II
Cae la noche en Madrid y las farolas se encienden. Mono es un hombre solo sentado en un banco con un pedazo de barro entre las manos. Ha estado lloviendo toda la tarde y ahora la tierra está húmeda. Mono toma el barro con sus manos y lo moldea varias veces, creando nuevas formas. Ese contacto le hace recordar su primera experiencia con esta materia. Fue en el curso de 1998. Mono iba a un colegio de curas y tenía diecisiete años. Estaba haciendo COU y en su programa tenía lugar una asignatura llamada Volumen II. Mono era un chico inteligente, siempre sacaba buenas notas. Su timidez extrema, su bigote incipiente y su acné desmesurado, le impedían comunicarse con el resto de los chicos de su edad. En el mundo de Mono, sólo cabía él, Jenna Jameson y la Game Boy. -El porno siempre ha sido el primer o el último recurso de los tímidos- se decía a sí mismo mientras recorría los pasillos de los videoclubs en busca del Edén. Y Mono siempre mentía al dependiente con frialdad, aseguraba tener los dieciocho y miraba con desprecio a los demás clientes que intentaban adivinar la película que escondía bajo sus voluptuosos brazos. Después corría hasta su casa, subía las escaleras de dos en dos, abría la puerta con un movimiento limpio y con la velocidad de los corredores de fondo se metía en su cuarto y cerraba la puerta. Allí le esperaba Jenna Jameson vestida de secretaria sacándole la polla a un negro de un metro ochenta. Y en aquellos minutos Mono también medía uno ochenta y era negro y los labios carnosos de Jenna también recorrían los espacios duros de su cuerpo. Para Mono la felicidad duraba sólo cuarenta y cinco minutos. Por eso no se sentía muy a gusto en el colegio. Cierto es que le encantaban esas minifaldas con calcetines altos que llevaban las chicas de su clase. A Mono le volvían loco las más zorras, las que se dejaban tocar el culo por los machos alfa de la clase. Él nunca llegó a tocarle el culo a ninguna de sus compañeras. Toda su lascivia quedaba reservaba para sus tardes con Jenna.
Una mañana en clase de Volumen II, la profesora les mandó trabajar un recipiente hecho de barro. Para relajarles puso OK computer de Radiohead mientras ella tomaba notas en su cuaderno azul. Mono sumergió sus manos en el barro y comenzó a modelar el recipiente. Pasados veinte minutos la música se detuvo y la profesora se levantó de un salto. - QUIERO SENTIR EL BARRO- gritó- QUE ALGUIEN ME LANCE UNA BOLA DE BARRO A LA CARA. Todos sus alumnos permanecieron en silencio con los ojos muy abiertos y nadie se atrevió a lanzar nada. Al ver que ninguno de ellos reaccionaba la profesora volvió a hablar, esta vez para escoger a su presa. -A VER TÚ, EL CHICO DEL FONDO, TÚ, SÍ, TÚ, COGE UNA BOLA DE BARRO Y TÍRAMELA A LA CARA. Mono no sabía que hacer, la profesora acababa de ordenarle que le humillara delante de la clase. Él no quería hacerlo, le daba vergüenza llegar hasta la primera fila con un pedazo de barro. -VENGA, CHICO, ESPABILA- siguió gritando la profesora. Mono se levantó de su pupitre y se sentó en una de las mesas vacías de la primera fila. Llevaba el pedazo de barro entre manos. La primera vez, sólo fue capaz de tirarle una bolita del tamaño de una nuez que cayó sobre una sus clavículas. -¿ CREES QUE ESTO ES LO QUE TE HE PEDIDO? TE HE DICHO EN LA PUTA CARA. VAMOS, SEGURO QUE TIENES MUCHA RABIA DENTRO. El tono de la profesora no varió en ningún momento. Ella era un rottweiler con ganas de sangre y Mono era tímido, ya os lo he dicho. Mono intentó concentrar toda su rabia en la mano que sostenía nuevamente un pedazo de barro y se imaginó que la profesora era Jenna Jameson y él, un negro de un metro ochenta. Jenna le pedía que le arrojase barro a la cara, que la poseyese de manera que sólo fuera suya. Mono lo hizo. Lanzó el pedazo de barro con todas sus fuerzas a la cara de la profesora y tuvo una erección de caballo. Justo en ese momento culminó la clase y todos los alumnos salieron por la puerta riéndose. Mono fue el último en salir. Tenía ganas de que una de sus compañeras de clase le arrastrase a los aseos femeninos y le diese el placer que sólo las zorras saben dar a los machos alfa. Esto no ocurrió nunca, pero desde ese momento se convirtió en un amante del sado y siempre buscó sentir el barro en la cara.
Es de noche, sí. Y Mono es un hombre sólo sentado en un banco con un pedazo de barro entre las manos. Un hombre solo que sólo se atreve a besar a las estatuas de hierro dónde ni siquiera las farolas alumbran, que disfruta caminar junto al recuerdo de Jenna Jameson por las avenidas, que sueña con ser un negro de un metro ochenta.
¿seguiremos conociendo más historias de mono?
ResponderEliminarqué personaje ;).
me encantó la escena del barro.
un beso, odile.
Espero que sí, ya le he cogido mucho cariño a este personaje ficticio. :)
ResponderEliminarun beso, Em.
para mono, todas las estatuas tienen los labios de jenna jameson.
ResponderEliminarme gusta mucho la fuerza sucia del personaje, y las "casualidades" del presente.
abrazo, o.
pd; no soy tan "complejo" ;)
cariño mío, Mono me vuelve paranoico
ResponderEliminar:) Está bien, compañera.
Alb
Great stuff.
ResponderEliminarAdoro a Mono.Me encanta su forma de sentir y como es. Espero seguir leyendo anécdotas de este fanstástico soñador, que con tu imaginacion has creado.
ResponderEliminarDisculpe señorita pero yo no le he dado permiso para contar mis intimidades en internet.
ResponderEliminarSi no se retracta y cambia de actitud inmediatamente, me temo que estos lamentables bodrios pretendidamente biográficos acabarán junto a usted adjuntos a buen recaudo como prueba en los Tribunales de Plaza Castilla.
P.S: Y a usted cómo se le ha ocurrido la soberana estupidez de pensar que yo querría ser negro? 1.80 sí, la altura como el tamaño importa, pero blanco, blanco, pardiez!
Odile! Me encanta
ResponderEliminarUna vez en mis momentos de desesperación con las argumentaciones en el colegio, le dije a mi profesora algo así como que escribía de culo... ésta me dijo que para escribir bien había que escribir como hablamos.
No sé si eso es verdad, pero tú que pareces tan fina, aún así te he visto en esta historia! Felicidades, Mono es un personaje encantador, la parte más animal de todos nosotros
:)
Clara, me alegro que te guste!
ResponderEliminarYo también pienso que la sencillez es la clave para llegar al lector, por eso he ido quitando elementos artificiosos a mis textos y aunque aún me falta mucho para hacer algo decente, creo en la desnudez de la palabra.
Un beso fuerte, belle!
A ver si nos vemos pronto!