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martes, 24 de diciembre de 2013

Uno de navidad, que no navideño

Todos tenemos nuestro recuerdo personal al que acudir cuando queremos sentirnos más alegres o miserable en días como hoy. Fechas en la que,los que no celebramos nacimientos mesiánicos, disfrutamos sobre todo, como una relación simbiótica, de la ilusión y entusiasmo de los niños; de unos días de vacaciones y de una serie de comilonas indecentes y continuadas  antes del 31, no vaya a ser que tras la última uva se acabe el mundo y no hayamos compartido mesa con todos los que por nuestra vida pasaron, aunque fuese solo para estos eventos.
Siempre hay algún cenizo que se empeña en convertir fechas de justificada celebración en el peor de los tostones, algo casi trágico, como si el simple hecho de aparecer como tales en el calendario hiciese de sus vidas un castigo.
Del consumismo ni hablo, demencial se mire por donde se mire.
También están los de excesivo happismo, con todo tipo de complementos, gorros de papá Noel, cuernos de reno, panderetas, zambombas..., esos que se empeñan en que escuches durante horas villancicos cantados por adultos con voz de niño pera... ¡qué grima! Que hablan de solidaridad, amor, fraternidad...como si en marzo, bonito mes, no tuviesen cabida, o como si enero o agosto no fuesen momento de desplegar bondades.
Yo hoy me he levantado tendiendo a cenizo, sé que, a pesar de no ser muy navideña, es la gripe que ha invadido sin piedad mi organismo la principal culpable de ello y que, con el nuevo año, se irá al carajo pero, hasta entonces, mi yo cenizo me ha traído, como todos los años, el peor de los recuerdos de este día,  para hacerme dar cuenta de que, más que nunca, hay que celebrar.
Recuerdo inevitable, para mí y para aquellos que, desde una noche como la de hoy,  ya hace 23 años,  nos estremecemos al pensar en la injusta lección que aquella joven de cabellos dorados, nos daba desapareciendo de nuestras vidas a causa de un nosequé' autoinmune, sin que nadie entendiese nada. Nos demostraba que a los 15 no todo era posible, que había cosas que no solo les ocurría a otros, que no todo se podía resolver acudiendo a adultos, que hay que decir a los demás lo que se sientes antes de que sea tarde,  y que, desde luego, no éramos inmortales.
Así, a pesar de mi yo cenizo y de las ganas de amputar esta ingrata y despellejada nariz que hace que mi voz suene gangosa, solo quiero celebrar, porque si la vida decide joder, lo hará sin piedad, y no estamos para tirar días de disfrute justificado como si tuviésemos otra vida en la mochila o esto se tratase de un ensayo general.

Felices fiestas y celebrad, celebrad todo, justificado o no, celebrad siempre que tengáis la oportunidad y, sean cuales sean vuestros motivos, celebrad.  

sábado, 27 de abril de 2013

De recuerdos y momentos

Ayer, después de clase, en esas charlas cerveceras tan terapéuticas, donde dejas resúmenes semanales, miserias, alegrías y sobre todo te llevas muchas risas, una compañera y buena amiga, motivó esta entrada.
Después de narrar una hilarante historia de su periplo adolescente, dio un trago a la cerveza, elevó las cejas, suspiró y dijo: siempre que hablo de estas cosas tengo la impresión de estar hablando de otra persona, como si nunca lo hubiese vivido e inventase historias que nada tienen que ver conmigo.
Es curioso cómo se nos difumina el pasado, cómo lo que fue tan importante, urgente, alegre, triste, único..., se convierte en una especie de "vida de los otros" cuando el tiempo pone espacio entre esos momentos y el que vivimos ahora.
También me dio que pensar, de unos años a esta parte, me he esforzado por dar un valor especial a los momentos, vivirlos con intensidad y no perdérmelos para luego recordarlos mejor de lo que los viví.
Cuando salimos del bar, pasada la media noche, descubrimos que llovía con intensidad, era una de esas noches que tanto gustan a un gran contador de historias que sigo ávidamente por aquí. Me dirigí a casa bajo el paraguas, acelerando el paso, casi a punto de correr, entonces me di cuenta. Siempre me gustó, cuando no hace frío, sentir el agua de la lluvia en la cara, sin orden, torpedeando sutilmente sin mirar dónde caen hasta empapar y notar como las que sobran resbalan hasta la nariz y la barbilla para inevitablemente mezclarse con el resto y desaparecer. En ese momento paré, retiré un poco el paraguas y me dispuse a disfrutar del momento, con los sentidos a tope para impedir en la medida de lo posible, que cuando se convierta en recuerdo parezca no pertenecerme.
Alguno debió pensar que estaba loca, yo prefiero verlo como esa osadía que da el hacerse mayor y que no es concebible en edades más tempranas, donde las vergüenzas mandan, lo cierto es que poco me importa. Ese pequeño gesto hizo que llegase a casa con la sensación "genekellyniana" de haber pisado todos los charcos con una sonrisa casi indecente en los labios.

lunes, 15 de abril de 2013

Porque es más divertido decir que sí

He tenido un fin de semana curiosón y podría decir que, de algún modo involutivo. Hace tiempo noto crisis pre cuarenta en detalles sutiles y en muchos casos inconscientes que percibo mas patentes días como hoy, mirando atrás.
Lo del descapotable deportivo se me antoja mas testosterónico y se me va de presupuesto, así que me da mas por actividades acordes con mis posibilidades físicas, económicas y, eso siempre, morales, aunque mas propias de veinteañeras, supongo que por el obámico ''yes, I can...mmmm...''.
Por otro lado, y esto si lo agradezco, relajarme y descubrir que es mas divertido, en casi todo, responder con un sí, que dar noes, y no perderte mas que lo justito.
Como consecuencia de esto el viernes me vi en un escenario por una gala benéfica, donde además de actuar gané una limpieza de bucal, hay que ver las cosas raras que se rifan...; Dios!!! Qué chute de adrenalina, cuando acabas te sientes tan viva que merecen la pena todos los nervios previos, entiendo que la gente que se dedica a esto esté enganchada. 
El sábado de rubia platino, gafotas de corazón y la cara de mi amiga casadera en el pecho. Quién me iba a decir con lo reacia que he sido yo siempre para estos saraos, que cedería de buena gana a la planificación de una chiquilla de 20 años, pues allí estaba yo descubriendo que es verdad, las rubias platino triunfan, igual debería teñirme...mmmm...o igual no.
Retomo madurez y asumo evolución hoy domingo, con quienes me hacen ver lo fantástico que es crecer y asumir lo anterior, como algo mas propio que extraño, con elegancia y humor.