos más claros de
lo que es una auténtica banda de culto. Aunque nunca han sido muy
conocidos entre el público general son toda una eminencia en el
subsuelo, siendo mencionados y admirados por grandes e influyentes
personalidades del mundo musical, así como poseedores de una
discografía que se suele reivindicar como altamente influenciable en
la gestación de algunas de las corrientes musicales posteriores más
exitosas entre el gran público.
La
historia comienza con la asociación de dos personalidades, Gibby
Haynes y Paul Leary, dos tipos residentes en San Antonio, Texas, que
al colisionar entre ellos se dieron cuenta que compartían una misma
visión del arte y un trastorno mental similar.
Influidos
tanto por el punk rock como por bandas psicodélicas experimentales
como Captain Beefheart (de quienes hablamos en la primera entrega de
esta serie), comenzaron a ofrecer actuaciones por su zona, haciéndose
un nombre dentro de la escena underground tanto por su original
propuesta musical como por el carácter alocado de la banda, bastante
aficionada a las drogas psicodélicas, el humor negro y el desparrame
en general.
Debutaron
en 1983 con un EP titulado Butthole Surfers, tras el cual
fueron encadenando actuaciones memorables, discos extraños producto
de una experimentación cada vez mayor, así como todo tipo de
rumores y habladurías sobre una panda de locos que provocaban el
caos a su paso. Algunas de las historias que circulan sobre ellos son
desternillantes, como su periodo como acosadores de la banda R.E.M. o
su curiosa táctica de combatir el hambre a base de LSD.
Los
cimientos de su base musical, como ya hemos comentado, se sitúa
entre el punk y el rock psicodélico pero, como buena banda sin
limitaciones que es, en sus discos podemos encontrar pinceladas de
todo tipo de música: pop, country, electronica, noise, rockabilly...
así como todo tipo de experimentos sonoros perpetrados en el estudio
de grabación bajo la influencia de extrañas sustancias.
El
reconocimiento pareció esquivarlos constantemente durante su
carrera, hasta el año 1996 cuando, tras ser señalados por algunas
de las grandes personalidades del sonido grunge como uno de los
padres del género, lograron su primer éxito, colocando el disco
Electriclarryland en el número 1 de las listas. Y ese
momento, en el que por fin alcanzaban el ansiado éxito, fue el que
eligieron para dejarlo, siendo así consecuentes con su modus
operandi consistente en hacer todas las cosas al revés. Por
supuesto más tarde volvieron al circuito musical porque necesitaban
pasta para drogas.
KING
GIZZARD & THE LIZARD WIZARD
Tras
este peculiar y rocambolesco nombre se encuentra una de las
formaciones más prometedoras dentro del panorama psicodélico
actual. Esta banda australiana, formada en 2010, se caracteriza por
ser tremendamente prolífica y, a pesar de llevar tan solo 8 años en
activo, cuenta ya con nada menos que 13 discos publicados, todos
ellos de una inusitada calidad. Tan solo el año pasado sacaron al
mercado la friolera de 5 discos de estudio.
La
cosa empezó, como viene siendo habitual, con unos amigos que se
reúnen para pasar un buen rato haciendo música juntos, sin
imposiciones ni premeditaciones. La química entre ellos resultó
explosiva y la bola comenzó a rodar hasta llegar, a día de hoy, a
hacer de ellos una de las golosinas por las que se pelean los
festivales más chick del mundo, así como a brindarles por el camino
una buena base de fieles, proclamando algunos de ellos que nos
encontramos ante los sucesores ni más ni menos que de Radiohead en
el campo de la experimentación y el riesgo.
Está
fuera de toda duda que King Gizzard & The Lizard Wizard son un
grupo de músicos con una inventiva tremenda, que están creando un
lienzo sonoro original y arriesgado, sin buscar la comercialidad en
modo alguno, y en el que puede entrar de todo. La banda intenta
ofrecer cosas originales en cada lanzamiento, algo muy de agradecer
teniendo en cuenta la velocidad con la que los sacan. Así, por
ejemplo, en 12 Bar Bruise (2012) encontramos una buena
muestra de rock garagero con toques grunge y punk, en Eyes Like
the Sky (2013) nos sumergimos en música del lejano oeste
o en Polygondwanaland (2017) podemos flotar a base de pura
psicodelia progresiva. Entenderás al leer esto que escuchar a los
Gizzard es una experiencia, cuanto menos, entretenida y diferente.
Echales una oreja si no nos crees.
VOIVOD
Los
putos Voivod. Una de esas grandes bandas de culto que no te explicas
como no han llegado más alto en popularidad teniendo auténticos
discazos y habiendo sido tan influyentes e innovadores en bandas y
géneros posteriores. Un envidiable estado de forma y ambición
compositiva que se mantiene hasta la actualidad, con un nuevo disco
en el mercado, publicado hace tan solo unos días y titulado The
Wake (2018), que ya aparece en las apuestas de la crítica
especializada como firme candidato a disco del año. Pero empecemos
por el principio.
