Vaya, vaya, vaya… de nuevo vuelta a
la rutina, a los atascos, a los espacios grises, las caras somnolientas y los resoplidos
propios de septiembre que recuerdan aun fresquito días mejores, a calendarios
con fotos de hojas que caen, horarios de tarde y comidas en tupper, a ojos
que buscan inútilmente lo que allí es impensable mientras se preguntan quién
demonios les habrá engañado para volver.
Vuelta a los papeles encima de la mesa,
del teclado, del teléfono, de cualquier espacio libre, eso sí, sin una triste
nota informando sobre la procedencia, el motivo o el personaje humano, o no,
que haya tenido a bien dejarlo...,ya si eso adivinas...,mmmm...,puestos a
adivinar les aseguro que los números del Euromillón están los primeros de mi
lista, así igual me libro de estos seres invisibles y en un derroche de
habilidades mágicas les hago desaparecer de mi vida.
Vuelta a los correos absurdos,
repetitivos, con copias intencionadas, de esos que fruncen ceño, que levantan
cejas y a mis favoritos: vuelta a los correos boomerang. Los que demuestran lo absurdo del
desarrollo de muchos temas en empresas grandes, donde todo está tan fragmentado
que, la imposibilidad de gestionar la comunicación, genera grietas maltapadas
por los famosos: “pero eso..., eso no es de mi competencia”, “no es
responsabilidad de este departamento”, “no me connnnnssssta” .... Qué grandes!!! Estas fórmulas tan
propias son la base del correo boomerang.
Para muestra un botón: mi correo era una consulta sencilla, clara y directa a un
compañero, hace tiempo limité los correos enrevesados a los amigos y conocidos
a los que añadir verborrea innecesaria y algún que otro chascarrillo. Apenas
unas horas después y muchos despistados y bienintencionados en
el camino, recibí el mismo correo, desde Holanda donde me preguntaban, en un
inglés impecable, si podía ayudar con la consulta. Este correo encadenaba
personajes que brillantemente remitían el tema a otros departamentos y países
de manera que mi solicitud, muy viajada, había retornado a mí porque
algún lumbreras que decidió no leer la infumable ristra de blablablerío, no le
culpo, pensó que yo era la persona adecuada para resolver mi problema. Eso o
que se había tragado un libro de autoayuda y lo quería aplicar mostrándome el camino,”
toda solución parte de ti” sería un título apropiado en este caso.
Es común en estas empresas la figura del
“Ente”, que nadie sabe muy bien quién es, pero que parece ser quien debería
hacer las cosas que nadie sabe quién hace, el famoso, “alguien se encarga de…,””el
que haga...”, temas que finalmente acaban, por algún extraño motivo en
nuestro buzón.
Este es también el único
responsable de todo, eliminando así las responsabilidades de los que pudiesen
ser más visibles. Ponen a prueba nihilismos y fuerzan a creer en seres
especiales, aparentemente sin cuerpo, que mueven los hilos y son responsables
de todas las medidas desagradables que se toman, la falta de recursos o de la
pérdida total de acción en temas básicos que nos hacen a todos ir de
c...cabeza. Alguien me hablo una vez de enanos verdes, bastante cabroncetes,
que se metían en su televisor y hacían que fallase cada día, me da que estas
empresas están infestadas y que se lo pasan pipa chinchando a todo el mundo
y volviendo locos a los que intentamos sacar adelante aquello que nos dicen sin
tener muy claro el fin.