(Fotos ampliables)
Ayer sábado me desplacé hasta las altas cumbres de la sierra de O Suído, para pescar el río Xesta.
Un río que había pescado hace años y que me había proporcionado una jornada de pesca inolvidable.Estas cumbres están pobladas por gran cantidad de caballos y vacas. Es por eso que cuando se circula por las sinuosas carreteras hay que extremar las precauciones.Cuando llegué a la orilla del río, me lo encontré tal y como lo recordaba. Los robles y abedules son los amos del entorno, le siguen en porte los acebos. El suelo está tapizado por gran cantidad de arándanos que crecen entre el musgo y la base de los robles.Decidí ir río abajo para terminar la jornada junto al coche. Tras un buen rato me encontré a un pescador que venía de México D.F. y que estaba de vacaciones en Xesta, su pueblo natal. Me comentó que había mucha trucha pequeña, y que ya no era el río de algunos años atrás. Tras una larga conversación y con una temperatura más agradable, me despedí de él, deseándole un buen viaje de vuelta.Al poco de comenzar observé que el río bullía de vida. Culebras, mirlos acuáticos y anuros (ranas y sapos).La mayoría de las truchas que picaban eran de pequeño tamaño, como me había dicho el pescador, pero también visualizaba algunas mayores. En estas aguas las truchas se desarrollan lentamente y no por falta de alimentación, sino porque la mayor parte del año estas aguas son muy bravas pese a que esta zona está a poca distancia del nacimiento del río.Llegada la zona conocida como Los Prados, donde se celebra una importante fiesta, el río es una delicia. Las orillas están tapizadas por una hierba que los animales se encargan que no crezca más que un par de centímetros.Esta tabla, habilitada para el baño, fue uno de los lugares que recordaba con nostalgia. Truchas con una librea que parecía que fuesen pintadas por un virtuoso del lienzo, se situaban pegadas a las orillas. Y fue al final de esta tabla donde comenzaron a salir truchas de mayor porte que las anteriores. Seguramente la quietud de las aguas en esta planicie por la que discurre el río, hacen que las truchas alcancen una talla más interesante.En esta zona donde finalicé la jornada comencé a divisar cebadas de las truchas. Los tricópteros que predominaban en el aire con su vuelo nervioso, terminaban en el agua o en sus inmediaciones y las truchas aprovechaban para hacer acopio de energías.Las bellotas, uno de los manjares para el abundante jabalí, germinan incluso en la arena. Y es que en este ambiente hostil, en el que el calor se hace insoportable en el verano y el frío arrecia en el invierno, la competencia por el espacio invita a que la vida se las ingenie para seguir adelante.
Os anuncio que el jueves 1 de mayo arranca en Galicia la temporada de reo y del salmón, y con ella llega la desveda de muchos y buenísimos ríos.
Un río que había pescado hace años y que me había proporcionado una jornada de pesca inolvidable.Estas cumbres están pobladas por gran cantidad de caballos y vacas. Es por eso que cuando se circula por las sinuosas carreteras hay que extremar las precauciones.Cuando llegué a la orilla del río, me lo encontré tal y como lo recordaba. Los robles y abedules son los amos del entorno, le siguen en porte los acebos. El suelo está tapizado por gran cantidad de arándanos que crecen entre el musgo y la base de los robles.Decidí ir río abajo para terminar la jornada junto al coche. Tras un buen rato me encontré a un pescador que venía de México D.F. y que estaba de vacaciones en Xesta, su pueblo natal. Me comentó que había mucha trucha pequeña, y que ya no era el río de algunos años atrás. Tras una larga conversación y con una temperatura más agradable, me despedí de él, deseándole un buen viaje de vuelta.Al poco de comenzar observé que el río bullía de vida. Culebras, mirlos acuáticos y anuros (ranas y sapos).La mayoría de las truchas que picaban eran de pequeño tamaño, como me había dicho el pescador, pero también visualizaba algunas mayores. En estas aguas las truchas se desarrollan lentamente y no por falta de alimentación, sino porque la mayor parte del año estas aguas son muy bravas pese a que esta zona está a poca distancia del nacimiento del río.Llegada la zona conocida como Los Prados, donde se celebra una importante fiesta, el río es una delicia. Las orillas están tapizadas por una hierba que los animales se encargan que no crezca más que un par de centímetros.Esta tabla, habilitada para el baño, fue uno de los lugares que recordaba con nostalgia. Truchas con una librea que parecía que fuesen pintadas por un virtuoso del lienzo, se situaban pegadas a las orillas. Y fue al final de esta tabla donde comenzaron a salir truchas de mayor porte que las anteriores. Seguramente la quietud de las aguas en esta planicie por la que discurre el río, hacen que las truchas alcancen una talla más interesante.En esta zona donde finalicé la jornada comencé a divisar cebadas de las truchas. Los tricópteros que predominaban en el aire con su vuelo nervioso, terminaban en el agua o en sus inmediaciones y las truchas aprovechaban para hacer acopio de energías.Las bellotas, uno de los manjares para el abundante jabalí, germinan incluso en la arena. Y es que en este ambiente hostil, en el que el calor se hace insoportable en el verano y el frío arrecia en el invierno, la competencia por el espacio invita a que la vida se las ingenie para seguir adelante.
Os anuncio que el jueves 1 de mayo arranca en Galicia la temporada de reo y del salmón, y con ella llega la desveda de muchos y buenísimos ríos.