El 1 de mayo es una fecha señalada en el calendario. Especialmente en el del pescador.
Es el comienzo de la temporada del reo y el salmón, es decir, una cita ineludible. A pesar de acostarme a las 2 de la madrugada, a las 4.30 am, ya estaba en pie.
En esta ocasión, Luis, Jose y un servidor, nos disponíamos a darle caña a reos y truchas.
En el río Tea también hay salmones, si bien hay que devolverlos a su hábitat, por estar vedados en estas aguas.
Con todo preparado, nos fuimos al lugar escogido. La mala suerte hizo que perdiera varios señuelos durante la amanecida.
Por el contrario, Luis se hacía con la primera trucha de la jornada. Tras la foto, de vuelta para el agua.
El día comenzaba a despejar la niebla matinal, con la que habíamos iniciado la pesca.
Ahora ya se podían ver claramente, la cantidad de cables que había sobre el río. Y es que este problema lo tenemos todos los años.
Las estacadas de la lamprea todavía están montadas, cuando comienza la apertura del reo, con lo que tenemos una buena cantidad de obstáculos para sortear.
La mañana discurría con pocas capturas, así que nos fuimos a otra zona más baja. En el nuevo emplazamiento, nos encontramos con un gran número de aficionados.
Esto no me desanimaba, así que en una zona que parecía prometedora, efectué un lance aguas abajo.
Así engañé a mi primera pintona, que se fue al agua tras la foto.
Este puente es testigo del remonte de gran cantidad de peces migradores, tales como los reos, salmones o lampreas, desde tiempos pasados.
Jose encontró esta señal, que seguramente la tiraron al río, desde un puente cercano.
No dudó en llevarla hasta la orilla, para devolverla al lugar donde debería estar.
Por la tarde, Jose nos abandonaría, para volver a casa.
Le sugerí a Luis un cambio de escenario, para echar un vistazo.
La idea no era mala, si bien no había caído en la cuenta de que no llevábamos señuelos específicos para el black bass. A pesar de todo pude engañar a uno.
Entonces nos fuimos al país vecino, para ver si conseguíamos unos vinilos. La primera tienda estaba cerrada, así que nos desplazamos hasta ValenÇa. Lo malo es que aquí tampoco conseguimos señuelos específicos, si bien compramos algún material, para intentarlo.
Uno de los cangrejos de vinilo que había comprado, me proporcionó este otro bass, antes de abandonar el lugar.
Ya que teníamos el Miño a un tiro de piedra, nos acercamos a sus aguas para intentarlo.
La corriente era bestial, por lo que no estuvimos demasiado rato.
Volvimos al río Tea, para hacer unos últimos lances. Lo cierto es que las estacadas nos quitaban las ganas de pescar, ya que con la maraña de cables que había, no era difícil perder algunos señuelos.
En los últimos lances del día, Luis consiguió sacar un reo, que alegró el final de la jornada.
Como todas las capturas del día, volvió al agua.
No fue un día muy prolífico en cuanto a capturas, pero valió para dar la bienvenida a esta nueva temporada.