Con este particular binomio, ha definido Anxo una jornada tras los sargos.
Anxo, Fran, Jose y yo habíamos quedado en la costa de la Vela para intentar una pesca que cada vez gana más adeptos. Algo de lluvia amenazaba por la mañana, pero es algo que no frena al que está dispuesto a sacar alguno de estos espáridos.Tras una buena caminata, llegamos al lugar escogido. Aún quedaba el descenso al pedrero, pero desde arriba, mis acompañantes planificaban la estrategia a seguir.Todos nos fuimos preparando. Anxo me fue explicando cómo suelen pescar ellos por estos lugares. Algunas preguntas que le formulaba, iban siendo contestadas y cuando ya estábamos preparados para comenzar, fuimos tomando posiciones.Antes de que me diera cuenta, Fran izaba una boga. Anxo hacía lo propio en la postura donde yo me encontraba. Este tipo de peces no gozan de mucha popularidad entre los pescadores de costa.
El mar generaba zonas de espuma aptas para la búsqueda del sargo, pero la costa es muy extensa y habría que buscar otros lugares donde poder engañarlos.Cuando ya me habían comido la tercera gamba, opté por ponerle tira de chipirón. Así salió mi primera boga. Me llamó la atención que mientras son izadas muchas comienzan a defecar. Luego me comentaron que se les conoce como "cagonas".
Me tuve que ir de aquella calada porque de lo bien que se engañaban y la habilidad que tienen para "serrarte" la línea con sus dientes, me iba a quedar sin anzuelos.Fran y Jose se habían desplazado hacia la derecha y yo tomé el rumbo hacia la izquierda ya que había alguna zona donde se podía pescar entre dos.
Un indicativo de las zonas predilectas de los sargos son las calvas que hay entre las colonias de mejillones y percebes. Aquí por suerte abundan piedras con esas características.Se me hacía algo incómodo desplazarme con una caña de 6 metros por esta abrupta costa, plagada de grandes rocas graníticas, pero al tiempo me maravillaba contemplar el modelado que el paso de los siglos había conseguido esculpir a golpe de olas, viento y lluvia.
Otra de las particularidades de este lugar es que se pueden observar desde un mismo punto las islas Cíes y las Ons, ambas incluidas en el parque nacional Illas Atlánticas.Fran y Jose volvieron a intentarlo en una punta. No sabía si ya habían capturado algún sargo, pero Jose había pronosticado que sería "el maestro" el primero en sacar alguno.Cuando me estaba acercando al lugar donde Anxo se encontraba, este izaba un sargo. Pensé que era el primero que sacaba, pero en una de las múltiples pozas de agua que se forman entre las piedras, ya nadaban varios de estos rayados espáridos que había sacado con anterioridad. El pescador les concedía el indulto y la subida de la marea se encargaría de ponerlos en libertad. Lo cierto es que la pesca responsable va llegando a todas las disciplinas. Muchos sargos que tienen la talla mínima legal son liberados. Todo un gesto para hacer que este tipo de pesca perdure en el tiempo.Había ocasiones en las que las olas golpeaban con tal fuerza, que la mole pétrea en la que me encontraba subido se movía. Hay que tener cuidado porque una de estas olas nos puede hacer pasar un mal trago. Una frase que un pescador le comentó al compañero decía algo así como: "Chaval, mira para el mar, que el mar no mira para tí".
Son muchos los dichos populares que hacen referencia a la peligrosidad del mar, pero esto no es suficiente porque todavía se producen desgracias relacionadas con la pesca en el mar.En una nueva ubicación comenzaron a picar las chopas. Este espárido frecuenta los escenarios donde se pescan los sargos, pero estos últimos son más difíciles de engañar.Algunas de estas presentan una coloración fascinante. Los tonos rosados son frecuentes, pero hay ejemplares que portan unos azulados que parecen más propios de peces de otras latitudes.Mientras hablábamos de minerales y rocas, las chopas iban saliendo a buen ritmo. Tras un breve vistazo, eran devueltas al mar. Con lo divertido de esta pesca se nos fue el santo al cielo. Había que ir a reponer fuerzas. Entonces volvimos sobre nuestros pasos cargados con todos los bártulos, observando para los espumeros. Hoy el mar no nos quería obsequiar con buenos sargos.Cuando llegamos al punto donde habíamos dejado los víveres, Fran y Jose ya no estaban.
Todavía quedaba mucha tarde, pero el mar no había subido mucho por tratarse de mareas de poco coeficiente. Ante este panorama, nos lo tomamos con mucha calma y tuvimos una larga charla sobre muchos aspectos de la pesca.
Con las fuerzas renovadas teníamos que subir por la pared que se ve en la foto. Es una subida de unos 90 metros desde el agua hasta la cima, con una pendiente exagerada. Lo más recomendable es hacer alguna parada por el medio.