Voivod
se formaron en Quebecq, Canadá, en 1982. Dos años después lanzaron
su primer trabajo War and Pain (1984). En este trabajo se
aprecian unas influencias bastante evidentes de hardcore punk y
NWOBHM, recordando en algunos momentos a bandas como Venom, Motorhead
o Discharge. Este crudo y prometedor debut llegó en el mejor
momento, con la creación y auge del sonido thrash metal, donde
fueron inmediatamente colocados junto a bandas como Metallica, Slayer
o sus fenomenales compatriotas Annihilator. Incluso a día de hoy
mucha gente los cataloga como una banda de thrash metal, pero está
claro que Voivod son mucho más que eso, y ya desde su segundo álbum
Rrroooaaarrr (1986) se fueron desmarcando del resto de bandas
de su género, añadiendo a su sonido toques más progresivos y
originales, en gran parte debido al buen hacer de su guitarrista
Piggy, un músico lleno de recursos que en ningún momento parecía
querer imitar las probadas formulas del thrash imperante.
El
punto más álgido en cuanto a popularidad lo lograron a finales de
la década con el álbum Nothingface (1989), el único de su
carrera que consiguió entrar en las listas de éxitos. A partir de
aquí viven diversos cambios en su formación, con una temporada
funcionando como trío e incluso otra breve etapa en la que contaron
en sus filas con el célebre Jason Newsted, como parte de su deriva
artística post-Metallica. A pesar de los bailes en la formación
continuaron sacando discos de forma constante, algunos verdaderas
joyas, como Angel Rat (1991), The Outer Limits (1993)
Voivod (2003) o Target Earth (2013), este último ya sin
la aportación de Piggy en las guitarras, tras su trágico
fallecimiento en 2005.
Los
elementos más reconocibles de su sonido son la rabia del thrash, la
crudeza del punk y la innovación del progresivo, todo ello mezclado
con un distintivo toque personal desplegado en la peculiar voz de
Snake y el talento de Piggy. También suelen ser constantes sus
temáticas líricas, que ahondan en la ciencia ficción y los mundos
post apocalípticos y que vienen como anillo al dedo en algunos de
los extraños y espaciales pasajes de sus composiciones.
Como
apuntamos al principio, y a pesar de su indiscutible calidad musical,
Voivod son una banda relativamente desconocida, y a día de hoy
siguen pateándose salas de pequeño aforo y tocando en festivales
por la tarde. Esperamos que su estupendo último trabajo, uno de los
mejores de toda su discografía, y la celebración de nada menos que
35 años de carrera, ayuden a aupar un poco a la banda hacia niveles
de popularidad más altos, algo que sin duda merecen.
Voivod,
una de las grandes bandas de nuestra época, nunca lo suficientemente
reivindicados.
XASTHUR
El
género del black metal es sin duda un mundo fascinante, y es uno de
los géneros que han vivido una mejor y mayor evolución y
ramificación a través de los años. Ello se debe, en gran parte, al
especial carácter de sus artistas, que suelen tener como bandera el
huir de forma sistemática de la comercialidad y lo establecido. Y si
hay algo verdaderamente establecido en el mundo del metal es el
concepto de banda: un grupo de colegas que se reúnen con sus
instrumentos, despliegan sus influencias y tratan, en un esfuerzo
común, de lograr una propuesta atractiva que luego pueda ser
mostrada al mundo para, con un poco de suerte, alcanzar cierto éxito
y reconocimiento mediático. Pero, ¿qué pasa si disolvemos todo
esto hacia algo artísticamente más puro? A la simple agonía del
artista.
En
2012 el canal Noisey produjo un documental titulado One Man Metal,
un interesante trabajo, de visionado bastante recomendable (no
tendrás problemas para encontrarlo subtitulado en Youtube), que
mostraba al mundo otra forma de hacer música. Presentando a tres
«bandas» que en realidad eran tres individuos bastante torturados,
que creaban su oscuro black metal en completo aislamiento y soledad.
Estas «bandas» eran: Striborg, Xasthur y Leviathan.
Aunque
cualquiera de ellas podría formar parte de este artículo hemos
elegido a Xasthur, porque la figura de Scott Conner parece poseer un
aura ligeramente más desolada que la de sus compañeros. Aunque
evidentemente te recomendamos a los tres así como el visionado del
mencionado documental.
El
proyecto Xasthur comenzó a finales de 1995 en California. Aunque
inicialmente Scott contó con el apoyo de otros músicos, pronto se
dio cuenta de que su visión sería más pura si estaba realizada en
completa soledad, pasando a hacerse cargo él mismo de todos los
instrumentos y arreglos. Xasthur explora, de esta forma, la psique
torturada de Scott, un tipo bastante tocado, de aspecto frágil y
carácter tremendamente misántropo, que a través de la música
hurga en sus sentimientos de desesperación y aislamiento, para dar
lugar a un black metal profundo y depresivo como pocos, de música
espesa y letras que dan vueltas a ideas sobre suicidio, muerte y
desesperación. La alegría de cualquier fiesta.