lunes, 30 de abril de 2018

Eduquemos

La verdad es que me da mucha rabia escribir sobre esta temática, pero lo cierto es que quiero compartirlo con los lectores.
A menudo me ha ocurrido de ir caminando por la orilla del río o por el pedrero, y encontrarme lo que otros pescadores han dejado. Es algo bastante lamentable, pero uno piensa en quién puede ser tan guarro, como para dejar sus desperdicios en un lugar.
Dependiendo del momento y de los desperdicios, pues los recojo y los deposito en un contenedor.
La cosa cambia, si uno se encuentra en un embalse y divisa a un buen número de pescadores en otra orilla. Pescadores adultos, con niños, a los que supongo, tratan de enseñar a pescar, con mayor o menor acierto.
Hasta ahí, todo normal. 
Tras unas horas de pesca, llego a la zona en la que estaban estos "pescadores", acompañados de hijos, sobrinos, nietos, ... a saber.
Entonces, me encuentro con varios grupos de basura.
Es inequívoco, que estos residuos han sido "olvidados" por estos usuarios, antes mencionados.
Botellas, bricks, latas, blisters, etc.
Más o menos desperdigados, los agrupo para hacer las fotos. Acto seguido, voy hasta el coche, para coger una bolsa de basura y sacar esa basura del lugar.
 En la recogida, también me encuentro con algún artículo, de tiempos anteriores.

Y yo pienso: Si una botella o lata de refresco, pesa más a la ida ... ¿Por qué no se lleva para un contenedor, a la vuelta? Si queremos tener la zona de pesca cuando volvamos ... ¿Por qué no depositamos en un contenedor, algo que no estaba cuando llegamos.
Es triste que unos pocos tengamos que hacer lo que nos dicta la conciencia. ¿Será que otra gente no la tiene? Desde luego, nos queda mucho camino que recorrer, en estos aspectos, para llamarnos "País civilizado o primer mundo".
Sólo la educación, nos puede salvar de proseguir con estas conductas. Ojalá no vuleva a ver esto, aunque por ahora, tengo un mal pálpìto.

viernes, 27 de abril de 2018

Tarugos de primavera

Tenía día libre, así que quedé con Luis y Bulma para ir a tentar a las truchas. Nada más llegar al punto de encuentro, Bulma me recibió muy eufórica, pues ya llevábamos tiempo sin vernos.
 Por ser jueves, nos acercamos a un tramo de río cercano, para pescar sin muerte. Yo me dediqué a sacar fotos, mientras Bulma observaba como su inseparable compañero, iba tanteando el río.
 La mala fortuna hizo que su caña se rompiera en el tramo del puntero.
Hicimos las gestiones para saber cuánto costaría el tramo en cuestión, pues la caña le costó más de 600 €. El tramo puesto en casa, son 200 €, o lo que es lo mismo ... 200 € por un traspiés en el río.
Tras digerir un poco este hecho, nos fuimos a tantear otras posibilidades de pesca.
 Yo, además del equipo para la trucha, llevaba mi equipo de rockfishing y algunos vinilos.
Acerté de pleno, porque pude ver algunos basses de buen porte, arrimados por la orilla.
 Los primeros que saqué eran de escaso porte, pero después ya fui divisando otros mucho mayores.
La diversión estaba servida. La caña se arqueaba violentamente, cada vez que clavaba algunos de estos centrárquidos.
 !!Qué manera de sacar hilo y de curvar la caña¡¡
Cuando buscaba con detenimiento, podía ver a algún black bass de los gordos. Luego le ofrecía una lombriz de vinilo ... y en muchos casos, estos picaban.
 Algunos estaban rabiosos, ya que saltaban muchas veces, para librarse del anzuelo.
 Cuando ya había sacado varios grandes, la actividad cesó. Opté por utilizar otro vinilo con un jig, el cual me brindó varias picadas de ejemplares enormes, que se soltaron. Al observar el jig, me di cuenta de que la punta del anzuelo no sobresalía demasiado. 
Volví a poner una lombriz, y las clavadas regresaron.
 Luis me avisaba que había llegado la hora de comer, aunque yo estaba más centrado en la pesca.
Mi cerebro le decía a mi estómago, que no se alarmase ... y así fue, jejeje.
 Cambiamos de zona para dar un descanso a esta, sin embargo no divisamos pez alguno.
Por ello, volvimos sobre nuestros pasos, para volver al ataque.
Nuevamente, peces de buen tamaño, se unieron a la fiesta.
 Y otros más discretos, que también eran muy divertidos. Lo cierto es que saqué muchísimos pequeños, entre tocho y tocho.
 Un lance magistral bajo unos obstáculos, me brindó este bello ejemplar.
Cuando miro el reloj, este marca las 4:55 pm.
Es hora de ¿¿Comer??
 Hacemos una parada para beber en una fuente. Aquí, Bulma se entretiene con un gato, que desde la seguridad de su atalaya, se mostraba poco amigable jejeje.
 Después de comer, nos vamos a casa de Luis, para coger un equipo de spinning.
La tarde comienza bastante bien, aunque sólo divisamos algunos peces de menor tamaño que los anteriores.
 Las lombrices se vuelven a revelar como las mejores aliadas para esta situación.
 Opté por un montaje wacky, cuando la actividad cesó. Lo cierto es que fue un acierto, ya que saqué otro bonito ejemplar, que puso al límite mi equipo jejeje.
En uno de los cambios de zona, Luis tuvo otro traspiés, que le ocasionó una buena herida en un brazo.
Quizás era un buen momento para marcharse, por lo que no insistimos mucho más.
Ahora toca organizar otra nueva expedición, a las truchas.