Una vez arriba quedaba volver hasta los coches. Y antes de marchar había que hacer una parada en el bar para hidratarse nuevamente. Otra larga charla sobre la pesca puso el punto y final a una jornada muy completa.
Desde aquí agradezco a Jose, Fran y Anxo el haberme permitido acompañarles en esta jornada. Espero repetir con unas mejores condiciones para sacar mi primer sargo a boya.
El mar generaba zonas de espuma aptas para la búsqueda del sargo, pero la costa es muy extensa y habría que buscar otros lugares donde poder engañarlos.Cuando ya me habían comido la tercera gamba, opté por ponerle tira de chipirón. Así salió mi primera boga. Me llamó la atención que mientras son izadas muchas comienzan a defecar. Luego me comentaron que se les conoce como "cagonas".
Me tuve que ir de aquella calada porque de lo bien que se engañaban y la habilidad que tienen para "serrarte" la línea con sus dientes, me iba a quedar sin anzuelos.Fran y Jose se habían desplazado hacia la derecha y yo tomé el rumbo hacia la izquierda ya que había alguna zona donde se podía pescar entre dos.
Un indicativo de las zonas predilectas de los sargos son las calvas que hay entre las colonias de mejillones y percebes. Aquí por suerte abundan piedras con esas características.Se me hacía algo incómodo desplazarme con una caña de 6 metros por esta abrupta costa, plagada de grandes rocas graníticas, pero al tiempo me maravillaba contemplar el modelado que el paso de los siglos había conseguido esculpir a golpe de olas, viento y lluvia.
Otra de las particularidades de este lugar es que se pueden observar desde un mismo punto las islas Cíes y las Ons, ambas incluidas en el parque nacional Illas Atlánticas.Fran y Jose volvieron a intentarlo en una punta. No sabía si ya habían capturado algún sargo, pero Jose había pronosticado que sería "el maestro" el primero en sacar alguno.Cuando me estaba acercando al lugar donde Anxo se encontraba, este izaba un sargo. Pensé que era el primero que sacaba, pero en una de las múltiples pozas de agua que se forman entre las piedras, ya nadaban varios de estos rayados espáridos que había sacado con anterioridad. El pescador les concedía el indulto y la subida de la marea se encargaría de ponerlos en libertad. Lo cierto es que la pesca responsable va llegando a todas las disciplinas. Muchos sargos que tienen la talla mínima legal son liberados. Todo un gesto para hacer que este tipo de pesca perdure en el tiempo.Había ocasiones en las que las olas golpeaban con tal fuerza, que la mole pétrea en la que me encontraba subido se movía. Hay que tener cuidado porque una de estas olas nos puede hacer pasar un mal trago. Una frase que un pescador le comentó al compañero decía algo así como: "Chaval, mira para el mar, que el mar no mira para tí".
Son muchos los dichos populares que hacen referencia a la peligrosidad del mar, pero esto no es suficiente porque todavía se producen desgracias relacionadas con la pesca en el mar.En una nueva ubicación comenzaron a picar las chopas. Este espárido frecuenta los escenarios donde se pescan los sargos, pero estos últimos son más difíciles de engañar.Algunas de estas presentan una coloración fascinante. Los tonos rosados son frecuentes, pero hay ejemplares que portan unos azulados que parecen más propios de peces de otras latitudes.Mientras hablábamos de minerales y rocas, las chopas iban saliendo a buen ritmo. Tras un breve vistazo, eran devueltas al mar. Con lo divertido de esta pesca se nos fue el santo al cielo. Había que ir a reponer fuerzas. Entonces volvimos sobre nuestros pasos cargados con todos los bártulos, observando para los espumeros. Hoy el mar no nos quería obsequiar con buenos sargos.Cuando llegamos al punto donde habíamos dejado los víveres, Fran y Jose ya no estaban.
Todavía quedaba mucha tarde, pero el mar no había subido mucho por tratarse de mareas de poco coeficiente. Ante este panorama, nos lo tomamos con mucha calma y tuvimos una larga charla sobre muchos aspectos de la pesca.
Con las fuerzas renovadas teníamos que subir por la pared que se ve en la foto. Es una subida de unos 90 metros desde el agua hasta la cima, con una pendiente exagerada. Lo más recomendable es hacer alguna parada por el medio.
Una vez arriba quedaba volver hasta los coches. Y antes de marchar había que hacer una parada en el bar para hidratarse nuevamente. Otra larga charla sobre la pesca puso el punto y final a una jornada muy completa.
Desde aquí agradezco a Jose, Fran y Anxo el haberme permitido acompañarles en esta jornada. Espero repetir con unas mejores condiciones para sacar mi primer sargo a boya.