Eduardo Souto de Moura se licencia en arquitectura en la Escuela Superior de Bellas Artes de Oporto en 1980, de donde fue profesor de 1980 a 1990 mientras vivía junto con su generación una época intensa de cambios. La estabilización de la sociedad portuguesa debido a la democracia parlamentaria y la entrada en la Unión Europea trajo un momento de grandes inversiones que se tradujeron en constantes concursos públicos durante las décadas de los 80 y los 90. En estos años se crearon numerosas obras que marcaron la imagen de la arquitectura portuguesa. Souto de Moura se convierte en referente durante este período y como principales rasgos de su trabajo llama la atención el rigor y la precisión de las formas así como también un gran interés y sensibilidad por el contexto y una preocupación marcada por el manejo de los materiales locales: hormigón, piedra, madera y aluminio.
En sus primeras obras emprende una experiencia espacial pura y decidida, pero con el paso de los años ha ido enriqueciendo su arquitectura con un lenguaje más personal y sensible con el lugar como él mismo afirma: “Cuando era más joven estaba preocupado por el estilo, por la elegancia. Y hoy valoro más la naturalidad. Para poder resistir, para que los edificios permanezcan, es importante que las cosas se vivan como naturales. La naturaleza responde siempre de la manera más natural, con lógica. Y creo que antes yo hacía una arquitectura muy preocupada por ser coherente y que, sin embargo, respondía a un campo muy limitado de la realidad”.
Entre sus obras de esta primera década el Mercado municipal de Braga (1980), apoyado en imperativos muros con un espacio cubierto por una gran losa soportada por pilares de hormigón y las casas en Nevogilde (1982-1983), en Oporto, caracterizada de nuevo por el manejo de potentes muros, espacios en continuidad interior-exterior y entendimiento de la naturaleza en sintonía directa con la arquitectura.
Las obras de Souto y las de otros arquitectos como Álvaro Siza, mentor de Moura, es por lo que Portugal es conocido hoy por su construcciones.
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